La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la rehabilitación cardiaca como "la suma de actividades necesarias para influenciar favorablemente sobre la causa de la enfermedad y proveer las condiciones físicas, mentales y sociales para que los pacientes puedan retomar su lugar en la comunidad por sus propios medios".
El eje principal de esas actividades es la prescripción de ejercicio físico, el cual en décadas previas se encontraba contraindicado en pacientes con enfermedad cardiaca debido a que se pensaba que existía riesgo debido al esfuerzo que implicaba sobre el corazón, sin embargo, el ejercicio físico brinda múltiples beneficios y los programas de rehabilitación cardiaca han mostrado una baja tasa de eventos adversos.[1] Los reportes mencionan la presencia de un evento de paro cardiaco por cada 111.996 horas-paciente de ejercicio físico, un infarto de miocardio por cada 293. 990 horas-paciente y un fallecimiento por cada 783.972 horas-paciente.[2]
Para disminuir el riesgo de eventos adversos se realiza una estratificación de riesgo del paciente tomando en cuenta factores de riesgo, antecedentes personales, fármacos, hallazgos de estudios y resultados de una prueba de esfuerzo inicial. Los pacientes con riesgo incrementado (fracción de eyección baja, presencia de arritmias o hipotensión, isquemia residual) pueden ingresar a un programa de rehabilitación, sin embargo, requieren una monitorización continua y estrecha.
En la actualidad pocos son los casos que cuentan con alguna contraindicación para iniciar un programa de rehabilitación (angina en reposo, insuficiencia cardiaca descompensada, arritmias ventriculares complejas no controladas, tromboembolia pulmonar aguda, pericarditis aguda, obstrucción del tracto de salida del ventrículo izquierdo sintomática, infecciones no controladas y trombo intracavitario).[3]
Las últimas guías internacionales recomiendan la rehabilitación cardiaca como indicación de clase I con un nivel de evidencia A para patologías cardiovasculares como cardiopatía isquémica e insuficiencia cardiaca, debido a que ha demostrado reducción en mortalidad de tipo cardiovascular, tasa de rehospitalizaciones y mejora en la calidad de vida.[4,5,6,7,8,9]
La prescripción del ejercicio debe cumplir con los lineamientos recomendados por las organizaciones profesionales, así como considerar los siguientes parámetros: frecuencia (número de sesiones por semana), intensidad (grado de esfuerzo que se realiza), tiempo (duración de la sesión de ejercicio), tipo (modalidad de entrenamiento), volumen (cantidad total de ejercicio) y progresión (tasa de incremento de la dosis de ejercicio).[10]
En el plan se debe ofrecer ejercicio de tipo aeróbico y contra resistencia, debido a que cada uno de estos tipos de entrenamiento aporta diferentes beneficios. El ejercicio aeróbico favorece el incremente en la tolerancia al esfuerzo, mejora la función endotelial, disminuye la progresión de aterosclerosis, disminuye los síntomas cardiovasculares y favorece el control de factores de riesgo (hipertensión, resistencia a la insulina, dislipidemia, obesidad). Por otra parte, el ejercicio contra resistencia (o ejercicio de fuerza) favorece fuerza muscular, capacidad funcional y composición corporal e incrementa la tasa metabólica en reposo, incrementa la calidad de vida y disminuye el grado de dependencia.[10]
Asimismo, los programas personalizados de rehabilitación cardiaca deben incluir intervenciones sobre la modificación de factores de riesgo, cumplimiento terapéutico, educación en salud, apoyo psicológico e implementación de un plan nutricional con el fin de crear hábitos de vida saludables, mejorar la calidad de vida y reincorporar a los pacientes de la mejor manera a sus actividades de la vida diaria, social y laboral.[11]
A pesar de que en la actualidad las guías internacionales recomiendan la rehabilitación cardiaca con un alto nivel de evidencia, en el último registro nacional de rehabilitación cardiaca realizado en México se identificó una tasa de ingreso a un programa de rehabilitación de solo 4,4% de los pacientes egresados de hospitalización por causa cardiovascular. Dentro de las causas identificadas a esta cifra se han encontrado baja tasa de referencia por el personal de salud, limitación económica, falta de personal o equipo médico, bajo número de centros que brinden este servicio y limitación geográfica por la localización de los centros principalmente en las grandes ciudades.[12]
Es necesario incrementar la referencia e ingreso de los pacientes a este tipo de programas para poder brindarles los beneficios previamente mencionados. No existe otro fármaco o intervención con efecto multisistémico como el ejercicio físico a través de estos programas.
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Citar este artículo: Beneficios de la rehabilitación cardiaca: el ejercicio físico como fármaco - Medscape - 29 de marzo de 2023.
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