¿Existe una relación entre el riesgo esofágico y los hábitos de sueño?

Helen Leask

Conflictos de interés

3 de julio de 2023

Dormir demasiado o muy poco, las siestas diurnas y otros patrones de sueño pueden aumentar el riesgo de desarrollar adenocarcinoma de esófago y carcinoma de células escamosas de esófago, sugieren investigadores de la Facultad de Medicina de Washington University en St. Louis, Missouri, Estados Unidos.[1]

En su estudio prospectivo, el equipo descubrió que las personas que dormían más de 9 horas por noche tenían el doble de riesgo de desarrollar adenocarcinoma de esófago después de 2 años o más (hazard ratio [HR]: 2,06), en comparación con una persona que dormía 7 horas "estándar" por noche.

Por el contrario, las personas que dormían menos de 6 horas tenían una probabilidad 21% mayor de ser diagnosticadas con adenocarcinoma de esófago y 63% más de probabilidades de tener carcinoma de células escamosas de esófago después de 2 años.

El equipo de investigación, dirigido por Yin Cao, doctora en ciencias, profesora de cirugía, extrajo datos del UK Biobank entre 2006 y 2016 sobre los hábitos de sueño de 393.114 personas y luego los siguió durante un máximo de 10 años para ver cuántos desarrollaron cáncer de esófago. Durante este tiempo, 294 personas desarrollaron adenocarcinoma de esófago y 95 fueron diagnosticadas con carcinoma de células escamosas de esófago.

El estudio fue publicado en Cancer, Epidemiology Biomarkers and Prevention el 16 de mayo.

Cao dijo que ella y su equipo decidieron realizar el estudio porque estaban intrigados por la evidencia que sugería un vínculo entre la menor duración del sueño con células escamosas de esófago y el esófago de Barrett, el precursor del adenocarcinoma de esófago. "Sin embargo, otros comportamientos del sueño no habían sido evaluados exhaustivamente", aclaró Cao.

El equipo también evaluó el comportamiento del sueño durante el día. Descubrieron que tomar siestas durante el día o experimentar somnolencia no era un buen augurio en el futuro con respecto al cáncer de esófago, dependiendo del tipo de cáncer. Las personas que "a veces" tomaban siestas durante el día tenían un riesgo 39% mayor de adenocarcinoma de esófago, y aquellos que "generalmente" experimentaban somnolencia durante el día tenían el doble de riesgo de carcinoma de células escamosas de esófago después de 2 años.

El cronotipo, ritmo de actividad y somnolencia de una persona, también pareció desempeñar un papel. Por ejemplo, ser una "persona nocturna" aumentó el riesgo de adenocarcinoma de esófago en 32% y casi triplicó el riesgo de carcinoma de células escamosas de esófago, en comparación con ser una "persona de la mañana".

Ni los ronquidos ni el insomnio afectaron el riesgo de ningún tipo de cáncer de esófago.

Cao se sorprendió de que tanto la duración del sueño breve como la prolongada, las siestas y la somnolencia diurna resultaran ser factores de riesgo para el cáncer de esófago. Los mecanismos subyacentes a estas asociaciones son "probablemente complejos", dijo, y agregó que diferentes aspectos del comportamiento del sueño podrían estar impulsando el cáncer a través de diferentes rutas.

"La alteración de la fisiología circadiana podría dar lugar a la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), el factor de riesgo más importante del adenocarcinoma de esófago, mediante la alteración de la expresión de los genes del reloj circadiano en el tejido del esófago o la reducción de la expresión de melatonina", dijo Cao. "Tanto el exceso de sueño como la falta de sueño podrían relacionarse con una disfunción inmunológica, lo que podría conducir a una mayor susceptibilidad al cáncer de esófago".

En una entrevista, cuando se le preguntó si eran posibles otras explicaciones más simples, Cao reconoció que otras asociaciones eran una fuente potencial de confusión. Por ejemplo, se sabe que la obesidad afecta tanto la calidad del sueño como el riesgo de cáncer. Cao explicó que, en sus análisis, el equipo ajustó una miríada de posibles confusores, como el sexo, el tabaquismo y el trabajo por turnos, además del índice de masa corporal y el Índice de privación material de Townsend, una medida de pobreza.

Otro factor que podría haber enturbiado los resultados fue la causalidad inversa, la posibilidad de que el cáncer de esófago ya presente estuviera causando fatiga y patrones de sueño deficientes en lugar de lo contrario. Por este motivo, el equipo de Cao realizó un análisis separado que excluyó a los pacientes con diagnóstico de cáncer de esófago durante los dos primeros años de seguimiento. (Los datos de este análisis separado, disponibles en las tablas complementarias, se usaron para el artículo actual).

Cao concluyó que los datos de su equipo "pueden servir como factores de riesgo modificadores del adenocarcinoma esofágico", pero que "se necesitan estudios adicionales para conocer los mecanismos y de validación".

El estudio fue apoyado por una subvención de National Institutes of Health. Cao, D.Sc., ha recibido honorarios personales de Geneoscopy fuera del trabajo publicado.

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