
Dr. Ronald D. Gerste
Por siglos, las enfermedades de los papas fueron tabú absoluto. En esta entrevista, el médico e historiador Dr. Ronald D. Gerste nos proporciona información sobre el interior del Vaticano y los sufrimientos de los dignatarios.
Medscape: Recientemente, el papa Francisco recibió el alta hospitalaria tras una operación abdominal. Desde entonces ha reanudado sus funciones oficiales. ¿Por qué fue operado el papa y cómo se encuentra actualmente?

Papa Francisco
Dr. Ronald D. Gerste: El papa Francisco fue operado el 7 de junio en el Fondazione Policlinico Universitario Agostino Gemelli de Roma, en Italia, por un laparocele estrangulado, una hernia intestinal. La operación se llevó a cabo como consecuencia de una intervención quirúrgica previa realizada en su natal Argentina o de una operación de 2021 realizada al parecer por diverticulitis. La intervención duró aproximadamente 3 horas y salió bien, sin embargo, se habló de un evento de fiebre poco después. Posteriormente, tuvo problemas respiratorios y se le administró terapia respiratoria. No obstante, se dice que se ha recuperado hasta tal punto que probablemente podrá realizar sus viajes previstos, primero a la Jornada Mundial de la Juventud Católica en Lisboa, en agosto.
¿Qué más se sabe sobre la salud del papa que ya tiene 86 años? En general, Francisco –a diferencia de sus predecesores– parece ser muy abierto sobre sus dolencias.
Básicamente, es lo mismo en el Vaticano que en cualquier otro Estado: los funcionarios hacen público lo que de todos modos no se puede mantener en secreto durante mucho tiempo. Y, por supuesto, ninguna cancillería de Estado, ningún portavoz gubernamental querrá tener que responder después si el público llegara sentir que fue engañado. En este sentido, el Vaticano ya está mucho más adelantado de lo que estaba, por ejemplo, en tiempos del papa Juan XXIII (1958–1963). En aquella época, se anunció que el santo padre estaba "muy cansado". Poco después murió de cáncer de estómago.
Hoy las cosas son, en efecto, diferentes. A finales de marzo, el papa Francisco fue hospitalizado –también en el Fondazione Policlinico Universitario Agostino Gemelli– por una neumonía; se informó inmediatamente a la gente. Es cierto que el propio papa Francisco es muy abierto y no oculta el hecho de que un cuerpo humano que se acerca a la décima década de vida es cada vez más débil y vulnerable. También ha comentado ampliamente sus dolencias de rodilla.
¿Cómo hay que imaginar la atención médica papal en el Vaticano?
Al igual que los jefes de Estado de la antigüedad y como muchos jefes de Estado de la actualidad, el papa cuenta con un médico personal. Se trata del internista Roberto Bernabei, quien es director de la Escuela de Especialización en Geriatría de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Roma; como cardiólogo y geriatra, sin duda es el más competente para el cuidado de un paciente de 86 años. En el día a día, el papa siempre tiene cerca de sí a su asistente, encargado de los cuidados de su salud, Massimiliano Strappetti, un hombre de inmensa experiencia que ha trabajado para los dos predecesores de Francisco, Benedicto XVI y Juan Pablo II.
El Dr. Bernabei no solo se encarga de los exámenes y chequeos periódicos, sino que también está presente cuando el papa es operado. Dichas operaciones, así como otros procedimientos de hospitalización, suelen tener lugar en el Fondazione Policlinico Universitario Agostino Gemelli. El hospital cuenta con más de 1.500 camas, es el segundo hospital más grande de Italia. Una sala entera de la décima planta se mantiene siempre a la espera del papa y dispone también de habitaciones para el personal acompañante. Cuando un papa está como paciente allí, goza de una hermosa vista del Vaticano desde el hospital, que está situado en el monte Mario.
¿Qué se puede comentar en general sobre la comunicación del Vaticano respecto a los papas con mala salud?
Durante siglos, la Santa Sede adoptó la postura de que la salud de un papa no era asunto de los fieles. Esto se correspondía con la opinión de los gobiernos seculares, que hasta bien entrado el siglo XX convirtieron en secretos las enfermedades crónicas de los jefes de Estado y, cuando se les preguntaba por posibles dolencias, normalmente se limitaban a mentir ─en esta serie hemos presentado los ejemplos especialmente flagrantes de John F. Kennedy y François Mitterand─.
En el caso de los papas, también está el hecho de que los dos síntomas más comunes de numerosos pastores jefes a lo largo de la Edad Media y los tiempos modernos no eran algo que sus rebaños necesitaran saber en absoluto: la senilidad por un lado y la gota por otro, la dolencia que solía seguir a los placeres de una mesa suntuosa. Además, por supuesto, era totalmente impensable que una enfermedad como la sífilis de Julio II (1443–1513) se hiciera pública. Por eso fue un punto de inflexión cuando el portavoz de prensa de Juan Pablo II, el médico Joaquín Navarro Valls, egresado del Colegio Alemán de Cartagena y más tarde de la Universidad de Harvard, hizo oficial, por así decirlo, la enfermedad de Parkinson del papa en 1998, contra una marcada resistencia en la curia. Esta nueva apertura hizo de la necesidad virtud: el temblor del papa se hizo cada vez más evidente.

El papa Juan Pablo II, marcado por su enfermedad de Parkinson. Fuente: Eric Draper|Wikimedia Commons
Un papa puede renunciar a su cargo en cualquier momento, sin embargo, esto ocurre en muy raras ocasiones. El predecesor alemán de Francisco en el cargo, Benedicto XVI, se convirtió en el segundo papa de la historia en renunciar voluntariamente. La razón que dio Benedicto fue que le faltaban las fuerzas para cumplir con las obligaciones de su cargo. ¿Qué se ha sabido desde entonces –después de su muerte– sobre los motivos de salud de su renuncia?
Las renuncias de los papas son realmente raras, por lo que hay más de nueve siglos y medio entre el primero en dar este paso, Benedicto IX de 1045 y Benedicto XVI, que, según como se cuente, fue probablemente el sexto en llevar a cabo una renunciatio. Esto suscita cierta admiración por todos aquellos que, a pesar de sus problemas de salud y del agotamiento asociado a su edad, hayan perseverado hasta el término clásico del pontificado, o sea, hasta su deceso físico.
El historial médico de Benedicto es un ejemplo de que la franqueza en el tratamiento de la información sobre la salud no es en absoluto la norma en el Vaticano. Siempre hubo rumores y a menudo no hubo respuestas convincentes. El hecho de que llevara un marcapasos solo se conoció tras su dimisión. Sufrió un derrame cerebral leve (admitido ulteriormente) a las pocas semanas de haber asumido el cargo.

Funeral del difunto Benedicto XVI el 5 de enero de 2023. Fuente: Quirinale.it, Attribution|Wikimedia Commons
Tras su dimisión, también se supo que sufría de una enfermedad renal. Cuando falleció en diciembre de 2022, su sucesor habló de que Benedicto estaba "muy enfermo". No conozco un diagnóstico definitivo aunque parece prescindible, igual que el de la Reina, de casi la misma edad, dado su casi un siglo en la Tierra.
Si miramos aún más atrás, al siglo XX: ¿Qué otros ejemplos hay de enfermedades de papas que se mantuvieron en secreto o que ni siquiera se revelaron al público hasta el final?
Además de Juan XXIII, que ya se ha mencionado, hay que pensar en Pío XII. Aquí el secretismo en combinación con el extraño comportamiento del médico papal, Riccardo Galeazzi–Lisi, condujo a un extraño episodio en 1958. Se dice que este último le dijo a un periodista que abriría la ventana de la habitación del enfermo papal en señal de que el santo padre acababa de morir. Cuando una monja, que desconocía este acuerdo, intentó tomar el aire, las agencias de noticias informaron de la muerte del papa. La reina Isabel y el canciller Konrad Adenauer enviaron telegramas de condolencia mientras el santo padre aún estaba entre los vivos (murió al día siguiente). A continuación, Riccardo Galeazzi–Lisi vendió a la prensa fotos del papa moribundo y de su cadáver, por lo que se le prohibió la entrada al Vaticano de por vida.
Por supuesto, el rápido fallecimiento de Juan Pablo I en 1978, tras solo 33 días en el cargo, también merece una mención especial. ¿Hasta qué punto contribuyó su entorno médico a los mitos que rodean al "papa sonriente"?
Han surgido muchas teorías conspirativas y el entorno cercano de este hombre afable, que se granjeó enemigos en los círculos conservadores por su forma de ser no pretencioso y la renuncia a algunos rituales tradicionales incluso en ese corto periodo de tiempo, ha aportado su granito de arena. Desaparecieron sus papeles, sus zapatos, sus gafas. Pero, sobre todo, se rechazó una autopsia que podría haber apoyado –o refutado– la causa oficial de su muerte, un infarto. El propio papa contribuyó a ello cuando, presa de dolores torácicos, se abstuvo de llamar a un médico la víspera de su muerte. La teoría dice que en el Vaticano no había interés en una autopsia porque entonces se habría sabido que el nuevo papa estaba gravemente enfermo del corazón. Entonces, el cónclave de 33 días antes habría cometido un error: no puede ser lo que no debe ser.
Por último, ¿puede hablarnos de alguna de sus anécdotas favoritas en relación con los enigmas que rodean la salud de los papas de los siglos XX y XXI?
Quedémonos con el papa actual: después de todo, es un hombre con sentido del humor. Cuando sus dolencias de rodilla se hicieron manifiestas ─la lengua coloquial sin duda utilizaría aquí el término desgaste─, Francisco declaró: "Los médicos me han dicho que esto solo le pasa a la gente mayor, ¡así que ni siquiera sé por qué lo tengo yo!".

El papa Francisco sobrelleva con entereza su "dolencia profesional" (en la imagen en 2022). Fuente: Picture Alliance|ZUMAPRESS.com|Stefano Costantino
Con un brillo en los ojos, la cataloga como una afección profesional ─o al menos como un padecimiento que le gusta aquejar a su profesión, la religión organizada─: "En el pasado, a esta enfermedad se le llamaba así porque las religiosas rezaban durante tanto tiempo de rodillas que eso las hacía enfermar".
Este contenido fue originalmente publicado en Coliquio, parte de la Red Profesional de Medscape.
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CRÉDITOS
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Figura 1: Dr. Ronald D. Gerste
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Citar este artículo: Las dolencias de los papas - Medscape - 27 de jul de 2023.
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