Enfermedad por reflujo gastroesofágico y actividad física, ¿amigos o enemigos?

Nathalie Raffier

Conflictos de interés

7 de abril de 2023

PARÍS, FRA. El impacto de la actividad física en la aparición de los síntomas de la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) es bastante variable. El Dr. Frank Zerbib, jefe del Departamento de Hepato-gastroenterología del Centre Hospitalier Universitaire (CHU) de Bordeaux, en Burdeos, Francia, analizó los mecanismos involucrados, que son complejos y aún poco estudiados, durante una sesión dedicada a la actividad física, el tema del "hilo rojo" de las Jornadas francófonas en hepato-gastroenterología y oncología digestiva (JFHOD 2023, París).[1]

Fomentado por el esfuerzo deportivo

Las consecuencias de la actividad física sobre la aparición del reflujo gastroesofágico dependen de multitud de factores.

La actividad física "vigorosa", por lo tanto bastante deportiva, es la causa de los efectos nocivos sobre la enfermedad por reflujo gastroesofágico. Cerca de 60% de los deportistas referirían síntomas de enfermedad por reflujo gastroesofágico, que se verían favorecidos por el aumento de la presión abdominal, esta vez no ligada a la obesidad sino a la contracción abdominal producida durante el ejercicio.

En este fenómeno intervienen otros factores fisiopatológicos que favorecen la enfermedad por reflujo gastroesofágico durante el esfuerzo deportivo, en particular una reducción de la presión del esfínter esofágico inferior y de la motilidad esofágica, así como fases de disociación entre el esfínter esofágico inferior, el esófago y el diafragma donde se concentran la mayoría de los casos de enfermedad por reflujo gastroesofágico.[2]

En esta situación, "parece que la actividad física 'deportiva' en realidad juega un papel bastante perjudicial en la unión esofagogástrica y los mecanismos que protegen contra la enfermedad por reflujo gastroesofágico", resumió el Dr. Zerbib. "Por lo tanto, los metanálisis permiten responder a ciertas preguntas, pero no a todas: las relativas a la actividad física no deportiva son mucho más difíciles de interpretar".

Complicada la relación entre la enfermedad por reflujo gastroesofágico y actividad física no deportiva

"Si consideramos únicamente a los pacientes con enfermedad por reflujo gastroesofágico comprobada mediante la realización de una pH-metría esofágica, no parece que la actividad física tenga un impacto significativo en los síntomas, ni en las características del reflujo objetivadas por la pH-metría", observó el especialista.[3]

Estos resultados proceden de un estudio realizado en 100 pacientes cuya actividad física se evaluó mediante el cuestionario IPAQ (International Physical Activity Questionnaire) y se expresó, según la unidad habitual, en tasa metabólica por minutos de rendimiento durante una semana (METs-minuto/semana).

Este cuestionario, utilizado en la mayoría de los estudios que evalúan la actividad física, permite distinguir a 3 grupos de pacientes según el nivel de actividad física (bajo, medio, alto). Básicamente tiene en cuenta las duraciones de la actividad física pero no su tipo (profesional, de ocio, etc.) ni su intensidad, por lo que se trata de un problema metodológico que debe tenerse absolutamente en cuenta a la hora de analizar, por ejemplo, los resultados de un gran metanálisis sobre el tema.[4]

Esto incluyó a 78.000 pacientes, 10.000 de los cuales presentaron síntomas de reflujo.

Según los resultados, la actividad física reduce el riesgo de enfermedad por reflujo gastroesofágico en aproximadamente un tercio después de ajustar el índice de masa corporal. "Este último punto es importante, porque ajustar por el índice de masa corporal sin aportar datos no ajustados no permite saber si la actividad física reduce el riesgo de enfermedad por reflujo gastroesofágico precisamente por un efecto sobre el índice de masa corporal.* Además, los datos son mucho menos numerosos y convincentes en relación con las complicaciones de la enfermedad por reflujo gastroesofágico, como el esófago de Barrett o el adenocarcinoma, con estudios de casos y controles negativos, en su mayoría", comentó el Dr. Zerbib.[4,5]

Uno de estos dos estudios, centrado en la actividad física no deportiva y la aparición del esófago de Barrett, no muestra ningún impacto de la actividad física (odds ratio: 1,19; intervalo de confianza de 95%: 0,82 a 1,73).[4] 

"La actividad física deportiva promueve la enfermedad por reflujo gastroesofágico al alterar la barrera antirreflujo (disociación esfínter esofágico inferior/diafragma) y aumentar el estrés en la unión esofagogástrica (presión abdominal). En la población, es probable que la actividad física regular reduzca el riesgo de enfermedad por reflujo gastroesofágico patológica. Cuando se trata de complicaciones de la enfermedad por reflujo gastroesofágico, los datos son débiles. En particular, porque muchos factores relacionados con la actividad física (estilo de vida) no se tienen en cuenta en los estudios", mencionó el Dr. Zerbib.

Muchos factores de confusión

Difícil en estas condiciones formarse una opinión. Los factores de confusión son numerosos y los estudios les prestan poca atención. Aunque siempre han incluido factores como la edad, el sexo y el índice de masa corporal, nunca se tienen en cuenta otros parámetros relacionados directa o indirectamente con la actividad física y el estilo de vida en general. De hecho, conocemos el impacto de la dieta (hipercalórica, rica en grasas) en el aumento de la aparición de enfermedad por reflujo gastroesofágico, así como en el consumo de alcohol. El papel de la actividad profesional también es probable, pero no se menciona en los estudios.

"Por lo tanto, es fácil imaginar que un paciente con una actividad física significativa probablemente coma más sano que un paciente sedentario, posiblemente con menos riesgo de desarrollar síntomas de enfermedad por reflujo gastroesofágico", enfatizó el Dr. Zerbib.

"En general, no es fácil evaluar el impacto de la actividad física en la enfermedad por reflujo gastroesofágico. Está bastante claro que la actividad deportiva promueve la enfermedad por reflujo gastroesofágico con mecanismos fisiopatológicos bien demostrados. Sin embargo, en la población, es probable que la actividad física reduzca el riesgo de enfermedad por reflujo gastroesofágico pero no sus complicaciones.[6] Además de su impacto sobre el peso y la obesidad abdominal, es muy probable que la inactividad física se asocie a un peor estilo de vida y, por tanto, a conductas que favorecen la enfermedad por reflujo gastroesofágico", concluyó el Dr. Zerbib.

*Fisiopatologícamente está demostrado que un índice de masa corporal alto aumenta el gradiente de presión gastroesofágica y las disociaciones entre el esfínter esofágico inferior y el diafragma, estas son transitorias o permanentes como en el caso de una hernia hiatal. La obesidad abdominal aumenta el estrés en la unión esogástrica y aumenta el riesgo de enfermedad por reflujo gastroesofágico y sus complicaciones por un factor de 2 a 3.[6,7]

El Dr. Frank Zerbib ha declarado que no tiene ningún conflicto de interés económico pertinente en relación con su presentación.

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Comentario

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