COMENTARIO

Variabilidad de la frecuencia cardiaca: ¿ignoramos un indicador de salud?

Dr. George  D. Lundberg

Conflictos de interés

13 de noviembre de 2023

Cuando dirigía laboratorios clínicos hace mucho tiempo, una de las pruebas más solicitadas era la tasa de eritrosedimentación (también conocida como VSG, la velocidad de sedimentación globular). Fácil, rápida y económica, con alta sensibilidad, pero muy baja especificidad. Si la velocidad de sedimentación era normal, probablemente el paciente no tenía una enfermedad infecciosa o inflamatoria. Si estaba elevada, probablemente sí, pero no se sabía cuál. Más tarde se generalizó el uso de la prueba de la proteína C reactiva con las mismas inferencias generales: si resultaba baja, era poco probable que el paciente tuviera un proceso inflamatorio; si era alta, estaba enfermo, pero no sabíamos de qué.[1]

¿Podría pensarse de forma similar en la puntuación de la variabilidad de la frecuencia cardiaca? Así como la velocidad de sedimentación globular y la proteína C reactiva son indicadores sensibles de enfermedades infecciosas o inflamatorias, ¿podría la puntuación de la variabilidad de la frecuencia cardiaca ser un indicador sensible de las disfunciones del sistema nervioso (central y autónomo) y cardiovascular (especialmente del ritmo cardiaco)?

Un conjunto considerable y relativamente antiguo de estudios publicados sobre el ritmo cardiaco relaciona las alteraciones de la variabilidad de la frecuencia cardiaca con trastorno de estrés postraumático, estrés laboral del médico, trastornos del sueño, depresión, alteraciones del sistema nervioso autónomo, diversas arritmias cardiacas, fatiga, sobreesfuerzo, fármacos y hasta la propia edad.

Se cree que en la actualidad más de 100 millones de estadounidenses utilizan relojes inteligentes o monitores personales de aptitud física (fitness). De 30% a 40% de estos dispositivos miden la variabilidad de la frecuencia cardiaca. ¿Y qué con esto? Que faltan investigaciones creíbles sobre esa enorme masa de datos acumulados por los dispositivos "portables".[1]

¿Qué es la variabilidad de la frecuencia cardiaca?

La variabilidad de la frecuencia cardiaca es la variación de tiempo entre cada latido medida en milisegundos (ms); está influida por el sistema nervioso autónomo, lo que quizá refleje el equilibrio simpático-parasimpático. Algunos dispositivos la miden 24 horas al día, 7 días a la semana. Mi Fitbit Inspire 2 solo informa las mediciones nocturnas durante 3 horas de sueño sostenido. La mayoría de los dispositivos informan los promedios, algunos calculan la media de las raíces cuadradas y otros calculan las desviaciones estándar. Todos los dispositivos advierten que los datos no deben utilizarse con fines médicos.

Los valores normales (rangos de referencia) para la variabilidad de la frecuencia cardiaca comienzan en una media de 100 ms en la primera década de la vida y disminuyen aproximadamente 10 ms por década vivida. A los 30-40 años, la media es de 70 ms; a los 60-70 años, es de 40 ms; y a los 90-100 años, es de 10 ms.

Como antiguo técnico de laboratorio solía enseñar el uso correcto de las pruebas de laboratorio. Los dispositivos de aptitud física (fitness) son una especie de "pruebas de laboratorio". Enseñamos a no hacer nunca una prueba de laboratorio a menos que se sepa lo que se va a hacer con el resultado, sea cual sea. También enseñamos "nunca hagas nada solo porque puedes". La curiosidad, lo sabemos, es un motor frecuente para pedir pruebas de laboratorio

Esa filosofía subyacente me resulta difícil cuando se trata de dispositivos portables. Llevo varios años encantado de mirar mi número de pasos, los minutos de zona activa, la frecuencia cardiaca en reposo, la frecuencia cardiaca durante actividades, varias puntuaciones de sueño y la frecuencia respiratoria (y, por supuesto, un peso corporal diario introducido manualmente a primera hora de la mañana). Incluso compruebo mi "puntuación de preparación" (un cálculo que utiliza la frecuencia cardiaca en reposo, el sueño reciente, los minutos recientes en la zona activa y quizás la variabilidad de la frecuencia cardiaca) cada mañana y ajusto mi comportamiento en consecuencia.

¿Por qué monitorizar la variabilidad de la frecuencia cardiaca?

Pero ¿qué debemos hacer con los resultados de la variabilidad de la frecuencia cardiaca? ¿Ignorarlos? ¿Intentar comprenderlos quizá como herramienta de cribado? ¿O monitorizarlos para ver si la variabilidad se mantiene o cambia? La "monitorización" es un uso adecuado y habitual de las pruebas de laboratorio.

Algunos consideran que deberíamos mejorar la puntuación de la variabilidad de la frecuencia cardiaca controlando el estrés, haciendo ejercicio con regularidad, siguiendo una dieta sana, durmiendo lo suficiente y no fumando ni consumiendo alcohol en exceso. Y sí, de cualquier manera hago todo eso.

Las afirmaciones de que la variabilidad de la frecuencia cardiaca es una "herramienta sencilla pero potente que puede utilizarse para darle seguimiento a la salud y el bienestar general" podrían resultar ciertas. Un estudio adecuado y el intercambio de datos permitirán determinarlo.

Para avanzar en la comprensión, ofrezco un estudio N-de-1, una anécdota personal del mundo real sobre la variabilidad de la frecuencia cardiaca.

No solicité la función de variabilidad de la frecuencia cardiaca en mi Fitbit Inspire 2, simplemente apareció y la ignoré durante algún tiempo hasta hace 1 o 2 años, cuando empecé a prestarle atención todas las mañanas.

Al principio, no me gustaba ver mi puntuación "baja", hasta que me enteré de que el intervalo de referencia se veía afectado drásticamente por la edad y yo tenía casi 80 años en ese momento. La gran mayoría de mis lecturas de variabilidad de la frecuencia cardiaca estaban en el intervalo de 17 ms a 27 ms.

La semana pasada me administraron simultáneamente Spikevax de Moderna, la nueva vacuna contra el SARS-CoV-2, y la vacuna contra la influenza para adultos mayores. En mi caso, los efectos secundarios de cada vacuna han sido leves en el pasado, pero nunca me habían administrado ambas al mismo tiempo. Mi respuesta inmunitaria fue, digamos, robusta: escalofríos, mialgias, dolor de cabeza, fatiga, edema del deltoides, sueño irregular y aumento de la frecuencia cardiaca en reposo.

Mi puntuación media nocturna había fluctuado entre 17 ms y 35 ms durante muchos meses. Después de la vacunación, la variabilidad de la frecuencia cardiaca nocturna se desplomó de 24 ms a 10 ms. ¡Guau! La más baja de mi vida y ¡preocupación instantánea! Al día siguiente, repuntó hasta los 28 ms y desde entonces se ha mantenido entre los 10 y los 20 ms.

¡A PubMed! Un estudio reciente sobre la variabilidad de la frecuencia cardiaca en el segundo y el décimo días después de administrar la vacuna de ARNm de Pfizer a 75 voluntarios sanos reveló que en el segundo día era drásticamente inferior a los niveles previos a la vacunación y que en el décimo día había vuelto a los niveles previos a la vacunación. Un poco de consuelo.[2]

Otro artículo de revisión informó de un rápido descenso y un rápido repunte de la variabilidad de la frecuencia cardiaca tras la vacunación contra el SARS-CoV-2.[3] Un estudio de 2010 demostró un descenso significativo pero no drástico a corto plazo tras la vacunación contra la gripe A y lo correlacionó con cambios en la proteína C reactiva.[4]

Algunos creen que el descenso de la variabilidad de la frecuencia cardiaca tras la vacunación refleja un aumento de la respuesta inmunitaria y de la actividad nerviosa simpática.

Por mi parte, no pienso volver a vacunarme contra la influenza y la COVID-19 el mismo día.

Así que volví a revisar lo que pasó con mi puntaje de variabilidad de la frecuencia cardiaca cuando tuve COVID-19 en 2023: la lectura fue de 14 ms y 12 ms en los primeros dos días de los síntomas, y luego regresó al rango de 20 ms.

Recibí la vacuna contra el virus respiratorio sincitial este año sin efectos adversos y mis puntuaciones de variabilidad de la frecuencia cardiaca fueron de 29 ms, 33 ms y 32 ms en los tres primeros días tras la vacunación. Por último, tras recibir una vacuna antineumocócica en 2023, no tuve efectos adversos, y mis puntuaciones en los cinco días posteriores fueron indeterminadas: 19 ms, 14 ms, 18 ms, 13 ms y 17 ms.

Por supuesto, correlación no es causalidad. La relación de causa y efecto aún no se ha determinado, pero estas observaciones me parecen interesantes para una prueba de detección potencialmente útil.

¿Tiene alguna observación sobre la variabilidad de la frecuencia cardiaca en el mundo real que quiera compartir en la sección de comentarios? Mientras tanto, que esté muy bien.

Este contenido fue publicado originalmente en la edición en inglés de Medscape.

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