Un médico interviene en un aparatoso accidente de tráfico

¿Hay un médico en casa?

Dr. Mohamed Hani Farhat; Sarah Yahr Tucker

Conflictos de interés

2 de marzo de 2023

Las emergencias ocurren en cualquier lugar, en cualquier momento y, a veces, los médicos se encuentran en situaciones en las que son los únicos que pueden ayudar.

"¿Hay un médico en casa?" es una serie de Medscape que cuenta estas historias.

Salía de un turno de 48 horas más un día de administrar sedación ambulatoria en el Hospital Sparrow de Lansing. Era diciembre y hacía frío en Michigan, Estados Unidos. Las carreteras estaban bien, sin nieve, pero noté una cantidad inusual de tráfico en la autopista. Entonces vi que salía humo de un paso elevado adelante.

Dr. Mohamed Hani Farhat

Conduje por el borde de la carretera por donde no era permitido y me acerqué. Una camioneta se había estrellado contra una de las grandes estructuras de hormigón bajo el puente. Vi gente corriendo, pero no pude ver a los servicios de urgencias ni a ningún socorrista. Desde donde estaba, pude identificar a cuatro niños que ya habían sido rescatados y a un adulto que seguía en el asiento del conductor. Calculo que los niños tenían 7, 5, 3 y un bebé de pocos meses. Dejé el automóvil y fui a ayudar.

Pude determinar correctamente las edades porque soy médico de cuidados intensivos pediátricos. Como especialidad, no somos muy conocidos. Supervisamos el cuidado de los pacientes en las unidades de cuidados intensivos, pero de los pacientes que son niños. Parte del trabajo es que somos expertos en triaje. Reconocemos lo que es potencialmente mortal y lo que no lo es tanto.

Los niños estaban con unos adultos que los abrigaban con mantas. Examiné a cada uno de ellos. El bebé estaba dormido pero atento y actuaba como un bebé normal. El niño de 3 años vomitaba y parecía muy fatigado. El niño de 5 años tenía una laceración en la frente y perdía y recuperaba el conocimiento. La niña de 7 años gritaba debido a diferentes lesiones.

Aunque todos me preocupaban, identifiqué a uno en particular: el de 5 años. Era evidente que necesitaba atención médica seria y rápida, así que no lo perdí de vista. Los demás habían sufrido heridas importantes, pero mi mejor presunción era que podrían llegar a un hospital y ser estabilizados.

Dicho esto, soy instructor de traumatología y una de las cosas que siempre digo a los residentes es: los traumatismos son una caja negra. Por fuera, puede parecer que un paciente no tiene muchas lesiones, pero debajo, puede haber algo peor, como una lesión cerebral. O el tórax puede haber recibido un impacto contuso que afecte al corazón. Puede haber una hemorragia interna en alguna parte del vientre. Es muy difícil averiguar qué está pasando exactamente sin equipos y pruebas.

Ni siquiera tenía pulsioxímetro ni pulsómetro. Me guiaba más o menos por el aspecto del niño: pulso, frecuencia cardiaca, conciencia, cosas así.

Después de los niños, me acerqué a mirar al hombre del automóvil. La parte delantera ya se había incendiado. Pude ver al conductor –el padre de los niños, supuse– inconsciente y encorvado. Me preguntaba ¿Por qué no lo han sacado?

Me acerqué al automóvil por el lado del pasajero delantero y entonces tuve esa sensación. Sabía que tenía que retroceder. Inmediatamente.

Así lo hice. Unos segundos después, todo el coche estalló en llamas.

Creo que Dios tiene el control de todo. Traté de llegar a ese hombre, pero la escena era insegura. Más tarde supe que varias personas, entre ellas una joven enfermera que se encontraba en el lugar, también habían intentado llegar hasta él.

Cuando llegó el servicio médico de emergencias, me identifiqué. Naturalmente, estas personas hacen un trabajo muy, muy importante, pero pueden estar más acostumbrados al infarto de alguien de 60 años, a la herida de bala de una persona de 25, al niño enfermo ocasional. Pensé que cuatro niños –cada uno con posibles lesiones politraumáticas críticas– suponían un reto para cualquiera.

Les dije: "Esto es lo que hago a diario y este es el niño que más me preocupa. El estado de los otros sin duda es preocupante, pero yo daría prioridad a llevar a este niño al hospital. ¿Puedo ir con ustedes?". Aceptaron.

Lo subimos a él y a su hermana mayor a la primera ambulancia (ella tenía mucho dolor, consecuencia de una fractura de fémur). Los otros dos niños viajaron en la segunda ambulancia. El hospital del que acababa de salir estaba a diez minutos. Llamé al otro médico de cuidados intensivos pediátricos que había allí, mi compañero. Pensó que le llamaba por un asunto rutinario, pero no fue así. Le dije: "Estoy con cuatro niños traumatizados de nivel 1 en dos ambulancias y me dirijo al hospital ahora mismo, tiempo estimado de llegada, diez minutos".

De camino, pensé que el niño podría perder el conocimiento en cualquier momento. Necesitaba un tubo para respirar y me debatí entre ponérselo en la ambulancia o esperar a llegar a urgencias. Basándome en mi juicio y en sus constantes vitales, opté por esperar a que lo hicieran en un entorno más controlado. Si hubiera creído que necesitaba una vía aérea permeable de inmediato, lo habría intentado. Pero esas son las decisiones difíciles que hay que tomar.

Mi compañero había avisado a los equipos de traumatología y urgencias del hospital. Cuando llegamos, ya estaba en urgencias con el equipo de traumatología y el personal de urgencias. Todo el mundo estaba preparado. Y entonces fue como "divide y vencerás". Él atendió a uno de los niños. El equipo de urgencias y yo estábamos con el pequeño que realmente me preocupaba. Le pusimos el tubo de respiración en cuestión de minutos. El equipo de traumatología atendió a los otros dos.

Todos los niños fueron estabilizados e ingresados en la unidad de cuidados intensivos pediátricos. Me alegra decir que al final todos evolucionaron bien. Incluso el pequeño que más me preocupaba.

Debo decir que este incidente me ha dado una perspectiva de lo que sufren los servicios médicos de emergencias. La medicina de campo que hacemos en Estados Unidos está todavía en pañales en muchos aspectos. Una de las cosas que me encantaría ver en el futuro es una unidad de cuidados intensivos móvil. Cuando se sufre una enfermedad crítica, a veces solo se dispone de segundos, minutos, quizá horas si se tiene suerte. Cuanto antes se pueda dar a los pacientes el tratamiento que necesitan, mejores serán los resultados.

Me gusta cuidar a niños gravemente enfermos y a sus familias, encaja con mi personalidad, es una causa maravillosa, pero hay que estar preparado para casos trágicos como este. Sí, los niños salieron vivos, pero el accidente se cobró la vida de su padre de una forma horrible. Y no pude hacer nada al respecto.

Los cuidados intensivos tienen un costo emocional, psicológico y físico. Es una montaña rusa: a algunos niños les va bien, a otros, no. Lo único que puedo hacer es responsabilizarme. Controlo mis emociones, tanto si el pronóstico es favorable como desfavorable. Y hago todo lo que puedo.

El Dr. Mohamed Hani Farhat es médico de cuidados intensivos pediátricos en la University of Michigan C.S. Mott Children's Hospital de Ann Arbor y en el Sparrow Hospital en Lansing, Michigan.

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