Semaglutida es un análogo del receptor del péptido 1 similar al glucagón muy efectivo para el manejo de los pacientes con diabetes de tipo 2 y obesidad. Es un fármaco que cuando se usa en dosis de 0,5 a 1 mg semanal por vía subcutánea genera una reducción importante de los niveles de glucosa, pérdida de peso y beneficio cardiovascular en las personas que viven con diabetes de tipo 2.
Por estos motivos, en el consenso del manejo de la hiperglucemia de la American Diabetes Association (ADA) y de la European Association for the Study of Diabetes (EASD) de 2022 se mencionó a este fármaco como uno de alta efectividad para la disminución de la glucosa sérica.
Por otro lado, las dosis altas de semaglutida (entre 2 y 2,4 mg) generan una pérdida de peso importante y están aceptadas en múltiples países para el manejo de personas con obesidad, independientemente de que vivan con o sin diabetes. Es necesario recalcar que si bien es el mismo fármaco, la presentación de 1 mg está aprobada solo para su uso en diabetes, mientras que la dosis alta de 2,4 mg tiene la indicación de uso en obesidad.
En los últimos meses todos los que tenemos oportunidad de prescribir semaglutida nos hemos percatado de la dificultad que se tiene para el acceso al fármaco inyectable, en particular para la dosis de 1 mg. Este fenómeno no es exclusivo de los países latinoamericanos, de hecho, se ha reportado también en Estados Unidos y Canadá. A finales de 2022, en la red social TikTok apareció una serie de videos muy visualizados (estimado en millones de vistas) en los que muchos usuarios mostraban los efectos de pérdida de peso con semaglutida inyectable.
Seguido de esto, la demanda del público general (tuviera o no diabetes) y el uso fuera de etiqueta del fármaco aumentaron rápidamente, disminuyendo las existencias en una gran cantidad de países. Debido a la fuerza de esta demanda, las existencias de la presentación de dosis altas de semaglutida (2,4 mg) para obesidad también se vieron muy reducidas. Agregado a este fenómeno social y como consecuencia de las condiciones de abasto global durante la pandemia de COVID-19 también han existido dificultades en algunos aspectos de la manufactura del fármaco. Ambos eventos se han conjuntado para generar el desabasto.
Como es posible imaginar, la consecuencia de esta súbita popularidad ha impactado a las personas con diabetes que utilizan semaglutida para el control de su enfermedad. Por esta razón, en múltiples casos el fármaco ha tenido que ser sustituido por otras alternativas dentro la misma clase terapéutica (como la presentación oral) o incluso fuera de ella.
Este evento lleva a varias reflexiones. Una es que si bien la prescripción fuera de etiqueta de un fármaco queda a juicio de cada proveedor de salud y debe mantenerse, usar un fármaco en su indicación primaria dirige el tratamiento a quienes en teoría mayor beneficio clínico obtendrán y así se optimizan los recursos.
Por otro lado, si un paciente solicita un fármaco en específico, es deber de cada uno de nosotros entablar una conversación honesta con cada paciente sobre su indicación, ventajas y desventajas y esclarecer las dudas y dar alternativas, tanto farmacológicas como no farmacológicas para sus padecimientos.
En segunda instancia, conforme se desarrollen nuevos fármacos efectivos para tratar diabetes y bajar de peso, es probable que su demanda global se incremente. Las siguientes generaciones de fármacos inyectables, como los coagonistas del receptor de péptido 1 similar al glucagón y del péptido insulinotrópico dependiente de glucosa también son benéficas mejorar la glucemia y bajar de peso, por tanto, se podría esperar que la presión de la demanda exista y esto debe llevar a estrategias preventivas diseñadas a mantener el abasto, en especial para las poblaciones que más lo requieran.
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Citar este artículo: La popularidad tiene un precio - Medscape - 9 de marzo de 2023.
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