Vacunación y pandemia
En cuanto al dengue, países de la región, como Argentina y Brasil, han aprobado este año una nueva vacuna tetravalente, que también tuvo luz verde de la Unión Europea a fines de diciembre. ¿Cuál es la mirada de la OPS sobre la necesidad de esa vacuna y cómo complementar y no reemplazar o quitar impulso a otras estrategias de control del vector?
Además de la vacuna apoyamos algunos estudios en la región sobre nuevas tecnologías de control del vector, como Wolbachia, la bacteria que infecta al mosquito. Estamos apoyando países como Brasil, Colombia y México para hacer estudios. También tenemos una nueva estrategia para hacer el control de vector con más inteligencia, porque cuando miramos bien en alguna ciudad el epicentro del crecimiento de la población de vectores ocurre siempre en los mismos lugares. Quizá utilizando mapas inteligentes se podrían orientar y concentrar las intervenciones de control.
La nueva vacuna de Takeda ya tiene la autorización de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y como es parte de la lista de autoridades estrictas de la OMS, es más fácil conseguir su precalificación. Ya empezamos un diálogo con el productor para reducir el precio, que inicialmente era muy caro y no sé si sería accesible para algún país de Latinoamérica. Por otra parte, la capacidad de producción de esa vacuna también es muy limitada, así, al mismo tiempo que tenemos un diálogo con el productor en noviembre, habrá una reunión del grupo técnico asesor sobre vacunas e inmunización en la Región de las Américas, porque deseamos revisar un poco la forma de adaptar la recomendación general para nuestra región. Creo que será una vacuna que seguramente en el futuro va a estar en los programas de vacunación de la región. También hay una vacuna desarrollada por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos y cuya tecnología fue transferida para el Instituto Butantan de San Pablo, en Brasil y que está finalizando la fase 3. Desafortunadamente no creo que tengamos una vacuna que sea completamente efectiva y que vaya a eliminar la necesidad de control, porque Aedes aegypti también es el vector de zika y chikungunya. Debemos tener esa mirada más amplia.
¿Cuánto se retrasó el progreso que tenía la región en términos de programas regulares de inmunización? ¿Y cómo se puede enfrentar?
Los niveles de cobertura venían disminuyendo en la región desde 2015 por varias razones, una es que ha bajado la percepción de riesgo de las familias y de los mismos profesionales de la salud sobre enfermedades como poliomielitis, que no existe en la región desde hace muchas décadas. Ante esto, las personas se preguntan: "¿Por qué debo seguir vacunando?". Lo mismo ocurre con el sarampión, que en escala regional está eliminado. Pero considero que también contribuyeron algunas barreras invisibles. Por ejemplo, en algunas comunidades pobres de las grandes ciudades de la región, como San Pablo, Buenos Aires, Lima, Bogotá o Ciudad de México, los centros de salud donde se vacuna solo abren de lunes a viernes de 8:00 a 17:00 horas. Eso es una barrera porque las mujeres trabajan y no pueden faltar 10 veces al año al trabajo para llevar a vacunar a sus hijos. Y [me refiero a las] mujeres, porque la mitad de las familias pobres de Latinoamérica solo tiene un adulto con algún ingreso y es una mujer, pero para los hombres se aplica lo mismo. Por tanto, hay que desarrollar nuevas estrategias para garantizar el acceso de las personas. La OPS apoya a los países para llevar la vacunación durante los fines de semana, a ferias, mercados y hogares, por ejemplo, para el caso de adultos mayores que no pueden ir a vacunarse contra la influenza. En Córdoba, Argentina, hicimos con las autoridades de la provincia una iniciativa muy interesante, La noche de las vacunas, con actividades culturales. Hay que trabajar en eso.
Por otro lado, la COVID-19 empeoró la situación por varios motivos. Primero, estimamos que 23% de los niños de las Américas dejaron de recibir vacunas durante la pandemia porque los centros estaban cerrados, porque la familia tenía miedo de ir a una unidad de salud, etcétera. Y segundo, la falsa información que durante la pandemia fue direccionada contra las vacunas también se utilizó contra las vacunas rutinarias. Tenemos algunos datos del año pasado y del primer semestre de este año que sugieren que se empezó a revertir la curva y que la cobertura vacunal comenzó de nuevo a subir, pero son datos positivos que debemos analizar con cuidado. Todavía no estamos en el nivel adecuado, por lo que se requiere desarrollar nuevas estrategias de comunicación. Hay que mirar que una parte de las familias quiere tener más información sobre las vacunas. No se trata de personas con vacilación a la vacunación, sino que desean más información. "¿Por qué necesito vacunar a mi hijo? ¿Cómo es el proceso que garantiza la seguridad y la efectividad de las vacunas?". La estrategia de comunicación tiene que ser distinta: debe tener una participación más importante de todos los profesionales de la salud, porque contamos con encuestas que comprueban que son la fuente más confiable para las familias para la toma de decisiones; si una familia pregunta a un médico o a un enfermero si debe vacunar para esto y estos no tienen la respuesta, la familia quedará con ciertas reservas. También deben participar líderes políticos, religiosos, comunitarios y científicos. Hay que buscar traducir en un lenguaje directo el conocimiento de por qué se necesita vacunar [e informar] sobre la calidad y la seguridad de las vacunas. Eso es lo más importante.
Ha mencionado la desinformación que incluso se considera que ha puesto en peligro algunos programas de vacunación considerados ejemplos a seguir, como el de la poliomielitis en Brasil. Si bien la OPS ha hecho campañas y publicaciones, ¿eso alcanza? ¿hay algo más que se podría hacer en el más alto nivel para contrarrestar la información errónea sobre salud?
Es necesario un compromiso político muy fuerte de los países para garantizar el tema de la vacunación como si fuera un pacto social, no solo de los gobiernos, sino también de la sociedad. Por otra parte, hay que cambiar la estrategia de comunicación. Si todos los días hay una noticia falsa en las redes sociales y el Ministerio hace una sola campaña por año, eso no basta.... la estrategia tiene que adaptarse. Tuvimos una buena experiencia en la pandemia de un acuerdo con Meta para hacer una reevaluación de noticias falsas de las redes sociales que maneja Meta (Instagram y Facebook). Hace cuatro semanas me reuní con los ejecutivos de Meta en Nueva York durante la asamblea general de las Naciones Unidas y estamos trabajando para seguir y fortalecer ese tipo de acuerdo. Pero hay que hacer mucho más. Estamos apoyando a los países para desarrollar una estrategia de comunicación más amplia, no hacer un solo un mensaje por año sobre vacunas, sino escuchar a las personas que tienen dudas de vacunar, qué cuestiones quieren ver respondidas, de forma que las coberturas de vacunación sigan con ese crecimiento y pueda alcanzar los niveles adecuados.
Analizando 10 discursos que dio desde enero de este año, lo que más ha mencionado es "salud", "COVID-19" y " pandemia". ¿Cuáles han sido la principal fortaleza y el mayor déficit en la respuesta de la región a la pandemia y qué lecciones se deberían tomar para enfrentar futuras crisis de salud?
Ningún país, ninguna organización, estaban preparados para enfrentar una pandemia como la de COVID-19. Es importante que evaluemos bien lo que pasó para poder implementar todas las lecciones que aprendimos. Mencionaré dos que creo muy importantes.
Una es tener a todos los países de la región participando muy activamente del debate global sobre el nuevo instrumento [sobre prevención, preparación y respuesta] de pandemias de la OMS, que puede ser un tratado o un acuerdo, pero va a ser aprobado en mayo de 2024 junto con los cambios de en el Reglamento Sanitario Internacional.[3] Somos la única región de las 6 que contempla la OMS, que además de muchas reuniones virtuales ya tuvimos dos presenciales (Ginebra y Washington), con participación de ministros de Salud y de Relaciones Exteriores, y vamos a tener la tercera a finales del mes. Es importante que todos los países tengan información y participen. Cuando vemos otras pandemias que tuvimos más recientemente, creo que esta es la ventana de oportunidad para alcanzar un consenso sobre algunos temas sensibles. Por ejemplo: ¿Vamos a tener un mecanismo global de acceso equitativo? Si no tenemos un consenso para 2024, desafortunadamente vamos a tener que esperar la próxima pandemia.
Por otra parte, la pandemia subrayó algunos problemas de muchos países: la necesidad de sistemas de salud más resilientes, el tema de los profesionales de la salud mejor entrenados, con equipos de protección personal, etcétera. La producción regional también [se consideró un] tema importante. Trabajamos con los países en proyectos realistas estratégicos y factibles para ampliar la capacidad de producción en la región de vacunas. Tenemos dos proyectos para la tecnología de ARN mensajero, uno en Argentina, con Sinergium Biotech y otro en Brasil, con Fiocruz. Pero estamos también con otras iniciativas. Por ejemplo, en El Salvador establecimos un hub evaluador para la certificación de calidad de equipos de protección personal, como mascarillas y guantes, para servir a productores de Centroamérica y del Caribe, de manera que la capacidad de producción se pueda fortalecer de manera sostenible.[4] No podemos ser más los últimos de la fila para tener acceso durante una pandemia.
¿Cuál es la enfermedad emergente o reemergente que más le preocupa?
Sobre las enfermedades reemergentes siempre hay un riesgo para las prevenidas por vacunación. En Pakistán y Afganistán aún tenemos poliomielitis.... son los últimos casos, pero sigue siempre la posibilidad de exportación. En Europa, África y Asia todavía tenemos sarampíón, por lo que se deben mantener la vigilancia y la vacunación.
Respecto de virus emergentes para una nueva pandemia, por supuesto que no tenemos condiciones de hacer toda la previsión, pero cuando miramos al pasado, muy probablemente sea un nuevo coronavirus o un virus de influenza los que vayan a originar una nueva emergencia de salud pública de importancia internacional. Así que hay que fortalecer mucho la capacidad de vigilancia. Ese es un legado de la pandemia. Hoy tenemos 25 países de Latinoamérica y del Caribe con capacidad y realizando secuenciación y vigilancia genómica. Eso habría sido inimaginable antes de la pandemia. Por ejemplo, Paraguay monitorea con vigilancia genómica no solo el SARS-CoV-2, sino también el virus de zika. Entonces, estamos con mucha mayor capacidad en la región para identificar más rápido si surge un nuevo virus o una nueva variante de un virus conocido. Debemos seguir con ese fortalecimiento.
Quedamos un poco decepcionados con el Fondo para Pandemias porque esperábamos muchos más recursos, pero aún así hay cuatro proyectos de la región aprobados: uno que lideramos a escala regional, uno en el Caribe, uno en Surinam y otro en Paraguay. Pero sea con recursos de los propios países o con las próximas rondas del Fondo para Pandemias, queremos seguir fortaleciendo la capacidad de laboratorio, el entrenamiento del personal y la integración con los servicios de salud, incluyendo la atención primaria, que es la primera línea para identificar si hay un brote de, por ejemplo, una enfermedad respiratoria que no es influenza ni está causada por un patógeno conocido o si hay un brote de una enfermedad febril que necesitamos investigar. Todo esto es necesario para que cada país tenga mayor capacidad de detección y de respuesta.
Medscape Noticias Médicas © 2023
Citar este artículo: Entrevista exclusiva al Dr. Jarbas Barbosa: "No podemos ser más los últimos de la fila durante una pandemia" - Medscape - 25 de oct de 2023.
Comentario