Hola, soy el Dr. José Javier Mendoza Velázquez, médico especialista en psiquiatría, en esta ocasión hablaré sobre un movimiento por demás controversial: desde el 1 de julio de 2023 Australia se convirtió en el primer país que permite a sus médicos utilizar psilocibina y 3,4-metilendioximetanfetamina (MDMA) para tratamiento psiquiátrico en trastornos depresivos y por estrés postraumático.
Esto ha significado un gran debate y ha activado el movimiento en las comunidades de científicos y proveedores de salud, tanto a favor como en contra de esta decisión.[1]
A muchos psiquiatras y científicos de las neurociencias y la salud mental, entre los que me incluyo, nos alienta el desarrollo de nuevas áreas de tratamiento e investigación en psiquiatría, en donde hasta la fecha tenemos un profundo valle ante la falta tratamientos innovadores desde prácticamente la llegada de los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. En contraparte, a otros científicos les preocupa que las investigaciones aún no hayan demostrado de forma concluyente que estas sustancias puedan ser fármacos seguros y efectivos.
Otro punto importante se refiere a la conducción normativa de estos tratamientos: cómo hacerlos llegar al paciente y a las instituciones encargadas de brindar atención; personalmente exigiría que cada país cambie o actualice sus legislaciones y establezca su posición ante estas sustancias y en consecuencia los mecanismos para dar seguimiento y regulación de su venta, producción y consumo.
Históricamente el consumo de sustancias psicoactivas es una de las áreas de mayor estigma social y esto no excluye a los profesionales de la psiquiatría, ya que actualmente la posición gremial no necesariamente está a favor del consumo de sustancias psicoactivas y en gran parte es uno de los generadores del dilema.
Era de esperar que Australia evaluara cuidadosamente no solo las evidencias científicas, sino también los requerimientos con respecto a los protocolos de seguridad y las consideraciones éticas relacionadas a este tipo de tratamientos.
El estigma no puede limitar el avance de la ciencia
Este dilema a lo largo del tiempo nos ha enfrentado en más de una ocasión. Las posiciones profesionales con relación a cannabis aun nos tienen divididos y en discusión y aunque hemos desarrollado evidencias, queda mucho por estudiar con respecto al tema.
Aun así es necesario empezar esta nueva discusión porque podría representar un cambio significativo en la atención de la salud mental, no solo por la posibilidad de revolucionar el tratamiento psiquiátrico actual y ofrecer nuevas vías para que las personas que no han encontrado alivio a sus síntomas a través de tratamientos tradicionales puedan tener opciones de tratamientos coadyuvantes o sustitutivos de las terapias actuales, sino porque no podemos permanecer aislados de la discusión del destino de los consumos de sustancias psicoactivas.
El campo de la psiquiatría psicodélica aún es joven y necesita gran cantidad de evidencia e investigación para comprender completamente los efectos a corto y largo plazos, la duración de los tratamientos, las dosis óptimas, los riesgos o potenciales riesgos, desagregando aquellos casos en que se requieran dosis elevadas y las recomendaciones para su continuación dentro de la vida diaria.
La nueva visión de la salud mental exige abordar cada tema con una perspectiva equilibrada, ya que no podemos olvidar que el consumo de sustancias psicoactivas es una crisis mundial, que de acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), hasta 2023 afecta a más de 296 millones de personas en el mundo.
El consumo en forma lúdica y la falta de interés de las ciencias de la conducta hacia su estudio ha limitado el ejercicio terapéutico. Así, ácido lisérgico (LSD), cannabis, psilocibina y MDMA son y continuarán siendo grandes promesas en la psicofarmacología.
También considero importante destacar que esto conlleva un balance decisional entre los siguientes puntos:
Beneficios potenciales
Estos tratamientos pueden ser alternativas para personas que no han respondido bien a los tratamientos convencionales y aquellas con resistencias o falta de tolerancia a los síntomas no deseados. La inclusión de los tratamientos psicodélicos puede abrir una nueva ventana de esperanza.
Hasta el momento los resultados siguen siendo prometedores. Algunos estudios clínicos han mostrado resultados positivos en el uso de estas sustancias en acompañamiento psicoterapéutico estandarizado, particularmente en depresiones resistentes y trastornos por estrés postraumático en comparación a los tratamientos convencionales.
Estos tratamientos podrían ser una alternativa de aceleración en la respuesta. Los tratamientos convencionales en algunos trastornos, como depresión posparto o comportamientos suicidas, no responden a la necesidad de tratamiento con respecto a la rapidez. Estos podrían acelerar el procesamiento de algunas experiencias a través de la rápida reducción de los síntomas y conducir a resultados rápidos y duraderos en comparación con los antidepresivos convencionales.
Riesgos potenciales
Es necesario establecer los usos indicados y las buenas prácticas en el tratamiento. El uso de alucinógenos debe ser siempre bajo supervisión médica, en un entorno terapéutico y enfocado en la seguridad del paciente. Más allá de las reacciones adversas también es importante establecer el seguimiento inmediato a las tomas, estrategias de seguridad y sitios de aplicación, así como identificar si alguna afección preexistente podría alterar los resultados de estos tratamientos y cómo actuar en pacientes con antecedentes de consumos peligrosos y abusos de sustancias psicoactivas.
Es necesario conocer los efectos a largo plazo. Tanto para estos psicodélicos como para ketamina y algunas otras nuevas oportunidades terapéuticas sigue pendiente la evidencia relacionada a los tratamientos a largo plazo, lo que se puede ver beneficiado a través de protocolos estrictos de tratamiento y estudios observacionales del seguimiento en el mundo real.
Otro punto importante a observar en el futuro mediato de estos tratamientos radica en la regulación y supervisión de tales sustancias. Estos procesos y sus marcos de normatividad son cruciales para evitar el uso indebido y garantizar el uso profesional y establecer atribuciones para brindar capacitaciones destinadas a generar personal calificado médico y paramédico para la administración de estos tratamientos y disminuir los riesgos de que las personas busquen estas sustancias fuera de los entornos médicos, así como de su comercialización.
En general esta decisión representa un gran avance y un importante paso adelante en la exploración de nuevas opciones de tratamiento, particularmente en la depresión y en el trastorno por estrés postraumático, en donde los tratamientos convencionales cada día son más insuficientes. Será importante trabajar de forma colaborativa en una visión no únicamente médica, sino interdisciplinaria (científica, social, normativa, psicológica, política) para la consolidación de estas alternativas y la generación de evidencia sólida que permita tomar las mejores decisiones además de la clínica en la formulación de políticas públicas, desde la comunidad y la sociedad en general, generando mayores y más constantes debates que mantengan el interés en el tema y que exijan garantías de su uso responsable y ético para pacientes en los que al momento seguimos teniendo una deuda en el tratamiento psiquiátrico.
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CRÉDITO
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Citar este artículo: Explorando nuevas fronteras terapéuticas en depresión y trastorno de estrés postraumático: la psiquiatría psicodélica en las fronteras australianas - Medscape - 30 de agosto de 2023.
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