Exponer el conocimiento de los efectos de realizar actividad física regular desde las bases celulares, el pronóstico de sobrevida y el impacto positivo en diversas afecciones de salud en dos artículos es una labor titánica y en base a esto, las revisiones publicadas en American Journal of Preventive Cardiology explican los cambios mitocondriales que ocurren en las personas que realizan actividad física, el impacto que esta tiene en la salud cardiovascular y las recomendaciones contemporáneas para ser llevada a cabo.[1,2]
A la par, revelan una extraordinaria teoría de daño miocárdico al practicar ejercicio que se considera extremo, manifestándonos así un amplio panorama de oportunidades para proponer a la población lo conveniente que es hacer deporte.
Efectos del ejercicio
Desde un punto de vista molecular el ejercicio físico promueve un estado constante de renovación mitocondrial con la consecuente adaptación de las fibras miocárdicas para un mejor rendimiento muscular, además de disminuir el estrés oxidativo.[3,4,5]
Para adultos de 18 a 65 años se recomienda realizar por lo menos 150 minutos de ejercicio de intensidad moderada (caminata, nado recreativo, etc.) o 75 minutos de intensidad vigorosa (trote, carrera, nado competitivo) por semana, además de incluir dos días de actividades de fuerza muscular (flexiones, abdominales, sentadillas, etc.) con la finalidad de promover un estilo de vida saludable.
Sin embargo, se pueden obtener más beneficios a una mayor carga de ejercicio.
Cabe mencionar que las guías actuales incorporan información de la conducta sedentaria para tratar de limitar el tiempo en reposo, ya que no solo se trata de cumplir el requerimiento mínimo de un ejercicio, sino también de tener actividades de baja intensidad cada cierto periodo, debido a que se han analizado estudios que tienen una relación de horas al día de inactividad con mayor mortalidad.
Los beneficios de la actividad física incluso en pacientes con cardiopatía isquémica están documentados en demasía con los programas de rehabilitación cardiaca en prevención primaria y secundaria, con la premisa de un entrenamiento físico dosificado y supervisado para generar una especie de preacondicionamiento isquémico, es decir, desarrollar tolerancia a la exposición de isquemia.[6]
Actualmente la intensidad del ejercicio es uno de los principales objetivos de los estudios de investigación. Como se ha visto en las recomendaciones, una actividad física de mayor intensidad requiere de menor tiempo en su ejecución para obtener beneficios de salud cardiovascular. No obstante, esto nos lleva a cuestionar si existe un límite en el cual el ejercicio se considere perjudicial o genere daño miocárdico. Se han descrito algunas situaciones en que el ejercicio se vincula a eventos cardiovasculares adversos, como realizar actividad intensa (≥ 6 MET) de forma aguda y eventual, atribuyéndose a que se estresa a un corazón posiblemente enfermo, no diagnosticado o con la probabilidad de contribuir a la aparición de arritmias por todos los fenómenos fisiológicos del ejercicio en un miocardio no adaptado, aunque siguen siendo episodios escasos.[7]
Una nueva hipótesis de daño miocárdico por ejercicio extremo ha surgido: realizar actividad física intensa y por tiempo prolongado puede pasar el umbral de lo fisiológico, como las enfermades, a cambios mal adaptativos. Aumento de volumen, presión, inflamación y daño miocárdico hasta cumplir la meta de deportes extremos ponen al límite al cuerpo. Aengevaeren y sus colaboradores revelan la elevación de troponinas posterior a una media de cuatro horas de carrera de maratón, teniendo en cuenta que las troponinas son el estándar de oro en daño miocárdico.[8]
Otros hallazgos particulares que se han encontrado a atletas de alto rendimiento son asociación a enfermedad coronaria crónica, concretamente con placas de ateroma de predominio cálcico y fibrilación auricular.[9,10]
Conclusión
Para nadie es un secreto que hoy en día la actividad física regular, un régimen de entrenamiento estructurado y un buen nivel de acondicionamiento cardiovascular implican una reducción en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares. La omisión de las actuales recomendaciones sobre actividad física conlleva un deterioro semejante al producido por el tabaquismo y la obesidad, por tanto, consideramos que el tema abordado exige un esfuerzo multidisciplinario que encamine a reemplazar el tiempo de sedentarismo por actividad física, idealmente dosificada, con una conducta en ascenso y con una precaución de no llevarlo a un extremo dañino.
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CRÉDITO
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Citar este artículo: Ejercicio y prevención cardiovascular ¿siempre y para todos? - Medscape - 3 de marzo de 2023.
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