Los anticuerpos antifosfolípidos se asocian a futuros eventos cardiovasculares

Conflictos de interés

14 de abril de 2023

Los anticuerpos antifosfolípidos se asocian a un mayor riesgo de futuros episodios cardiovasculares, según un nuevo estudio.[1]

Los hallazgos apuntan a posibles nuevos enfoques para estratificar el riesgo y a la posibilidad de nuevas dianas terapéuticas en cardiopatías.

"En este estudio de la población general, descubrimos que dos anticuerpos antifosfolípidos se asociaban a un mayor riesgo de un evento cardiovascular grave en un seguimiento durante 8 años", dijo a Medscape Noticias Médicas el coautor, Dr. Jason Knight, de la University of Michigan, en Ann Arbor, Estados Unidos.

"Si se confirman en otros estudios, estos hallazgos podrían utilizarse para identificar a un subgrupo de pacientes que necesitan un seguimiento más cuidadoso y una modificación más agresiva de los factores de riesgo. Además, si el aumento del riesgo vinculado a estos anticuerpos es lo bastante elevado, también podría justificar tratamientos preventivos como los anticoagulantes que se suelen utilizar en el síndrome de anticuerpos antifosfolípidos", señaló el Dr. Knight.

"La visión a largo plazo es que podamos identificar a algunas personas de la población general que se beneficiarían del tratamiento del sistema inmunitario para la prevención y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, en vez de, o además de, utilizar los medicamentos cardiovasculares típicos", añadió.

El estudio fue publicado en versión electrónica el 4 de abril en JAMA Network Open.[1]

Los individuos con enfermedades autoinmunitarias e inflamatorias tienen más riesgo de episodios cardiovasculares de lo esperado, y los autores explican que entre los mecanismos propuestos para explicar este riesgo se encuentran la alteración de la integridad vascular mediada por la inflamación y la activación de las plaquetas y las vías de coagulación. Sin embargo, aún no se ha dilucidado el papel que desempeñan los autoanticuerpos.

Señalaron que los anticuerpos antifosfolípidos pueden activar las células endoteliales, las plaquetas y los neutrófilos, y algunos pacientes con anticuerpos antifosfolípidos persistentes en la circulación pueden presentar el síndrome antifosfolipídico, una enfermedad tromboinflamatoria adquirida, caracterizada por episodios trombóticos arteriales, venosos y microvasculares así como complicaciones obstétricas.

Estudios transversales han demostrado que los anticuerpos antifosfolípidos están presentes de forma aguda en hasta 17,4% de los pacientes con ictus o ataque isquémico transitorio, y pequeños estudios de cohortes han señalado que dichos anticuerpos pueden estar presentes en 1% a 12% de individuos aparentemente sanos. Sin embargo, se desconoce el efecto del sexo, la raza y el grupo étnico en la prevalencia de anticuerpos antifosfolípidos y su asociación con la enfermedad cardiovascular ateroesclerótica.

Los investigadores llevaron a cabo el estudio actual para analizar la asociación entre los anticuerpos antifosfolípidos y el riesgo futuro de eventos cardiovasculares ateroescleróticos.

Analizaron los datos de 2.427 participantes en el estudio Dallas Heart Study, basado en la población, que no tenían antecedentes de enfermedad cardiovascular ateroesclerótica ni de enfermedades autoinmunitarias que requirieran medicación inmunosupresora en el momento de la obtención de muestras de sangre al inicio del estudio, en 2007-2009.

Se midieron ocho tipos diferentes de anticuerpos antifosfolípidos y se registraron los datos sobre eventos cardiovasculares durante los 8 años siguientes.

Los resultados mostraron que 14,5% de la cohorte tenía uno de estos anticuerpos antifosfolípidos al inicio del estudio, y que aproximadamente un tercio de ellos se hallaba en un título moderado o alto.

Los investigadores también descubrieron que los isotipos de inmunoglobulina A de 2 anticuerpos antifosfolípidos, anticardiolipina y beta-2 antiglicoproteína, se asociaban a futuros episodios cardiovasculares ateroescleróticos.

Después del ajuste por otros factores de riesgo conocidos, los individuos con el isotipo inmunoglobulina A de la anticardiolipina tenían un riesgo casi cinco veces mayor (hazard ratio [HR]: 4,92) de presentar el criterio principal de valoración (infarto de miocardio, ictus, revascularización coronaria o muerte por causas cardiovasculares), mientras que los que tenían la glicoproteína antibeta-2 tenían un riesgo casi tres veces mayor (HR: 2,91).

Además, existía lo que parecía ser un efecto dependiente de dosis. Las personas con los niveles más elevados de estos anticuerpos también presentaban el mayor riesgo de eventos cardiovasculares, y el riesgo era hasta casi 10 veces mayor con el nivel más alto de anticardiolipina.

El Dr. Knight señaló que es necesario investigar más sobre los isotipos de inmunoglobulina A de estos anticuerpos antifosfolípidos.

"La mayor parte del trabajo mecanicista en el campo del síndrome de anticuerpos antifosfolípidos se ha centrado en los anticuerpos antifosfolípidos de inmunoglobulina G. Si bien es frecuente encontrar estos anticuerpos de inmunoglobulina A en pacientes con dicho síndrome, aún no se ha establecido con certeza en qué medida contribuyen a la enfermedad", afirmó. "El hecho de que los anticuerpos de inmunoglobulina A fueran el principal hallazgo en nuestro cribado no sesgado indica que hay otros factores de por medio y que necesitamos comprender mejor las implicaciones de tener estos anticuerpos en la circulación y qué problemas específicos pueden estar causando".

Luego de señalar que los anticuerpos antifosfolípidos pueden formarse transitoriamente tras determinadas situaciones, como las infecciones, el Dr. Knight afirmó que eran necesarios más estudios y repetir los análisis de sangre para detectar la presencia crónica de los anticuerpos.

Añadió que en este estudio no se disponía de información sobre las trombosis venosas y que "quizá algunos de los otros anticuerpos podrían haber destacado si hubiéramos podido analizar los distintos resultados".

Este estudio contó con el apoyo de un premio Aspire de Pfizer. El Dr. Knight manifestó haber recibido financiación para investigación y honorarios por consultoría de parte Jazz Pharmaceuticals al margen del estudio presentado.

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