COMENTARIO

Probióticos orales y tópicos como tratamiento en el acné

Dra. Zaira Dennis Chávez López

Conflictos de interés

22 de marzo de 2023

El acné vulgar es una enfermedad caracterizada por erupciones cutáneas como comedones, pústulas, pápulas y quistes. Los factores que provocan esta enfermedad pueden ser la colonización bacteriana, el aumento de la producción de sebo y la queratinización anormal de los canales sebáceos.

El acné se presenta también en la población adulta, no sólo en los adolescentes, en las mujeres, tiende a ser más persistente y se localiza comúnmente en la cara, mientras que los hombres experimentan formas más graves con erupciones ubicadas principalmente en el pecho y la espalda.[1]

El acné se ha tratado de múltiples formas, dependiendo del tipo de lesiones. Los agentes tópicos son los más utilizados. Este grupo incluye queratolíticos, alfa-hidroxiácidos, peróxido de benzoilo, análogos de retinoides, ácido azelaico y antibióticos tópicos. En pacientes con lesiones refractarias a la terapia tópica o aquellos con enfermedad más grave o extensa, los antibióticos orales e isotretinoína pueden tener efectos benéficos en el control de Cutibacterium acnes, disminución en la inflamación y la reducción de la producción de sebo.[2] Es importante recordar que el uso conjunto de tetraciclinas e isotretinoína puede elevar el riesgo de presentar hipertensión craneal idiopática (pseudotumor cerebral).[3]

La patogenia del acné es compleja y multifactorial e involucra factores genéticos, metabólicos y hormonales en los que están implicados tanto la microbiota de la piel como la intestinal.[4] La piel es una barrera de primera línea contra el ambiente externo e interactúa continuamente con él. Se estima que existen aproximadamente 1012 bacterias en la piel, frente a las 1014 de la microbiota intestinal.[5]

Durante los últimos años, se ha investigado cada vez más el potencial inmunomodulador de la microbiota intestinal en órganos remotos. Específicamente, se han observado diferentes grados de influencia de la microbiota intestinal en el eje intestino-cerebro, intestino-pulmón, intestino-hígado e intestino-piel.[6,7,8] En cuanto al eje intestino-piel, la microbiota intestinal básicamente modula la funcionalidad y composición del sistema inmune innato/adaptativo, este hecho explica por qué algunas enfermedades de la piel tienen comorbilidades intestinales, y sugiere que existe un vínculo entre la presencia de disbiosis intestinal y el desequilibrio de la homeostasis de la piel.[9,10]

Acné y microbiota intestinal

La microbiota intestinal tiene una gran importancia en la formación de lesiones de acné, también es responsable de la adecuada inmunidad del organismo y de la defensa por parte de los microorganismos, determinando así la tolerancia a las sustancias suministradas al cuerpo humano con los alimentos, dando lugar a una respuesta inmunitaria.[11] El acné y la condición del tracto digestivo están asociados con la calidad del microbioma que habita en los intestinos. Además, tanto la piel como los intestinos están muy densamente vascularizados e inervados, realizan funciones neuroendocrinas e inmunitarias, entre otras.

La dieta occidental altera el equilibrio entre los microorganismos benéficos y patógenos, lo que contribuye a la inflamación, incluidas las enfermedades inflamatorias de la piel.[12]

Una posible influencia de la microbiota intestinal en el acné puede ser una interacción con la vía mTOR (objetivo de rapamicina en mamíferos). En general, mTOR es un regulador sensible a nutrientes que participa en procesos de crecimiento y diferenciación celular en la piel, siendo clave en la homeostasis y en la formación de una barrera epidérmica adecuada.[13]

En 2016, Monfrecola y sus colaboradores evidenciaron por primera vez el papel de la vía mTOR en la patogenia del acné, ya que observaron un aumento en la expresión de mTOR en pacientes con esta enfermedad de la piel, tanto en piel afectada como en piel no afectada, en comparación con controles sanos.[14]Agamia y sus colaboradores encontraron expresión citoplasmática y nuclear más intensa de mTOR, concentraciones séricas aumentadas de IGF-1 y expresión citoplasmática más alta de FoxO1 en pacientes con acné que en controles sanos, además, un consumo excesivo de una dieta de alta carga glucémica se asoció con niveles séricos más altos de IGF-1 y expresión citoplasmática de FoxO1 y mTOR.[15]

Asimismo, estudios en ratones han demostrado que al causar intolerancia a la glucosa y obesidad a través de una dieta con alta carga glucémica que modificaba la actividad de mTOR, se relacionaba con cambios específicos en la composición de la microbiota intestinal que se evidenciaban de manera inversa al administrar resveratrol (inhibidor específico del complejo 1 mTOR) a estos ratones.[16] Estos estudios asociaron la vía mTOR con los efectos de la dieta, la microbiota intestinal y la patogénesis del acné. Además, los metabolitos bacterianos pueden interactuar con la vía mTOR, y la vía mTOR también puede afectar la microbiota intestinal al controlar la barrera intestinal.[17] Por lo tanto, si se establece una barrera intestinal alterada en el contexto de la disbiosis intestinal, se puede formar un circuito de retroalimentación positiva, que puede amplificar la inflamación y agravar el acné.

El primer estudio de mayor calibre que encontró diferencias en la microbiota intestinal de pacientes con acné utilizando técnicas de cultivo microbiológico fue el de Volkova y colaboradores en el 2001 donde se estudiaron 114 pacientes con acné y 54% presentó disbiosis intestinal.[18]

Actualmente sabemos que el sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado puede causar un aumento en la permeabilidad intestinal, lo que lleva a una inflamación sistémica. Cuando se altera la barrera intestinal, la microbiota intestinal y sus metabolitos llegan a la circulación, se acumulan en la piel y pueden alterar la homeostasis cutánea.[4]

Acné y probióticos

Los ensayos clínicos en humanos que han utilizado probióticos para el tratamiento del acné han sido escasos, sin embargo, los estudios in vitro han mostrado varias propiedades interesantes de algunas cepas de probióticos con respecto a la patogenia del acné. La mayoría de los estudios in vitro se han centrado en evaluar la capacidad de las cepas probióticas para producir sustancias antimicrobianas que inhiben el crecimiento de Cutibacterium acnes a través de diversos mecanismos. Streptococcus salivarius, Lactococcus sp., HY 449 y Lactobacillus salivarius LS03 producen bacteriocinas que inhiben el crecimiento de C. acnes.[19,20,21]Bifidobacterium teenageris SPM0308 fue eficaz para controlar el crecimiento de C. acnes y S. aureus debido a su actividad antimicrobiana.[22]

El primer ensayo clínico con probióticos en pacientes con acné fue realizado por R. Siver en 1961.[23] Se administró una mezcla de Lactobacillus acidophilus y Lactobacillus bulgaricus por vía oral a 300 pacientes con acné durante 8 días, seguido de 2 semanas de lavado y luego 2 semanas más de tratamiento. Se observaron diferentes grados de mejoría clínica en 80% de los pacientes con acné, siendo esta intervención más efectiva en los casos de acné inflamatorio.

En 2013, Jung y colaboradores realizó un ensayo clínico en 45 pacientes con acné que se dividieron en tres grupos. Un grupo fue tratado con una mezcla de probióticos por vía oral, otro con el antibiótico minociclina por vía oral y el tercero con la mezcla de probióticos más minociclina por vía oral.[24] La duración del tratamiento en todos los casos fue de 12 semanas. La mezcla de probióticos contenía diferentes cepas de Lactobacillus acidophilus, Lactobacillus bulgaricus y Bifidobacterium bifidum. Los 3 grupos de pacientes mostraron una mejoría en el número de lesiones totales a las 4 semanas y continuaron mostrando mejoría hasta el final del estudio. A partir de la semana 8, los pacientes que tomaron una mezcla de probióticos más minociclina tuvieron una eficacia significativamente mayor en términos del número total de lesiones que los otros 2 grupos. Los autores concluyeron que el tratamiento adyuvante con una mezcla de probióticos provocó efectos antiinflamatorios sinérgicos y redujo los efectos adversos potenciales de la terapia antibiótica prolongada.

Fabbrocini y colaboradores realizaron un ensayo clínico aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo en 20 sujetos adultos para evaluar la eficacia del probiótico oral Lactobacillus rhamnosus SP1.[25] Después de 12 semanas de tratamiento, se compararon los cambios en la expresión de los genes IGF-1 y FoxO1 en áreas de la piel con lesiones de acné. En el grupo probiótico, hubo una reducción estadísticamente significativa en la expresión del gen IGF-1 (32%), así como un aumento estadísticamente significativo en el gen FoxO1 (65%). No se observaron cambios significativos en el grupo de placebo. Además, hubo una mejoría clínica considerable en los pacientes que fueron tratados con el probiótico.

En 2019, Rahmayani y colaboradores investigaron los efectos de una mezcla probiótica administrada por vía oral sobre los niveles de interleucina-10 en 33 pacientes con acné después de 30 días de tratamiento.[26] La mezcla probiótica contenía las cepas Bifidobacterium lactis W51, Bifidobacterium lactis W52, Lactobacillus acidophilus W55, Lactobacillus casei W56, Lactobacillus salivarius W57 y Lactococcus lactis W58. Se observó un aumento en los niveles del antiinflamatorio interleucina-10 después del tratamiento con la mezcla de probióticos.

Probióticos tópicos

No solo se han considerado los probióticos administrados por vía oral, sino también los probióticos tópicos para enfermedades de la piel, y especialmente para el acné. El tratamiento con probióticos tópicos se considera seguro y sin efectos adversos, especialmente cuando se compara con la terapia estándar, que en ocasiones puede ser más agresiva.[27]

A pesar del aumento de la oferta comercial de productos con supuestos efectos beneficiosos para el acné a base de probióticos en fórmula farmacéutica tópica, lo cierto es que no se han realizado muchos ensayos clínicos al respecto, y la evidencia actual sobre su eficacia es escasa. Los mecanismos de acción de los probióticos administrados tópicamente se desconocen en parte, pero se intuyen principalmente debido a estudios preclínicos in vitro. Los principales mecanismos de acción de los probióticos tópicos descritos por los autores de estos estudios fueron mejorar la función de barrera de la piel y secretar sustancias antimicrobianas que inhibían el crecimiento de C. acnes.

En 2022, Sathikulpakdee y colaboradores realizaron un ensayo clínico aleatorizado para evaluar la eficacia de una loción derivada de un probiótico frente a una loción de peróxido de benzoílo a 2,5% en 104 pacientes con acné de leve a moderado después de 4 semanas de tratamiento.[28] La loción derivada de probióticos se obtuvo del sobrenadante de un cultivo de Lactobacillus paracasei MSMC 39-1, una bacteria que ha demostrado inhibir el crecimiento de C. acnes. En ambos grupos, las lesiones de acné y el índice de eritema disminuyeron; por lo tanto, la loción derivada de L. paracasei MSMC 39-1 sería una alternativa segura comparable a la loción de peróxido de benzoílo a 2,5%.

Opinión del experto

Diversos y variados estudios in vitro han demostrado los potenciales efectos beneficiosos de los probióticos en este contexto; sin embargo, los ensayos clínicos con probióticos tanto tópicos como orales son escasos, aunque han mostrado resultados positivos.

No obstante, la evidencia de los efectos potencialmente beneficiosos de los probióticos orales es mayor. Los probióticos administrados por vía oral ejercerían sus funciones beneficiosas a través de la modulación de la microbiota intestinal, generando una respuesta antiinflamatoria, restaurando la integridad intestinal, oa través de vías metabólicas que involucran al IGF-1. Los probióticos tópicos parecen producir sus efectos a través de la inhibición del crecimiento de C. acnes en la unidad pilosebácea. Dada la agresividad de algunos tratamientos estándar para el acné, los probióticos deben continuar investigándose como terapia alternativa o adyuvante.

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