Características de una población mexicana con enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica

Guillermo Cárdenas Guzmán

2 de noviembre de 2023

Para determinar la prevalencia de la enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica (MAFLD) en la población mexicana se realizó un estudio de la Asociación Mexicana de Gastroenterología y el Instituto de Investigaciones Médico Biológicas de la Universidad Veracruzana encontrando que:[1]

  • La prevalencia de enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica en la población mexicana es de las más altas del mundo.

  • El grupo afectado comparte características metabólicas que han sido ampliamente descritas en la literatura, como la presencia de síndrome metabólico, mala alimentación y sedentarismo.

  • La enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica afecta más a hombres mayores de 30 años y es poco frecuente en personas delgadas.

¿Por qué es importante este estudio?

  • En las últimas cuatro décadas se ha observado un notable incremento en la prevalencia de la enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica a causa de un estilo de vida con sedentarismo extremo y caracterizado por el consumo excesivo de alimentos y bebidas con alto contenido de azúcares añadidos y grasas saturadas.

  • Los malos hábitos favorecen la aparición de otras enfermedades que con frecuencia acompañan a la esteatosis hepática, como obesidad, diabetes de tipo 2, hipertensión arterial y dislipidemias; todas ellas conforman el llamado síndrome metabólico, del cual la enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica es un componente más. A la fecha, se estima que este padecimiento afecta a 25% de la población mundial.[2] En México, los estudios de prevalencia son escasos, no están actualizados y muestran resultados discordantes debido a que han sido hechos en poblaciones seleccionadas (no abiertas).

Metodología

  • Se incluyó a 585 participantes mayores de 18 años nacidos en México, reclutados tras una invitación a la población abierta. Se midieron sus signos vitales y se les hizo antropometría que incluyó peso corporal, talla, perímetro de cintura y un análisis de composición corporal por el método de impedancia bioeléctrica; ultrasonido hepático y toma de muestras para exámenes de laboratorio. Todos los voluntarios respondieron un cuestionario de antecedentes familiares y sociodemográficos, un cuestionario que evaluó la calidad del consumo alimentario (Mini-ECCA) y uno que evaluó el grado de actividad física (International Physical Activity Questionnaire).

  • Se les hizo una evaluación de fibrosis hepática a través del índice de determinación FIB-4. A aquellos voluntarios con signos que sugerían fibrosis se les practicó elastografía hepática de transición (Fibroscan).

  • El diagnóstico de enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica se emitió para aquellos voluntarios que por ultrasonido tuvieron esteatosis hepática más sobrepeso u obesidad, o diabetes de tipo 2; o bien para quienes tenían un peso normal o bajo, tuvieron esteatosis hepática y además dos o más de las siguientes alteraciones: aumento del perímetro de cintura, hipertensión arterial, dislipidemia, hiperglucemia, resistencia a la insulina o elevación de la proteína C reactiva.

Resultados principales

  • La media de edad de los participantes fue de 48,2 (± 14,1) años; 71,5% mujeres. La prevalencia de enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica fue de 41,3%, con discreto predominio en el sexo masculino en una relación de 1,3/1 (50,3% frente a 37,8%; odds ratio [OR]: 1.67; intervalo de confianza 95%: 1,14 a 2,43; p < 0,0055).

  • La prevalencia del síndrome metabólico fue mayor entre los afectados por enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica (62,4%) y además este se comportó como factor de riesgo para la enfermedad, con un odds ratio de 1,82 (IC 95%: 1,18 a 2,81).

  • El grupo con mayor prevalencia de enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica fue el de 50 a 59 años.

  • El índice de masa corporal ≥ 30 kg/m2 se comportó como factor de riesgo para la enfermedad, con un odds ratio de 4,59 (IC 95%: 3,23 a 6,53; p < 0,00001).

  • La actividad física moderada se asoció con un menor riesgo de enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica (IC 95%: 0,42 a 0,92; p < 0,017).

Conclusiones

La alta prevalencia de enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica observada en la población mexicana destaca la importancia de implementar medidas de salud pública más intensivas para combatir el sedentarismo y los malos hábitos alimentarios. Aunado a ello, se recomienda establecer programas de vigilancia para la población de riesgo y concientizar acerca del grave problema que representa esta enfermedad.

Los autores y coautores han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente para este estudio, que se hizo con apoyo financiero del Fondo para la Investigación del Comité de Investigación de la Asociación Mexicana de Gastroenterología.

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