COMENTARIO

No todo es emocional en la alimentación emocional

Dra. Sylvia Gonsahn-Bollie

Conflictos de interés

25 de mayo de 2023

"La comida me 'abraza'", dijo la Sra. S* mientras sus ojos se iluminaban. Finalmente, después de semanas de trabajar juntas, pudo articular su compleja relación con la comida. Ella había estado luchando para explicar por qué seguía comiendo cuando estaba llena o consumía alimentos que sabía que no ayudarían a su salud.[1]

Dra. Sylvia Gonsahn-Bollie

Al igual que millones de personas que luchan con su peso o la enfermedad de la obesidad, la Sra. S había probado varias dietas y programas, pero seguía volviendo a patrones de alimentación poco saludables. La Sra. S era una comedora emocional y la pandemia solo empeoró su alimentación emocional. Como profesional soltera, obligada a trabajar desde casa durante la pandemia, se sintió sola. Pasó de trabajar en una oficina ajetreada en el centro, entrenar para medios maratones y dirigir sesiones de entrenamiento en vivo a estar sola todos los días. Su única interacción humana "real" ocurría cuando pedía a domicilio sus comidas reconfortantes favoritas todos los días. Como persona con diabetes de tipo 2, sabía que su hábito de comer comida a domicilio estaba arruinando su salud, pero la fuerza de voluntad no era suficiente para detenerla.

Su psicóloga la refirió a nuestra práctica virtual de obesidad integrativa para ayudarla a bajar de peso y encontrar soluciones a largo plazo. La Sra. S admitió que sabía lo que estaba haciendo como comedora emocional. Pero como muchos comedores emocionales, no sabía por qué o cómo cambiar de comer emocionalmente a comer en función de sus señales biológicas de hambre. Como experta capacitada en obesidad y comedora emocional en recuperación durante 8 años, personal y profesionalmente puedo distinguir los desafíos de comer emocionalmente y cómo puede sabotear incluso el mejor plan para bajar de peso. En este artículo, compartiré hechos y sentimientos que impulsan la alimentación emocional. Mi objetivo es capacitar a los médicos que buscan ayudar a los pacientes que se alimentan de esta manera.

Realidad: la alimentación emocional no es solo emocional

Es importante no descartar la alimentación emocional como algo impulsado solamente por la emoción. Recuerden que el hambre está regulada hormonalmente. Hay dos vías principales del hambre: la vía homeostática y la vía hedónica. La vía homeostática es nuestra vía biológica del hambre y está impulsada por el requerimiento de energía en calorías. Por el contrario, la alimentación hedónica está impulsada por el placer y utiliza estímulos emocionales para "pasar por alto" las señales físicas de hambre/saciedad. La alimentación emocional cae bajo la vía hedónica. Como médicos, el primer paso para ayudar a un paciente que lucha con este problema es escuchar con empatía y luego evaluar cualquier causa fisiológica.

Varios factores pueden alterar la regulación fisiológica del apetito, como los trastornos del sueño, altos niveles de estrés y muchas afecciones médicas, incluidas, entre otras, la obesidad, la diabetes y el síndrome de ovario poliquístico. Factores como la resistencia a la insulina y la inflamación son un vínculo común en estas condiciones. Ambos contribuyen a la fisiopatología de los cambios en el apetito y pueden influir en otras hormonas que conducen a una disminución de la satisfacción después de comer. Además, las condiciones de salud mental pueden alterar los niveles de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, que también pueden causar cambios en el apetito.

Esta configuración de apetito alterado fisiológicamente puede desencadenar una alimentación hedónica. Pero la relación es compleja. Por ejemplo, una forma de investigar la alimentación hedónica es usar la Power of Food Scale. Los estudios de resonancia magnética funcional muestran que las personas con lecturas más altas en la escala Power of Food Scale tienen más actividad cerebral en la corteza visual cuando ven alimentos muy sabrosos.[1] Si bien se necesitan más estudios para comprender mejor las implicaciones clínicas de este hallazgo, es otro indicador más de que comer "emocionalmente" no es solo emocional. También es fisiológico.

Sentimientos: patrones, personalidad, lugares, factores psicológicos

La fisiología solo explica parte de la alimentación emocional. Al igual que la Sra. S, los comedores emocionales tienen fuertes conexiones emocionales con la comida y fuertes patrones de comportamiento. A menudo, las señales fisiológicas se han asociado con hábitos psicológicos. Por ejemplo, la menstruación es un desencadenante fisiológico común para comer por estrés en muchas de mis pacientes. Los estudios han demostrado que además de que los niveles de hierro cambian durante la menstruación, los niveles de calcio, magnesio y fósforo también cambian.[2] Emocionalmente, la incomodidad de "esa época del mes" puede conducir al consuelo en alimentos reconfortantes como el chocolate en diferentes formas. Pero esto no es sorprendente, ya que el cacao y su derivado, el chocolate, son ricos en hierro y otros minerales. El chocolate en realidad está abordando una necesidad física y emocional. Puede ser útil señalar esta asociación a sus pacientes. Sugiera elegir una forma de chocolate con menos azúcar, como el chocolate negro, o incluso probar los granos de cacao, mientras aborda cualquier emoción.

Pero las condiciones y los patrones fisiológicos no son los únicos desencadenantes de la alimentación emocional. Los lugares y las condiciones psicológicas también pueden desencadenar la alimentación emocional.

Lugares y personas. Celebraciones, vacaciones, proximidad a determinados restaurantes, exposición a la mercadotecnia de comida y los cambios importantes en la vida pueden conducir a un aumento de la alimentación hedónica. Ayudar a los pacientes a reconocer esta conexión abre la puerta para avanzar en la preparación para estas situaciones.

Las condiciones psicológicas pueden estar conectadas con la alimentación emocional. Es importante evaluar las condiciones de salud mental y los traumas pasados. Por ejemplo, comer emocionalmente podría ser un síntoma de trastorno por atracón, depresión mayor o trastorno de ansiedad generalizada. El trauma infantil se asocia con trastornos alimentarios.[3] El cuestionario sobre eventos adversos en la infancia se puede utilizar clínicamente.

Comer emocionalmente puede generar sentimientos de culpa, vergüenza y diálogo interno negativo. Es útil ofrecer tranquilidad a los pacientes y fomentar la autocompasión. Después de todo, es natural comer. El objetivo no es dejar de comer, sino comer en función de las necesidades fisiológicas.

En resumen: abordar los hechos y las emociones en la alimentación emocional

  1. Tratar las causas biológicas que impactan el hambre fisiológica y desencadenan la alimentación emocional.

  2. Desencadenantes: abordar los patrones, lugares, personas, eventos psicológicos.

  3. Transición a recompensas no alimentarias; la clave de la alimentación emocional es comer. Si bien los sustitutos más saludables pueden ser una solución a corto plazo para mejorar las conductas alimentarias, en última instancia, ayudar a los pacientes a encontrar formas no alimentarias de abordar las emociones es invaluable.

  4. Manejo del estrés: ofrezca a sus pacientes formas de disminuir los niveles de estrés a través del mindfulness y otras técnicas.[4,5]

  5. Apoyo profesional: es útil crear un equipo multidisciplinario dada la complejidad de la alimentación emocional. Además del médico de atención primaria, otros miembros del equipo pueden ser:

    1. Psicólogo.

    2. Psiquiatra.

    3. Entrenador de la técnica de liberación emocional o entrenadores de bienestar certificados.[5]

    4. Especialista en obesidad.

Volviendo a la Sra. S

La Sra. S está bien. Comenzamos con un agonista del péptido similar al glucagón de tipo 1 (GLP-1) para abordar su resistencia a la insulina subyacente. Juntas hemos encontrado formas creativas de satisfacer su soledad, como el voluntariado y la enseñanza de clases virtuales de ejercicios. Su alimentación emocional ha disminuido en más de 60% y seguimos descubriendo nuevas estrategias para abordar los desencadenantes de esta.

Conclusión

A pesar de ser común, el impacto de la alimentación emocional a menudo se minimiza. Sin los criterios de la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) o el código de la 11.ª edición de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11), es fácil descartarla clínicamente. Sin embargo, comer emocionalmente es común y está asociado con el aumento de peso.[6] A la luz de la epidemia de obesidad, esta importancia no puede pasarse por alto. Afortunadamente, tenemos fármacos innovadores para abordar la vía homeostática del hambre y los impulsores fisiológicos de la alimentación emocional, pero no reemplazan el tratamiento de sus componentes psicosociales. Como médicos, podemos tener un impacto significativo en la vida de nuestros pacientes más allá de escribir una receta.

* Nombre e inicial cambiados por privacidad.

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