"Medicina feminista": empoderando a las mujeres y cuestionando prácticas paternalistas en la salud

María Nayeli Ortega Villegas

10 de abril de 2023

Durante los últimos años la corriente de pensamiento feminista y sus prácticas han cobrado una importancia creciente, permeándose en la ciencia, práctica y políticas médicas. La llamada "medicina feminista" pretende hacer una medicina cada vez más multidisciplinaria, con el objetivo de mejorar la salud de mujeres a nivel mundial. Su origen puede remontarse hasta la segunda ola del feminismo, cuando surge el movimiento por la salud de las mujeres, que reconoce al cuerpo femenino como el recipiente que media la dominancia masculina. Comienza la exigencia de la eliminación del sexismo en el sistema de salud, enfocando la lucha en empoderar el conocimiento de las mujeres para obtener control sobre los derechos reproductivos y reclamar poder en la comunidad médica y sus prácticas paternalistas y opresivas.[1,2].

Dra. Stella Pérez

La Dra. Stella Pérez, médica general con perspectiva feminista, creadora del proyecto Pregúntale a Stella, destacó que la medicina con este enfoque permite dar un lugar a las mujeres en cuanto a su propia salud "Históricamente se ha dejado a las mujeres de lado en cuestiones de decisiones sobre su cuerpo, incluso hay términos médicos peyorativos para nosotras. La perspectiva feminista busca crear un diálogo entre la paciente y el médico".

"Debemos dar a las mujeres toda la información, hablarles como iguales y no desde un lugar de privilegio, para que puedan comprender todo lo que está pasando con su enfermedad y con esto tengan la oportunidad de tomar sus propias decisiones", destacó la especialista.

De acuerdo a la Real Academia Española, el paternalismo se refiere a la tendencia a aplicar las formas de autoridad y protección propias de un padre de familia tradicional a relaciones sociales de otro tipo. En el ejercicio clínico las prácticas paternalistas se caracterizan por ejercer una relación entre médico-paciente fundamentalmente vertical y asimétrica, en donde el médico toma las decisiones, mientras que el paciente ejerce un papel pasivo.

Esta relación jerárquica ha dado origen a abusos a lo largo de la historia tanto en la investigación como en la práctica médica, como los protocolos de investigación realizados sin conocimiento de los pacientes tan comunes antes del surgimiento de la Declaración de Helsinki en 1964.[3]

Actualmente se reconoce que la relación entre los profesionales de la salud y sus pacientes es clave en la práctica médica; para que esta sea adecuada requiere de un diálogo horizontal que involucre la orientación y escucha de parte del médico, respetando la autonomía corporal de los pacientes, entendiéndose esta como el derecho a tomar decisiones sobre su vida y cuerpo. A pesar de que esta relación ha cambiado a lo largo de la historia, de forma general los médicos de gran parte del mundo aún suelen asumir una postura predominantemente paternalista.[4]

Dra. Mariana Robles

La Dra. Mariana Robles, ginecóloga feminista cofundadora de MÉDICAS, clínica especializada en atención a mujeres, infancias y diversidad sexual, señaló que la perspectiva feminista tiene implicaciones clínicas al mejorar la relación médico-paciente: "Saberse frente a una médica feminista hace que la paciente sepa que no será juzgada por comportamientos sociales, sexuales, por haber tenido un aborto o por tener múltiples parejas y esto aporta en la seguridad que siente al llegar a la consulta. Será atendida si fue víctima de violencia sexual".

"Es decir, hay un contexto que favorece confianza y todo lo que mejore la relación médico-paciente; va a permitir tener mayor acceso a datos, mejor diagnóstico, tratamientos oportunos y más apego al tratamiento. La paciente confía en que le estás ayudando porque sabe que la ves más allá de solo un cuerpo, eso ayuda a que entienda su diagnóstico, se apegue al tratamiento y, por tanto, los resultados clínicos sean mejores", enfatizó.

Al igual que en otras ciencias, la medicina no ha escapado de los sesgos patriarcales. El primer modelo de estudio de la medicina planteaba que las enfermedades no tienen sexo, que no hay diferencias en el proceso de enfermedad entre hombres y mujeres por razones biológicas ni sociales, por tanto, estudiando a los hombres ya estaban estudiadas las mujeres, exceptuando el embarazo y el parto, que correspondieron a la única diferencia en los estudios médicos básicos.[2]

Si bien el sexo y el género son entidades separadas, se ha visto que características biológicas del sexo, como los niveles de hormonas sexuales, se ven alteradas tanto en hombres como en mujeres por las experiencias relacionadas con los papeles sociales de género.[1] Esto sugiere que los factores sociales y culturales están contribuyendo a los resultados de salud diferenciales en hombres y mujeres, por lo que abordar en la investigación básica, epidemiológica, así como en la práctica clínica, la disparidad de género es esencial para mejorar los resultados en salud de las mujeres.

"La medicina sin perspectiva feminista suele omitir las violencias que se generan con respecto al género y cómo eso puede generar mayor estrés en las mujeres, sobrediagnosticando o subdiagnosticando padecimientos, ya que todas esas violencias van a modificar el estado de salud y si no las alcanzamos a ver significa que no estamos haciendo lo necesario", explicó la Dra. Robles, añadiendo que emplear la perspectiva feminista en la medicina no está exenta de retos adicionales.

"Creo que el primer reto fue nombrarme feminista porque no tenemos referentes médicas a las cuales seguir. La palabra feminista todavía tiene una connotación negativa en la sociedad mexicana; no hay una percepción real de lo que involucra esta visión aplicada a la medicina. El siguiente reto fue la soledad: no tenía aliadas inicialmente, empiezo a tener una visión más amplia de las violencias y no tengo a dónde referir a las pacientes, por lo que inicié cursos de feminismo, involucrándome más y conocí aliadas psicólogas y nutriólogas, con las cuales ahora puedo derivar a mis pacientes".

La Dra. Pérez añadió que encontrar aliados también ha representado un reto importante: "Las pacientes necesitan continuar su atención con otro tipo de especialistas y es muy difícil encontrar aquellos que sigan, no digamos una perspectiva feminista, sino un respeto hacia las pacientes. Ningún médico sabe todo, requerimos colaboración de todos".

A pesar de la elevada carga asistencial del sistema de salud que genera falta de tiempo y la asimetría tradicional médico-paciente fomentada desde el inicio de la formación médica, cada vez son más los médicos y médicas que cuestionan las prácticas clínicas actuales, así como su origen. En este contexto la medicina feminista se muestra como una oportunidad de generar una práctica más humana en beneficio de la salud no solo de las mujeres, sino de la población en general.

La Dra. Robles y la Dra. Pérez han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

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