¿Cómo las ciudades en Latinoamérica afectan la salud metabólica de sus habitantes?

Amapola Nava

8 de marzo de 2023

Por la mañana Aranza tiene tres opciones para llegar al hospital donde realiza su servicio social. Cuando toma la ruta más rápida su trayecto dura solamente una hora. Por la tarde, cuando termina su servicio, camina 30 minutos del hospital a la clínica donde trabaja.

"Ya de regreso, del trabajo a mí casa, es cuando hago 2 horas. Podría hacer hora y media, pero salgo a las 8 de la noche de mi trabajo, cuando ya está oscuro y a esa hora, caminar de mi trabajo al metro no es tan seguro".

Aranza pasa al menos 4 horas de su día moviéndose de un destino a otro. En su trayecto de regreso, cuando la cantidad de gente lo permite, trata de dormir en el transporte público para descansar un poco. Además, para poder tener una alimentación balanceada llega a su casa a preparar su comida del día siguiente.

La estudiante de fisioterapia forma parte de los 15,62 millones de personas que entre semana viajan en la Zona Metropolitana del Valle de México para llegar a sus trabajos o escuelas. Allí 27,4% de las personas tarda entre 1 y 2 horas solo para llegar a su trabajo y hay 5,3% que tarda más de 2 horas.

Este tipo de historias no es raro en Latinoamérica, la región más urbanizada del mundo, donde más de 80% de la población vive en zonas urbanas y existen por lo menos 6 megaciudades con más de 10 millones de habitantes. Como comparación, en China solo 60% de la gente vive en ciudades.[1]

Esto tiene implicaciones para la salud de los latinoamericanos. Y un nuevo estudio, publicado en Nature Communications evidenció que las ciudades en Latinoamérica influyen en la salud metabólica de sus habitantes de una forma que nunca antes se había reportado en la literatura.[2]

Según la mayoría de las publicaciones científicas, una ciudad con más áreas verdes, más intersecciones o mayor densidad poblacional permitiría menores tasas de obesidad y afecciones metabólicas. Mientras que una ciudad más fragmentada y aislada aumentaría la probabilidad de que sus habitantes presenten estas enfermedades. Pero los investigadores de este nuevo estudio encontraron que en Latinoamérica estos efectos pueden ser hasta contrarios.

Dr. Jaime Miranda, Ph. D.

El Dr. Jaime Miranda, Ph. D., epidemiólogo y autor del estudio, señaló que las diferencias tienen su raíz en que la mayoría de la literatura científica solo analiza a países de ingresos altos. Para el investigador de la Universidad Peruana Cayetano Heredia los resultados muestran que Latinoamérica es un laboratorio espectacular para estudiar la salud urbana en contextos de países en desarrollo, que serán los más impactados por el proceso de urbanización mundial que se vive en la actualidad.

"La configuración, la organización y el crecimiento de nuestras ciudades son muy distintas. Nuestras ciudades reciben un volumen impresionante de gente sin ningún proceso de planificación urbana y, obviamente, mediado por menos infraestructura y menos recursos", destacó.

¿Cuáles son y qué significan las diferencias?

La investigación analizó 93.280 personas de 233 ciudades en la región y tuvo como objetivo determinar cómo la obesidad y la diabetes se asocian con la densidad poblacional, la densidad de intersecciones, las áreas verdes, la fragmentación y el aislamiento de las zonas urbanas, variables relacionadas con la movilidad y la actividad física que realizan los ciudadanos.

Lo que más resaltó en el estudio fue la fragmentación de las ciudades, que se asoció con un menor índice de masa corporal y 7% menos probabilidad de tener obesidad. Algo completamente opuesto a lo reportado en la literatura, que predice que en las zonas fragmentadas la gente camina menos y hay una mayor prevalencia de obesidad.

"La literatura dice que entre más fragmentada esté una ciudad, es decir, entre más parches y suburbios, es necesario el transporte privado para movilizarse, por lo que la gente con mayores ingresos sale a vivir allí. Pero eso en nuestro contexto no sucede. Las ciudades más fragmentadas tuvieron menores tasas de los indicadores que estudiamos. La explicación que postulamos es que sí, nuestras ciudades crecen y crecen de manera grande, pero a pesar de ello la gente tiene que viajar y lo hacen en transporte público", explicó el Dr. Miranda.

Ana Gabriela Ortega Ávila, Ph. D.

A la especialista en salud pública de la Universidad Nacional Autónoma de México, Ana Gabriela Ortega Ávila, Ph. D., también le sorprendió el efecto de la fragmentación en el índice e masa corporal y la obesidad. Y comentó que en algunos contextos, como el mexicano, las áreas un poco más ruralizadas pueden tener mejores patrones de dieta.

La segunda variable que resaltó en el estudio fue la densidad de intersecciones, que hace referencia al tamaño de las manzanas o cuadras en una ciudad. En Europa y Norteamérica se ha observado que entre mayor densidad de intersecciones o menor tamaño de las cuadras, los habitantes tienen mayor posibilidad de caminar y menor tasas de obesidad. Pero en Latinoamérica se encontró que a mayor densidad de intersecciones mayor índice de masa corporal, 4% a 5% más de probabilidad de padecer obesidad y 4% más de diabetes.

"Una de las hipótesis es que tenemos conectividad de calles, pero también una percepción de la seguridad que no nos permite estar en las calles tanto como nos gustaría. Habrá que estudiarlo más, pero la salud urbana es algo complejo y las recomendaciones sobre este tema tendrán que venir de diferentes ángulos. Como lograr mayor acceso a establecimientos con frutas y verduras, mejorar la seguridad y la percepción de la seguridad en las ciudades, crear espacios verdes adecuados para la actividad física y la recreación, etcétera", explicó Nancy López Olmedo, Ph. D., autora del estudio y experta en salud poblacional del Instituto Nacional de Salud Pública en México.

Las otras variables analizadas fueron el aislamiento de la ciudad, que se esperaba que aumentara las probabilidades de obesidad y diabetes, pero no presentó asociación; y la densidad poblacional, que se esperaba que fuera inversamente proporcional a la obesidad y la diabetes, esta variable se asoció con 4% menos de probabilidad de diabetes, pero no tuvo asociación con la obesidad.

La única variable que fue consistente con la literatura fue la cantidad de áreas verdes, que sí disminuyó las tasas de obesidad y diabetes en las ciudades de Latinoamérica.

Alimentación y percepción de la seguridad en Latinoamérica

María Daniela Defagó, Ph. D.

Latinoamérica presenta un entramado geográfico y cultural muy diferente al de las ciudades europeas o estadounidenses, en nuestra región aún persisten situaciones de desigualdad que impactan negativamente, señaló María Daniela Defagó, Ph. D., investigadora en el Centro de Investigaciones en Nutrición Humana de la Universidad Nacional de Córdoba, en Argentina.

"Los beneficios de moverse caminando son ampliamente conocidos, sin embargo, nuestra región presenta obstáculos que dificultan la movilidad. A pesar del esfuerzo sostenido de los gobiernos, los índices de inseguridad siguen siendo altos y esto puede ser una limitante tanto para caminar como para elegir espacios verdes para realizar actividad física al aire libre. Otro factor que obstaculiza la movilidad es la falta de educación vial de los automovilistas, que genera situaciones de peligro en los peatones. Así también la inaccesibilidad física en situaciones de movilidad reducida, como las personas usuarias de sillas de ruedas", señaló.

Una investigación que se realizó en Colombia encontró que en áreas de estratos socioeconómicos bajos las personas están expuestas a percepciones negativas sobre las posibilidades de caminar o andar en bicicleta en su barrio, lo que los expone a comportamientos poco saludables, como la inactividad física y contribuye a generar inequidades en salud.[3] En México, la percepción de inseguridad es de 71,3% para las mujeres y de 60,9% para los hombres.

Ortega Ávila comentó que las ciudades en Latinoamérica afectan la salud de sus habitantes por dos factores principales, primero por no promover la actividad física mínima recomendada y segundo por no proveer entornos alimentarios saludables.

"Hay que recordar que muchísima gente pasa mucho tiempo de casa. Lo ideal es que la gente cocine en casa, con ingredientes locales, que tengan tiempo para cocinar y comer tranquilamente. Pero eso está muy asociado con el nivel socioeconómico y la realidad del país es que la gente no vive en ese ideal, la mayoría pasa muchísimo tiempo en el transporte público y la comida que pueden consumir es la que está disponible donde se mueven, por tanto, si el entorno alimentario no es saludable, su dieta no va a ser saludable".

Políticas públicas para la salud urbana

Los especialistas concuerdan que las políticas públicas dirigidas a mejorar la salud urbana son urgentes en una región tan urbanizada y que ha crecido sin planificación, como Latinoamérica, pero al mismo tiempo recalcan que su diseño e implementación serán complejas.

Nancy López Olmedo, Ph. D.

"Todavía no podemos hacer recomendaciones totalmente definidas, dado que los resultados aún son muy preliminares, pero ya nos van dando una idea de por dónde tenemos que ir y como en todo, las intervenciones tendrán que ser multisectoriales", concluyó Nancy López Olmedo, Ph. D., experta en salud poblacional del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y autora del artículo, añadiendo que ahora le toca a cada país de Latinoamérica obtener sus análisis individuales.

Defagó hace hincapié en la necesidad de garantizar la disponibilidad y el acceso a alimentos sanos e inocuos, del etiquetado frontal de alimentos y la regulación de la publicidad de alimentos no saludables. En sus investigaciones, la especialista ha encontrado que los alimentos ultraprocesados están disponibles en todas las áreas de las ciudades, incluso más que alimentos sanos.[4]

Para apoyar a los tomadores de decisiones, y a toda persona interesada en los entornos alimentarios, Ortega Ávila realizó un visualizador del entorno alimentario para México, que clasifica los municipios del país según la disponibilidad que tengan de frutas y verduras, comida rápida, supermercados, abarrotes, restaurantes, fondas, etcétera.

"Creo que otra enseñanza muy importante consiste en la primera invitación es dentro de la comunidad científica y es a rebatir constantemente, a ser muy acuciosos, muy críticos ante lo que dice la literatura, ante el famoso copy and paste de las intervenciones en salud pública. Tenemos que ser muy cautos y sobre todo muy realistas para entender los contextos donde se aplican estas intervenciones”, concluyó el Dr. Miranda.

María Daniela Defagó, Ph. D., Ortega Ávila, Ph. D., López Olmedo, Ph. D., y el Dr. Miranda, Ph. D., han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

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