La epigenética y la saciedad, "pistas" prometedoras para desarrollar marcadores predictivos de la obesidad

Carla Nieto Martínez

9 de febrero de 2023

MADRID, ESP. Las cifras de obesidad y la creciente prevalencia de las enfermedades metabólicas plantean a los especialistas la necesidad de buscar herramientas que permitan un mejor diagnóstico y desarrollar estrategias terapéuticas personalizadas. En este escenario, los investigadores se enfocan en la identificación de marcadores predictivos que "arrojen luz" sobre aspectos tan determinantes como los mecanismos implicados en el desarrollo de la obesidad, la susceptibilidad a presentar complicaciones asociadas y la respuesta al tipo de intervención dietética o a la cirugía bariátrica.[1]

El análisis y actualización de la actividad que se lleva a cabo en este ámbito fue objeto de dos sesiones celebradas en el marco del XVIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) de 2022.

Dra. Ana Belén Crujeiras/Fuente: SEEDO

En la ponencia Bases epigenéticas de la obesidad, la Dra. Ana Belén Crujeiras, de la Unidad de Epigenómica del Instituto de Investigaciones Sanitarias de Santiago (IDIS)/Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS), analizó las evidencias más recientes en cuanto a la conexión entre la epigenética y la obesidad y sus enfermedades asociadas, destacando que el estudio de las marcas epigenéticas es una línea que arroja expectativas más favorables.[2]

"Todos estamos expuestos a un ambiente obesogénico derivado del consumo de alimentos ultraprocesados y comida rápida, de un elevado sedentarismo y de la contaminación ambiental —disruptores endocrinos—. Sin embargo, no toda la población tiene obesidad, sino que hay personas resistentes a este efecto del ambiente obesogénico, mientras que otro grupo —en mayor proporción— es susceptible de padecerla".

La Dra. Crujeiras señaló que cuando las estrategias actuales de tratamiento (restricción calórica, actividad física, cirugía bariátrica y fármacos) se aplican a las personas con obesidad, se observa una variabilidad en la respuesta: hay muy buenos respondedores y otros que son resistentes a la pérdida de peso. Asimismo, el seguimiento de los respondedores a los 12 a 24 meses también manifiesta una respuesta variable, de manera que hay personas que van a mantener el peso perdido, mientras que otras lo recuperan irremediablemente.

"Por tanto, nos enfrentamos a tres grupos de pacientes en cuanto a la eficacia de las intervenciones para tratar esta enfermedad: personas propensas a la obesidad, resistentes a la pérdida de peso y reganadoras del peso perdido. Estos grupos suponen el gran reto en el contexto de la lucha contra la obesidad".

La hipótesis del fenotipo ahorrador

La Dra. Crujeiras recalcó la existencia de más de 600 genes asociados a la obesidad y que la evidencia demuestra que la genética solo es capaz de explicar 20% a 30% de la variabilidad en la respuesta al tratamiento y la susceptibilidad a la obesidad; el resto (70%) se debe a estilo de vida (40%), ambiente sociocultural (15%), cuidados de la salud (10%) y ambiente físico, sobre todo la temperatura a la que estamos expuestos (5%).  

Es en este contexto, donde se pone de manifiesto el papel de la epigenética, cuyos mecanismos conectan el ambiente y la genética, destacó: "Actualmente existen evidencias de que hay mecanismos epigenéticos relacionados con la obesidad, pero no sabemos muy bien si es la obesidad la que induce esas marcas epigenéticas o son las marcas epigenéticas las que condicionan la enfermedad. Pero sabemos que estas marcas epigenéticas están relacionadas con las enfermedades asociadas a la obesidad, como el síndrome metabólico, la diabetes e incluso el cáncer. Asimismo, las características de reversibilidad de los mecanismos epigenéticos los convierte en objetivos terapéuticos muy prometedores".

En relación con esto, la Dra. Crujeiras compartió los resultados de los estudios del Grupo de Investigación de la Epigenómica en Endocrinología y Nutrición del IDIS, que ella dirige y que han permitido identificar una firma epigenética de tejido adiposo obeso que se refleja en leucocitos de sangre periférica y que soporta lo que la especialista definió como hipótesis del fenotipo ahorrador.

"Aplicando la evidencia de la epigenética a los tres grupos de pacientes a los que nos referíamos antes —predisposición a la obesidad; dificultad para perder peso y reganancia de peso— se sitúa la hipótesis del fenotipo ahorrador, que estaría condicionado por la memoria epigenética inducida por los factores ambientales y la herencia transgeneracional. Disponer de mecanismos epigenéticos —p. ej., biomarcadores— que nos ayuden a detectar a las personas que tienen este fenotipo permitiría establecer terapias en el contexto de la medicina personalizada, dirigidas a las marcas epigenéticas que condicionan ese fenotipo ahorrador".

Optimizar la reversibilidad epigenética

En este sentido, los estudios del equipo de la Dra. Crujeiras  también han evidenciado que mediante una estrategia nutricional basada en una dieta cetogénica muy baja en calorías el perfil de estas marcas epigenéticas de la obesidad se revierte y se aproxima más al perfil que se observa en las personas sanas con normopeso.

"Además, se ha visto que la actividad física revierte el metiloma asociado a la obesidad, lo que a su vez se relaciona con los beneficios metabólicos que induce la actividad física. La cirugía bariátrica también es capaz de revertir el metiloma asociado a la obesidad. Y al igual que ocurre con la dieta cetogénica muy baja en calorías, hemos visto que la dieta mediterránea se asocia con cambios en la metilación en determinados genes y se estudia en la misma línea el efecto beneficioso de la dieta atlántica", destacó.

Asimismo, puntualizó que todos estos estudios llevan a identificar biomarcadores que en conjunto con la genómica, la metabolómica y el estudio del exposoma nos ayuden a estratificar a los pacientes y establecer una terapia más precisa y personalizada de los pacientes con obesidad basada en diferentes nutrientes, patrones de estilo de vida específicos, suplementación de compuestos bioactivos capaces de moderar las marcas epigenéticas y en casos más extremos, determinados fármacos epigenéticos.

El reto de la reganancia: teorías y evidencias

La complejidad que supone tanto para los pacientes como para los especialistas lograr el mantenimiento en el tiempo del peso perdido y evitar la reganancia o "efecto rebote" se abordó en la sesión ¿Jugamos a adivinar el futuro? Marcadores predictivos.[3]

Mónica Bulló, Ph. D. Fuente: SEEDO

Mónica Bulló, Ph. D., catedrática de Nutrición y Metabolismo en la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona), comentó: "Perder peso es fácil y disponemos de estrategias para ello, pero lo realmente complicado es mantener ese peso perdido a largo plazo. Para mí el gran hándicap es definir el 'largo plazo'. Llevamos más de 20 años arrastrando la idea de que perder entre 5% y 10% de peso corporal y mantenerlo durante un año era una buena opción, pero es necesario revisar este criterio y abogar por una pérdida de peso mantenida a lo largo del tiempo".

"En cuanto a las estrategias que se emplean actualmente para el abordaje de la obesidad, la realidad demuestra que si hay una fórmula que funciona para perder peso a largo plazo es la cirugía bariátrica: los estudios reflejan que mantiene el peso perdido al cabo de los diez años en torno a 50% y 70% de los pacientes. Sin embargo, hay que tener en cuenta aspectos como la tasa de reoperación, que no es nada desdeñable. Por tanto, la cirugía bariátrica es una buena opción, pero no está indicada en todos los pacientes y no hay que perder de vista que tratamos una enfermedad comunitaria", destacó Bulló.

"Por otro lado, los estudios sobre la intervención dietética y el estilo de vida demuestran que al final todos los pacientes recuperan el peso perdido cuando se proyecta a dos años o más. Estas estrategias suelen cronificarse y en cierto modo van a contracorriente de los cambios fisiológicos que suceden en el organismo", añadió.

En este sentido, estudios con grandes cohortes de pacientes apuntan a que la mayor pérdida de peso al inicio del tratamiento y perder peso de manera ni muy rápida ni muy lenta suponen factores predictivos de más éxito para mantener el peso perdido durante más tiempo. "También se sabe que aquellos que han sido capaces de mantener este peso durante dos años presentan un mejor pronóstico a largo plazo", señaló Bulló.

La saciedad es la pista

La especialista explicó que las adaptaciones metabólicas que subyacen a los mecanismos de respuesta frente a una intervención de pérdida de peso no se conocen con exactitud, aunque se considera que los estudios metabolómicos podrían suponer buenas estrategias para perfilar las probabilidades de éxito o fracaso de una intervención.

"Por tanto, se apuntan algunos aspectos como la regulación del apetito y la saciedad como estrategia de recompensa. Parece que los sujetos que padecen este efecto rebote tienen una menor capacidad de sentirse saciados, por lo que el esfuerzo que deben realizar para perder peso es todavía mayor, una situación que les provoca una mayor sensación de culpabilidad y también favorece que decaiga su ánimo e incrementa el riesgo de depresión o ansiedad", añadió.

Al respecto, el grupo de investigación de Nutrición y Salud Metabólica del Instituto de Investigación Sanitaria Pere i Virgili, del que Bulló es investigadora principal, trata de hallar algunos metabolitos que puedan predecir una mayor respuesta saciante tras las comidas: "Hemos identificado dos metabolitos cuyos niveles circulantes se asocian con la presencia de saciedad en personas con sobrepeso, pero se trata de resultados que requieren verificación. A través de estudios de metabolitos y de la microbiota intestinal se obtienen algunos marcadores con cierta capacidad predictiva, pero con resultados aún no concluyentes".

Bulló hizo hincapié en la necesidad de disponer de indicadores objetivos para predecir el éxito o el fracaso de la pérdida de peso y el mantenimiento del peso perdido: "Necesitamos saber qué condiciona la reganancia del peso corporal, de ahí el interés por buscar nuevos marcadores que puedan determinar con mayor precisión no solo los sujetos con mayor riesgo de desarrollar obesidad, sino también orientar sobre los resultados esperados con determinadas estrategias de tratamiento y predecir el efecto rebote. En este sentido, las ómicas pueden ser una herramienta útil para discriminar a individuos con una mejor/peor respuesta en el control del peso corporal".

Finalmente, la especialista incidió en la complejidad y cronicidad que caracterizan a la obesidad "y, por tanto, requiere un abordaje también complejo y crónico. El manejo integral favorece el éxito de las intervenciones para el control del peso corporal; por otro lado, la integración de datos supone la nueva frontera para la medicina de precisión en obesidad".

La Dra. Crujeiras y Bulló, Ph. D., han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

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