La detección y el tratamiento de los trastornos del sueño en etapas tempranas podrían reducir la incidencia del asma, según un estudio prospectivo a gran escala que incluyó a casi medio millón de participantes. El estudio fue publicado en BMJ Open Respiratory Research.[1]
El análisis del riesgo atribuible a la población mostró que 19% de los casos de asma podrían prevenirse si se mejoran las características del sueño. Los investigadores tuvieron en cuenta las puntuaciones de riesgo poligénico para el asma y las puntuaciones integrales del sueño que comprendían cinco características de este.
La calidad del sueño generalmente se reconoce como un factor no genético que contribuye al asma. Se han descrito casos de mala calidad y apnea obstructiva del sueño, sobre todo en personas con enfermedad grave. Además, se sabe que el asma afecta negativamente a la duración y la calidad del sueño, a las siestas y a la somnolencia diurna.
Los investigadores plantearon que la relación entre sueño y asma es bidireccional, dado que los trastornos del sueño (sueño de corta duración, insomnio, cronotipo vespertino ["búho nocturno"], ronquidos, somnolencia diurna excesiva) se asocian a reacciones inflamatorias crónicas específicas. Sin embargo, aún no se ha aclarado si un sueño deficiente refleja un mayor riesgo de progresión temprana del asma.
Los factores genéticos también contribuyen al riesgo de asma, pero la heredabilidad tan variable indica que la exposición a factores no genéticos desempeña un papel importante. "Sin embargo, aún se desconoce en gran medida si la exposición a factores no genéticos saludables podría disminuir el riesgo de asma y mitigar el efecto adverso del riesgo genético", afirmaron los autores. Su hipótesis es que un sueño más saludable podría disminuir el riesgo futuro de asma y mitigar los riesgos de los efectos genéticos.
Utilizaron datos del Biobanco de Reino Unido, una gran cohorte prospectiva nacional extraída de 22 centros de evaluación del Reino Unido, e investigaron los efectos independientes y combinados del patrón de sueño y las puntuaciones de riesgo poligénico sobre la incidencia del asma.
En la cohorte del Biobanco de Reino Unido (455.405 adultos con edades de 38 a 73 años, inscritos entre 2006 y 2010), a 17.836 se les diagnosticó asma durante un seguimiento de diez años. Se determinaron las puntuaciones de riesgo poligénico para cada participante en función de si tenían alguno de los 17 polimorfismos de un solo nucleótido que están significativamente asociados con el asma. Se estratificó a los participantes en tres grupos: los de alto riesgo genético, los de riesgo genético intermedio y los de bajo riesgo genético. Aproximadamente a uno de cada tres participantes (150.429) se les clasificó en la categoría de alto riesgo genético y a otro tercio (151.970), de riesgo intermedio. Se clasificó a los restantes en el grupo de riesgo bajo. Durante el periodo de seguimiento, se diagnosticó asma a 7.105 personas con riesgo genético alto y a 5.748 con riesgo genético intermedio.
Las puntuaciones globales de sueño, que fluctuaban de 0 a 5, se determinaron a partir de las características de sueño autonotificadas. Las puntuaciones más altas representaban patrones de sueño más saludables. Un patrón de sueño saludable se definió como un cronotipo temprano: dormir de 7 a 9 horas cada noche, no padecer insomnio nunca o rara vez, no roncar y no tener somnolencia diurna frecuente. Según las respuestas, 73.223 personas cumplían los criterios de un patrón de sueño saludable; 284.267, de un patrón de sueño intermedio; y 97.915, de un patrón de sueño deficiente.
“En comparación con los no asmáticos, los pacientes con asma eran más propensos a tener niveles educativos más bajos, características y patrones de sueño poco saludables, obesidad, mayores puntuaciones de riesgo poligénico, más tabaquismo, más consumo de alcohol, hipertensión, diabetes, depresión, reflujo gastroesofágico y más exposición a la contaminación atmosférica”, informaron los autores. Las cinco características de sueño saludable se asociaron de forma independiente con un menor riesgo de asma. El insomnio nulo o infrecuente y la duración del sueño de 7 a 9 horas por noche fueron al parecer los que más influyeron; se asociaron con reducciones del riesgo de 25% y 20%, respectivamente.
El análisis mostró que, en comparación con el grupo de bajo riesgo, los azard ratios (HR) y los intervalos de confianza (IC) de 95% para el grupo con mayor puntuaciones de riesgo poligénico y el grupo con patrón de sueño deficiente fueron de 1,47 (IC 95%: 1,41 a 1,52) y 1,55 (IC 95%: 1,45 a 1,65), respectivamente.
El riesgo se incrementó al doble en caso de una combinación de sueño deficiente y alta susceptibilidad genética (HR: 2,22; IC 95%: 1,97 a 2,49; p < 0,001). Por el contrario, un patrón de sueño saludable se asoció con un menor riesgo de asma en los grupos con susceptibilidad genética baja (HR: 0,56; IC 95%: 0,50 a 0,64), intermedia (HR: 0,59; IC 95%: 0,53 a 0,67) y alta (HR: 0,63; IC 95%: 0,57 a 0,70). Un análisis del riesgo atribuible a la población indicó que la mejora de estas características del sueño evitaría 19% de los casos de asma. Además, un análisis de subconjuntos mostró que un patrón de sueño saludable podría reducir 37% el riesgo de asma en personas con alto riesgo genético.
Los resultados del estudio señalan que el análisis de los patrones de sueño está justificado para todos los pacientes con asma, dijo en una entrevista el coautor Qing Wang, Ph. D., de la Facultad de Medicina Cheeloo de la Universidad de Shandong, en Jinan, República Popular de China. "En nuestros resultados, los efectos del sueño y la genética eran independientes. Por lo tanto, lo que descubrimos sobre los efectos del sueño en el asma podría aplicarse a todos los pacientes, incluidos los que tienen una predisposición genética alta o baja. Además, creemos que intervenir en aquellos con alta predisposición genética podría ser más beneficioso, ya que es más probable que padezcan asma. Sin embargo, puesto que este estudio es observacional, es absolutamente necesario un ensayo clínico a gran escala para aportar pruebas causales, especialmente antes de que puedan considerarse modificaciones de las guías".
Complejo y multifactorial
"Abordar las comorbilidades relevantes del asma sigue siendo una parte integral de la atención de este padecimiento", comentó en una entrevista el Dr. Diego J. Maselli, profesor asociado de medicina y jefe interino de la División de Enfermedades Pulmonares y Cuidados Intensivos de UT Health, en San Antonio, Estados Unidos. "Cada vez hay más datos indicativos de que los patrones de sueño y la apnea obstructiva del sueño pueden influir en el control del asma. Esta asociación es compleja y multifactorial. Es importante recordar que la apnea obstructiva del sueño puede coexistir con otras afecciones, como la obesidad y la enfermedad por reflujo gastroesofágico, que a su vez también pueden empeorar el control del asma e influir en los resultados clínicos".
"Sin embargo, incluso después de controlar estos factores, las alteraciones del sueño se han asociado a resultados desfavorables del asma. Es conveniente, sobre todo en pacientes con asma grave o no controlada, detectar alteraciones del sueño. Existen múltiples cuestionarios y herramientas clínicas que pueden emplearse para detectar la apnea del sueño coexistente y otras afecciones. Aunque las pruebas genéticas han sido prometedoras para la identificación de individuos en riesgo, no están ampliamente disponibles y aún no están listas para la práctica asistencial habitual. Por consiguiente, los estudios del sueño deben reservarse para los pacientes que presenten síntomas y tengan resultados positivos en los cuestionarios de cribado y otras herramientas.
"El estudio de Xiang y sus colaboradores contribuye al campo de estudio, pero se necesita más evidencia para cambiar las guías de la práctica asistencial en este momento. Por suerte, ahora se dispone de estudios del sueño con un uso más extendido de las pruebas domiciliarias, por lo que es más fácil para los pacientes someterse a ellas. La mayoría de los pagadores externos han identificado que el diagnóstico de estos trastornos es rentable y pueden reembolsar por los estudios del sueño", concluyó el Dr. Maselli.
La investigación fue financiada por el Programa Futuro para Jóvenes Investigadores y el Programa Nacional Clave de Investigación y Desarrollo. Los autores del estudio y el Dr. Maselli han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.
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CRÉDITO
Imagen principal: iStock/Getty Images
Medscape Noticias Médicas © 2023
Citar este artículo: ¿Puede reducirse la incidencia de asma atendiendo los trastornos del sueño? - Medscape - 19 de abr de 2023.
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