El aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera ha calentado el planeta aumentando la evaporación de los océanos y alimentando ciclones y tormentas tropicales. Como resultado, la frecuencia e intensidad de las tormentas e inundaciones se incrementan constantemente a nivel mundial. Los modelos climáticos proyectan huracanes más intensos, con inundaciones costeras asociadas y daños causados por el viento en el futuro.[1]
Los eventos hidrometeorológicos son los desastres naturales más comunes y destructivos; solo en 2018 más de 50 millones de personas se vieron afectadas en todo el mundo y recientemente el huracán Otis (categoría 5, estado de Guerrero en México) tocó tierra el pasado miércoles 25 de octubre en playas mexicanas con una rápida intensificación que no dejó tiempo para tomar precauciones, resultando en un grave daño a la infraestructura urbana.[2,3]
Durante y después de un desastre por inundación las patologías aumentan de manera alarmante, mientras que el acceso a la atención es limitado, especialmente en comunidades de bajos recursos.[4]
En general las fases de una inundación se extienden, inicialmente desde el momento del impacto hasta el cuarto día, donde se impone el mayor riesgo físico. De los días 4 al día 28 se conlleva el mayor riesgo de infección de heridas y la propagación de enfermedades infecciosas. Como resultado, es probable que las enfermedades dermatológicas aumenten después de las inundaciones.[5,6]
Las infecciones cutáneas, las lesiones por inmersión, las exposiciones por contacto no infecciosas y la exacerbación de enfermedades cutáneas subyacentes están bien documentadas después de desastres por inundaciones, incluidos el tsunami de 2004 en el Índico, el huracán Katrina en 2005 y las inundaciones en Pakistán de 2010.[6]
1. Heridas traumáticas.
Las heridas en las víctimas de inundaciones generalmente se producen por el contacto con escombros sumergidos, por aferrarse a árboles y vegetación o por escalar a diversas estructuras para escapar de las aguas de la inundación.[7] Las infecciones bacterianas y fúngicas posteriores son una complicación común de las heridas traumáticas asociadas a inundaciones. En el tsunami de 2004 en el Índico se observaron infecciones secundarias en heridas en aproximadamente dos tercios de los pacientes traumatizados.[8]
2. Infecciones bacterianas.
El riesgo de infecciones de heridas después de un desastre natural es mayor como resultado de la contaminación de las heridas con agua, tierra o escombros. Los daños en la infraestructura local interrumpen los accesos a servicios de salud, agua potable y electricidad, por lo que las heridas suelen ser polimicrobianas y graves. Las víctimas de inundaciones con dermatitis de contacto irritante también son vulnerables a infecciones cutáneas secundarias.[9]
Entre los patógenos más frecuentemente encontrados están Staphylococcus aureus, Streptococcus pyogenes y Pseudomonas aeruginosa, presentándose típicamente como impétigo, celulitis y abscesos. Las infecciones polimicrobianas, en particular las causadas por bacterias gramnegativas, aumentan después de las inundaciones y la mayoría de las bacterias marinas muestra resistencia a las penicilinas y cefalosporinas de primera y segunda generaciones.[10,11]
Cuando se presentan infecciones de aparición tardía es importante sospechar de micobacterias como Mycobacterium marinum, Mycobacterium chelonae, Mycobacteroides abscessus y Mycobacterium fortuitum, en especial cuando los cultivos estándar son negativos o se observa una falta de respuesta a la terapia con antibióticos.[6]
Las heridas expuestas a agua salada pueden presentar infecciones de tejidos blandos necrotizantes causadas por Vibrio vulnificus, una bacteria que prospera en aguas marinas, aumentando el riesgo de fascitis y sepsis, con una alta tasa de mortalidad.[10,11] La exposición de heridas al agua dulce también puede provocar la inoculación del bacilo gramnegativo Aeromonas hydrophila, que se presenta como celulitis y formación de abscesos con un olor característico a pescado o fétido. Estas infecciones pueden progresar a fascitis necrosante y sepsis en víctimas inmunocomprometidas.[12] Otros gramnegativos de agua dulce que se han documentado en huracanes y tsunamis son Burkholderia pseudomallei y Chromobacterium violaceum, ambos con riesgo de diseminación y alta tasa de mortalidad.[13,14]
El patógeno zoonótico Leptospira interrogans se adquiere a través del contacto directo con orina de animales infectados o aguas de inundaciones contaminadas con orina. Los reservorios naturales incluyen roedores y animales de granja y los casos de leptospirosis aumentan dramáticamente con las fuertes lluvias e inundaciones. La leptospirosis es una infección potencialmente mortal con potencial epidémico que se presenta con síntomas graves similares a los de la gripe y puede progresar hasta afectar a varios órganos.[15]

Figura 1. Las primeras lesiones ampollosas aparecen sobre el dorso del pie de un paciente con cirrosis. Fuente: Medscape
3. Infecciones fúngicas.
Las inundaciones y otros desastres naturales desplazan a los hongos patógenos de sus hábitats naturales, resultando en una mayor concentración ambiental y posteriores infecciones fúngicas, en especial en la piel con exposición prolongada al agua.
La tiña representa las infecciones fúngicas observadas con mayor frecuencia en las víctimas de inundaciones, aunque no debemos descartar el riesgo aumentado de adquirir infecciones por mucormicosis, cromoblastomicosis y fusarium.[16]
Figura 2. Aspectos clínicos y microbiológicos de la cromoblastomicosis: el agente etiológico se encuentra fácilmente en el área cubierta por la lesión del "punto negro" (A). Las células muriformes son patognomónicas de esta enfermedad se observan en preparación húmeda (B) o en secciones histológicas. Fonsecaea pedrosoi es uno de los agentes prevalentes en zonas húmedas. Las figuras C y D representan sus aspectos macro y micromorfológicos. Fuente: Inst Med Trop Sao Paulo. 2015 Sep. CC BY-NC 4.0 DEED
4. Síndrome del "pie de inmersión".
El pie de inmersión clásico y el pie de trinchera son el resultado de una exposición prolongada al agua fría (~15 °C). El pie de inmersión clásico ocurre después de 15 a 24 horas de inmersión completa en agua, mientras que el pie de trinchera es causado por días o semanas de condiciones de humedad continua, pero no requiere una inmersión total.[6] En ambas afecciones se pueden presentar tres fases de lesión: 1) fase prehiperémica, que se caracteriza por pies pálidos, hinchados y posiblemente cianóticos acompañados de entumecimiento y dolor; 2) fase hiperémica de recalentamiento, caracterizada por eritema, aumento del edema y dolor punzante, y 3) fase poshiperémica con presentación variable que va desde dolor articular, parestesia, sensibilidad al frío e hiperhidrosis.
Las lesiones por inmersión requieren vigilancia estrecha para detectar infecciones secundarias como tiña, impétigo y queratólisis punteada (infección bacteriana del estrato córneo causada principalmente por Corynebacterium).[10]
Figura 3. Queratólisis punteada: distribución simétrica de "orificios" coalescentes que respetan el empeine de los pies. Fuente: Pinto M, y cols. Indian Dermatol Online J. 2016 May-Jun. CC BY-NC-SA 3.0 DEED
5. Dermatitis de contacto.
El agua de las inundaciones se contamina fácilmente con productos derivados del petróleo, sustancias químicas y tóxicas, sistemas de alcantarillado y suministro de agua dañados y escorrentías agrícolas de fertilizantes y pesticidas.
Después del huracán Harvey, se documentaron 100 emisiones tóxicas confirmadas de sustancias químicas en el área metropolitana de Houston.[17] Durante la oleada, 500 millones de galones de aguas residuales industriales de una sola planta en Baytown, Texas, se mezclaron con aguas pluviales. Además se liberaron 22.000 barriles de petróleo, se inundaron dos sitios Superfund en Corpus Christi y explotó la planta química de Arkema.
De la misma forma se ha documentado la liberación de múltiples toxinas durante las inundaciones, incluidos irritantes y carcinógenos como cloruro de polivinilo, dioxina, butadieno y benceno. La dermatitis de contacto ha representado la mayoría de los casos de eccema y a menudo se asocia con una colonización bacteriana secundaria. Medidas como el diseño de instalaciones industriales con gestión de riesgos, así como una mejor prevención y planificación de respuesta municipal, son fundamentales para reducir el riesgo de emisiones de materiales peligrosos.[6,10]
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CRÉDITO
Imagen principal: Dreamstime
Medscape © 2023
Citar este artículo: 5 enfermedades dermatológicas asociadas a inundaciones y huracanes - Medscape - 13 de nov de 2023.
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