¿Podría ayudar la suplementación con vitamina D en la COVID-19 persistente?

Marlene Busko

Conflictos de interés

26 de mayo de 2023

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Los pacientes con COVID-19 persistente (para quienes los efectos de una infección inicial por SARS-CoV-2 duran más de 12 semanas) tenían niveles más bajos de 25-hidroxivitamina D que otros pacientes que sobrevivieron a la COVID-19, en un estudio retrospectivo de casos equiparados.[1]

Los niveles más bajos de vitamina D en pacientes con COVID-19 persistente fueron más notables en aquellos con niebla cerebral.

Estos hallazgos, realizados por el Dr. Luigi di Filippo y sus colaboradores, se presentaron recientemente en el European Congress of Endocrinology (ECE) que tuvo lugar en Estambul, Turquía, y fueron publicados en Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism.[1]

"Nuestros datos indican que los niveles de vitamina D deberían evaluarse en los pacientes con COVID-19 tras el alta hospitalaria", afirmaron los investigadores del Ospedale San Raffaele, en Mián, Italia.

"El papel de la suplementación con vitamina D como estrategia preventiva de las secuelas de COVID-19 debe evaluarse en ensayos controlados aleatorizados", recomendaron.

Los investigadores también destacaron que se trata de un estudio controlado en una población homogénea, que incluyó múltiples signos y síntomas de COVID-19 persistente y que tuvo un seguimiento más largo que la mayoría de los estudios anteriores (6 meses en lugar de 3).

"La naturaleza altamente controlada de nuestro estudio nos ayuda a comprender mejor el rol de la deficiencia de vitamina D en la COVID-19 persistente y a establecer que es probable que exista una relación entre la deficiencia de esta vitamina y el padecimiento", afirmó el Dr. Andrea Giustina, autor principal del estudio, en un comunicado de prensa del European Congress of Endocrinology.

"Nuestro estudio muestra que los pacientes con COVID-19 con niveles bajos de vitamina D tienen más probabilidades de presentar COVID-19 persistente, pero aún no se sabe si los suplementos de vitamina D podrían mejorar los síntomas o reducir este riesgo por completo", advirtió.

"Si se confirman en grandes ensayos controlados aleatorizados de intervención, nuestros datos parecen indicar que la administración de suplementos de vitamina D podría representar una posible estrategia preventiva para reducir la carga de secuelas de COVID-19", resumieron el Dr. Giustina y sus colaboradores.

Es adecuado analizar los niveles de vitamina D y considerar la administración de suplementos

Invitado a comentar, el Dr. Amiel Dror, Ph. D., quien dirigió un estudio relacionado que mostró que las personas con una deficiencia de vitamina D eran más propensas a tener COVID-19 grave, estuvo de acuerdo.

"La novedad e importancia de este nuevo estudio residen en el hecho de que amplía nuestra comprensión actual de la interacción entre la vitamina D y la COVID-19, y la lleva más allá de la fase aguda de la enfermedad", dijo a Medscape Noticias Médicas el Dr. Dror, de la Facultad de Medicina Azrieli de la Universidad Bar-Ilan de Safed, en Israel. "Es sorprendente ver cómo los niveles de vitamina D siguen influyendo en la salud de los pacientes incluso después de recuperarse de la infección inicial".

"Los hallazgos ciertamente añaden peso al argumento para llevar a cabo un ensayo controlado aleatorizado [que] nos permitiría determinar de manera concluyente si la suplementación con vitamina D puede reducir eficazmente el riesgo o la gravedad de la COVID-19 persistente", puntualizó.

"Mientras tanto, dado el perfil de efectos secundarios de la vitamina D y sus amplios beneficios para la salud, podría ser adecuado analizar sus niveles en pacientes ingresados con COVID-19. Si se comprueba que son bajos, podría considerarse la administración de suplementos", dijo el Dr. Dror.

"Sin embargo, es importante tener en cuenta que esto debe hacerse bajo supervisión médica", advirtió, "y se necesitan más estudios para establecer el momento óptimo y la dosis de la suplementación. Preveo que veremos más ensayos controlados aleatorizados de esto en el futuro", conjeturó.

Bajo nivel de vitamina D y riesgo de COVID-19 persistente

La COVID-19 persistente es un síndrome emergente que afecta de 50% a 70% de los sobrevivientes de COVID-19.

Los niveles bajos de vitamina D se han asociado a una mayor probabilidad de necesitar ventilación mecánica y a una menor sobrevida en pacientes hospitalizados por COVID-19, pero se desconoce el riesgo de la COVID-19 persistente asociado a la vitamina D.

Los investigadores analizaron los datos de adultos mayores de 18 años hospitalizados en el Ospedale San Raffaele con un diagnóstico confirmado de infección por SARS-CoV-2 y dados de alta durante la primera oleada pandémica, de marzo a mayo de 2020, y atendidos 6 meses después para su seguimiento.

Se excluyó a los pacientes que habían ingresado en la unidad de cuidados intensivos durante la hospitalización o a los que no tenían datos médicos o muestras de sangre disponibles para determinar los niveles de 25-hidroxivitamina D, tanto al ingreso como en el seguimiento a los 6 meses.

La COVID-19 persistente se definió con base en la guía del National Institute for Health and Care Excellence (NICE) del Reino Unido como la presentación concomitante de al menos 2 o más de 17 signos y síntomas que estaban ausentes antes de la infección por SARS-CoV-2 y que solo podían atribuirse a esa enfermedad aguda.

Los investigadores identificaron a 50 pacientes con COVID-19 persistente en el seguimiento de 6 meses y los equipararon con 50 pacientes sin COVID-19 persistente en ese momento, en función de edad, sexo, comorbilidades concomitantes, necesidad de ventilación mecánica no invasiva y semana de evaluación.

Los pacientes tenían una edad promedio de 61 años (rango: 51 a 73) y 56% era de sexo masculino; 28% había estado conectado a un ventilador durante la hospitalización por COVID-19.

Los signos y síntomas más frecuentes a los 6 meses en los pacientes con COVID-19 persistente fueron astenia (debilidad, 38% de los pacientes), disgeusia (mal sabor de boca, 34%), disnea (falta de aire, 34%) y anosmia (pérdida del sentido del olfato, 24%).

La mayoría de los síntomas estaban relacionados con el sistema cardiorrespiratorio (42%), la sensación de bienestar (42%) o los sentidos (36%), y menos pacientes presentaban síntomas relacionados con el deterioro neurocognitivo (dolor de cabeza o niebla cerebral, 14%), con el oído, la nariz y la garganta (12%) o el aparato digestivo (4%).

Los pacientes con COVID-19 persistente tenían niveles medios de 25-hidroxivitamina D más bajos que los pacientes sin COVID-19 persistente (20,1 frente a 23,2 ng/ml; p = 0,03). Sin embargo, los niveles reales de deficiencia de vitamina D fueron similares en los dos grupos.

Dos tercios de los pacientes con niveles bajos de vitamina D en el momento del ingreso hospitalario seguían presentando niveles bajos en el seguimiento de seis meses.

Los niveles de vitamina D fueron significativamente más bajos en los pacientes con síntomas neurocognitivos durante el seguimiento (n = 7) que en los que no presentaban tales síntomas (n = 93; 14,6 frente a 20,6 ng/ml; p = 0,042).

Entre los pacientes con deficiencia de vitamina D (< 20 ng/ml) al ingreso y en el seguimiento (n = 42), aquellos con COVID-19 persistente (n = 22) tenían niveles más bajos de vitamina D en el seguimiento que aquellos sin COVID-19 persistente (n = 20; 12,7 frente a 15,2 ng/ml; p = 0,041).

En los análisis de regresión múltiple, un nivel más bajo de 25-hidroxivitamina D en el seguimiento fue la única variable que se asoció significativamente con COVID-19 persistente (p = 0,008; odds ratio: 1,09; intervalo de confianza [IC] de 95%: 1,01 a 1,16).

Los resultados "refuerzan firmemente la utilidad clínica de la evaluación de la vitamina D 25(OH) como posible factor fisiopatológico modificable subyacente a este problema de salud crítico emergente en todo el mundo", concluyeron los investigadores.

El estudio contó con el apoyo de Abiogen Pharma. Uno de los autores del estudio es empleado de Abiogen. El Dr. Giustina ha declarado ser consultor de Abiogen y Takeda y recibir una beca de investigación para su institución por parte de Takeda. El Dr. Di Filippo y los demás autores han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

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