Las dificultades a las que se enfrentan los médicos de familia en la prevención de suicidios

Dra. Esther Samper

Conflictos de interés

14 de febrero de 2023

Desde 2018, las muertes por suicidio se han incrementado año a año de forma constante en España. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2021 se registraron 4.003 fallecimientos por esta causa (unas 11 muertes al día), lo que supone 8,45 fallecimientos por cada 100.000 habitantes. Un incremento notable en comparación con el año 2018 en el que se documentaron 3.539 muertes, con 7,57 fallecimientos por cada 100.000 habitantes. En la actualidad, el suicidio es la primera causa de muerte violenta en nuestro país. Datos preliminares del INE sugieren que esta tendencia creciente se mantiene también en 2022.

En ese sentido, la pandemia ha contribuido a aumentar aún más las tasas de mortalidad por suicidio. Estos y otros hallazgos se analizan en el informe Evolución del suicidio en España en este milenio (2000-2021), en el que han participado investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), del Centro de Investigación Biomédica en Red Salud Mental (CIBERSAM) y del hospital del Mar de Barcelona.[1] El trabajo forma parte de la acción de vigilancia epidemiológica de la Plataforma Nacional para el Estudio y la Prevención del Suicidio.

El documento detalla que tres de cada cuatro personas que murieron por suicidio en 2021 fueron hombres. En torno a la mitad de los fallecidos tenían entre 40 y 64 años, 31% tenía 65 años o más, 13,8% tenía entre 25 y 39 años y 5% entre 20 y 24 años. De aquellos que habían muerto por suicidio, 87% había nacido en España, mientras que el resto (casi 13%) eran originarios de otros países. La pandemia de la COVID-19 ha impactado especialmente en el colectivo de personas migrantes: la mortalidad por suicidio ha aumentado casi 25% en este grupo.

En la actualidad, no existe ningún plan nacional integral para la prevención del suicidio, aunque son cada vez más voces las que reclaman uno. No obstante, sí se han dado iniciativas aisladas por parte de algunas comunidades autónomas y el año pasado se puso en marcha la línea gratuita de atención a la conducta suicida (024).

La atención primaria tiene una posición social privilegiada para la detección precoz de la ideación suicida o de la planificación/paso al acto del mismo debido a su cercanía a la población y a su accesibilidad. Las doctoras expertas en conductas suicidas y portavoces de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC) Ana Peral y Rocío García-Gutiérrez declararon a Univadis España: "Los médicos y médicas de cabecera somos, en un gran número de casos, las primeras personas a la que acuden (aproximadamente el 40% de los pacientes que intentan suicidarse acuden en la semana previa al médico de familia, y el 18% va el mismo día, y el 75% de los que dan el paso han ido a su centro de salud en algún momento en el año anterior) ya sea directamente por ideas autolíticas o por un motivo de consulta diferente que, con la suficiente formación y tiempo, deja traslucir el verdadero problema".

Sin embargo, la sobrecarga asistencial y el limitado tiempo por paciente puede complicar la detección de las personas con ideación suicida por parte de los médicos de familia. El Dr. Antonio Torres, coordinador de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) consideró que "en la salud mental el contacto personal, la cercanía humana, la necesidad de ganarse la confianza del paciente es fundamental para que el paciente se abra y nos comunique algunos de los aspectos que nos puedan dar la clave para la detección lo antes posible de la conducta y de la ideación suicida. Por lo tanto, la sobrecarga asistencial sería un factor de riesgo más para la conducta suicida y su falta de detección".

Las doctoras Ana Peral y Rocío García-Gutiérrez señalaron que "a menos tiempo por consulta, más probabilidades de que no podamos detectar estos signos o síntomas de depresión, ansiedad y, por último, ideación suicida en nuestros pacientes. Si disponemos solo de unos 6 minutos por paciente, es difícil conocer a la persona con la profundidad necesaria, adquirir la confianza suficiente para hacer este tipo de preguntas ni, por supuesto, emplear la empatía y la escucha necesaria para poder apoyar y aconsejar en casos tan difíciles como el de querer quitarse la vida".

Ambas doctoras explicaron: "En Madrid estamos trabajando en la medicina de 'apagar fuegos', 'resolviendo' los problemas de forma rápida y sin llegar al fondo del asunto. No podemos hacer nuestro trabajo de forma satisfactoria porque no podemos sentarnos delante de los pacientes y mirarle a los ojos. Hacemos lo que podemos con el escaso tiempo del que disponemos, pero muchos casos están pasando desapercibidos, y esto se traduce en tragedias evitables con tiempo y espacio suficiente para la generación de confianza y de una relación médico-paciente satisfactoria".

Este contenido fue originalmente publicado en Univadis, parte de la Red Profesional de Medscape.

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