Los biofármacos retrasan la artritis en pacientes con psoriasis

Lucy Hicks

Conflictos de interés

16 de marzo de 2023

Los pacientes con psoriasis tratados con inhibidores de interleucina-12 e interleucina-23 o inhibidores de la interleucina-23 tenían menos probabilidades de desarrollar artritis inflamatoria, en comparación con los tratados con inhibidores del factor de necrosis tumoral, según los resultados de un amplio estudio retrospectivo.[1]

Si bien estudios retrospectivos de cohortes anteriores han revelado que los biofármacos para tratar la psoriasis pueden reducir el riesgo de desarrollar artritis psoriásica, en comparación con otros tratamientos como la fototerapia y los fármacos antirreumáticos modificadores de enfermedad no biológicos orales, este análisis es el primero en el que se comparan clases de biofármacos, según escribieron en The Lancet Rheumatology la Dra. Shikha Singla, del Medical College of Wisconsin, en Milwaukee, Estados Unidos, y sus colaboradores.[1]

En el análisis, los investigadores utilizaron la base de datos TriNetX, que contiene datos no identificados de historias clínicas electrónicas de organizaciones de asistencia a la salud de todo Estados Unidos. En el estudio se incluyó a adultos con diagnóstico de psoriasis a los que se había recetado recientemente un biofármaco aprobado por la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos para el tratamiento de la psoriasis. Los fármacos biológicos se definieron por su clase: antifactor de necrosis tumoral, antiinterleucina-17, antiinterleucina-23 y antiinterleucina-12/23. Se incluyó a todos los pacientes con diagnóstico de psoriasis en el estudio. Se excluyó a todo paciente con diagnóstico de artritis psoriásica u otra artritis inflamatoria antes de recibir la prescripción de un biofármaco o en las dos semanas siguientes a recibir la prescripción.

Los investigadores identificaron a 15.501 pacientes elegibles con diagnóstico de psoriasis durante el periodo comprendido entre el 1 de enero de 2014 y el 1 de junio de 2022, con un tiempo promedio de seguimiento de 2,4 años. Los investigadores decidieron iniciar el periodo de estudio en 2014 porque el primer fármaco que no era anti factor de necrosis tumoral para la artritis psoriásica fue aprobado por la FDA de Estados Unidos en 2013: el biofármaco anti interleucina-12/23 ustekinumab. Durante el periodo de estudio, 976 pacientes presentaron artritis inflamatoria y se les hizo el diagnóstico una media de 528 días después de la prescripción del biofármaco.

En un análisis multivariable, los investigadores observaron que los pacientes a los que se prescribían inhibidores de la interleucina-23 (guselkumab, risankizumab o tildrakizumab) tenían casi 60% menos de probabilidades (hazard ratio ajustado [HRa]: 0,41; intervalo de confianza [IC] de 95%: 0,17 a 0,95) de presentar artritis inflamatoria que los pacientes bajo tratamiento con inhibidores del factor de necrosis tumoral (infliximab, adalimumab, etanercept, golimumab, certolizumab pegol). El riesgo de presentar artritis fue 42% menor (HRa: 0,58; IC 95%: 0,43 a 0,76) con el inhibidor de interleucina-12/23 ustekinumab, pero no hubo diferencias en los resultados entre los pacientes que tomaron inhibidores de la interleucina-17 (secukinumab, ixekizumab o brodalumab), en comparación con los inhibidores del factor de necrosis tumoral. En el caso del inhibidor de interleucina-12/23 ustekinumab, todos los análisis de sensibilidad no modificaron esta asociación. En el caso de los inhibidores de la interleucina-23, los resultados persistieron al excluir a los pacientes que presentaron artritis en los tres o seis meses posteriores a la primera prescripción de un biofármaco y al utilizar un umbral diagnóstico más alto para la aparición inicial de artritis.

Dra. Alexis R. Ogdie-Beatty

Si bien el estudio plantea una interrogante de investigación interesante, "yo no utilizaría estos resultados para cambiar realmente los patrones de tratamiento", dijo en una entrevista la Dra. Alexis R. Ogdie-Beatty, profesora asociada de medicina en la University of Pennsylvania, en Filadelfia, quien también es coautora de un comentario sobre el análisis.[2]

Si bien los análisis eran sólidos, acotó, existen sesgos inherentes a este tipo de datos observacionales que no pueden superarse. Por ejemplo, si un paciente acude a la consulta de un dermatólogo con psoriasis y también tiene dolor articular, el dermatólogo quizá sospeche que el paciente también podría tener artritis psoriásica y sería más probable que eligiera un fármaco que funcionara bien para ambas afecciones.

"Los fármacos con mayor eficacia comprobada para la artritis psoriásica son los inhibidores del factor de necrosis tumoral y los inhibidores de la interleucina-17", afirmó. Así pues, aunque el análisis mostró que estos medicamentos se asociaban a una mayor incidencia de artritis psoriásica, el dermatólogo posiblemente estaba tratando una presunta artritis y el paciente aún no se había remitido a un reumatólogo para confirmar el diagnóstico.

Los investigadores señalaron que intentaron mitigar estos problemas exigiendo que los pacientes tuvieran al menos un año de seguimiento antes de recibir la prescripción de biofármaco "a fin de captar solo a aquellos sin códigos previos para ningún tipo de artritis", así como realizando seis análisis de sensibilidad.

Tanto los autores como la Dra. Ogdie-Beatty coincidieron en que son necesarias más investigaciones para confirmar estos hallazgos. Los autores indicaron que un ensayo aleatorizado a gran escala puede resultar "prohibitivamente caro", pero los análisis agrupados de ensayos clínicos previos pueden ayudar a resolver este problema. "Se identificaron 14 ensayos aleatorizados publicados en los que se comparaban de forma directa diferentes clases de biofármacos en cuanto a su efecto sobre la psoriasis, y estos ensayos contenían en conjunto datos de más de 13.000 pacientes. El análisis conjunto de estos datos podría confirmar los resultados del presente estudio y tendría la potencia adecuada".

Pero este enfoque también tiene limitaciones, ya que la artritis psoriásica no se evaluó como un resultado en esos estudios, observó la Dra. Ogdie-Beatty. La aleatorización de distintos fármacos biológicos a pacientes que ya presentan un mayor riesgo de presentar artritis psoriásica podría ser una forma de abordar estas interrogantes sin necesidad de contar con una población de pacientes tan amplia.

El estudio fue realizado sin financiación externa o participación de la industria. La Dra. Singla ha declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente con la industria, pero varios autores declararon tener relaciones económicas con compañías farmacéuticas que comercializan biofármacos para la psoriasis y la artritis psoriásica. La Dra Ogdie-Beatty manifestó tener relaciones económicas con AbbVie, Amgen, Bristol-Myers Squibb, Celgene, CorEvitas, Gilead, Happify Health, Janssen, Lilly, Novartis, Pfizer y UCB.

Este artículo fue publicado originalmente en MDedge.com, parte de la Red Profesional de Medscape.

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