Las emergencias ocurren en cualquier momento y lugar, y a veces los médicos se encuentran en situaciones en las que son los únicos que pueden ayudar.
"¿Hay un médico en casa?" es una nueva serie de Medscape que cuenta estas historias
Estaba de excursión con mi mejor amigo y mi perro en Big Bear Lake, California, Estados Unidos. Hicimos senderismo y acampamos, y al día siguiente continuamos subiendo la montaña. Se estaba poniendo muy empinada y mi perro Virgil no podía seguir. Así que le dije: "Me regreso, amigo".

Dr. Jeremy Kilburn
Bajamos unos 400 metros y me encontraba de pie sobre una roca, Virgil estaba muy cansado y como que caminó sobre mí, lo que me hizo perder el equilibrio. Alcancé a levantar mi pie izquierdo que, al caer, quedó entre dos rocas, enseguida me di cuenta de que se había fracturado ya que al ver la planta de mi pie… no estaba donde debería estar.
Decidí poner el pie en su sitio, y sí, me dolía mucho. Me senté y pensé en lo que debía hacer. Llamé a gritos a mi mejor amigo, quien bajó.
A la par, otros excursionistas se acercaron: dos monitores de campamento y un grupo de niños tenían una radio. Pidieron ayuda. En ese momento me quedé allí, sintiéndome avergonzado, como si fuera el novato que se fue de acampada y tuvo que ser rescatado. Me aterraba la experiencia de ser ese tipo.
Me senté a esperar al helicóptero y, cuando llegó, tardó mucho en aterrizar. Estábamos cerca de un campo, pero la pendiente era muy accidentada, con rocas por todas partes. Pude ver cómo el piloto del helicóptero se balanceaba centímetro a centímetro sobre una roca enorme. Y me sentí aún peor. ¡Vaya! ¿Qué estoy haciendo? ¿Cómo ha podido pasar esto?
Sin embargo, mi visión no era perfecta y me perdí lo que pasó a continuación. De repente, mi mejor amigo está delante de mí diciendo: "¡Dios mío! ¡Al tipo le pegó la hélice!". Yo respondí: "¡¿Qué?!". "¡Sí, le dio en la cabeza la hélice del rotor!", confirmó. "Llévame hacia allá", le pedí. Mi mejor amigo es ingeniero eléctrico, no podía ayudar a nadie.
En realidad, se trata de un problema de seguridad importante para todas las operaciones de helicópteros. Es algo de lo que hablamos todo el tiempo. Creo que el fallo aquí fue que el helicóptero estaba inclinado, por lo que el rotor se inclinaba hacia abajo. Los niños estaban aplaudiendo cuando aterrizaron, así que tal vez el tipo perdió la concentración. No quiero conjeturar, pero sucedió.
Mi amigo me ayudó a cojear hasta allí, el hombre estaba en el suelo, inconsciente, sangrando mucho. Uno de los monitores del campamento estaba presionando con su camisa la enorme herida de la cabeza, acción que le salvó la vida. No estaba seguro de si debíamos evacuarlo inmediatamente o tratar de estabilizarlo. Entonces me di cuenta de que no respiraba muy bien. Decidí que teníamos que centrarnos en el aquí y ahora.
Había bolsas y bolsas de equipo en el helicóptero. Demasiadas cosas. Tenían tanques de oxígeno, insumos para vías respiratorias. Estuve rebuscando en esas enormes mochilas y tirando cosas en medio del campo hasta que finalmente encontré los insumos para vías respiratorias que necesitaba. Al principio, iba a intubarlo por vía oral, pero no tenía un buen acceso intravenoso así que deseché ese plan y le puse una cánula nasofaríngea y le apliqué ventilación con la bolsa. Me cargué los bolsillos con medicamentos para soporte vital avanzado por si los necesitaba durante el vuelo.
Le dije al piloto: "Oye, amigo, voy a necesitar ayuda para ventilar con la bolsa a este tipo. Si necesita medicamentos, necesitaré manos extra". Alguien también debía mantener la presión sobre su cabeza. Pero se suponía que el helicóptero solo podía llevar al rescatador, al piloto y a la víctima. Así que tiramos un montón de peso. Asientos, equipo, todo lo que pudimos sacar, lo arrancamos y lo tiramos al campo, el objetivo: irnos lo más pronto posible.
El otro monitor del campamento me ayudó a ventilar al paciente con la bolsa y a ocuparme de él durante el vuelo. El paciente empezó a despertarse, intentando quitarse la mascarilla, sin estar totalmente consciente de la circunstancia en la que se encontraba. Pero seguimos manteniendo la presión y aplicándole ventilación. Yo daba muchos saltos y no paraba de golpearme el pie, lo cual era extremadamente doloroso. Pensé en que había gente que hacía mucho más en circunstancias peores.

El teniente coronel Kilburn es médico en activo de la Fuerza Aérea.
Por fin llegamos al hospital y se lo llevaron en camilla. Lo intubaron y lo pasaron al quirófano. Fue curioso, porque el médico de urgencias era reservista de la Fuerza Aérea y yo estoy en servicio activo. En un momento dado, me preguntó: "Oye, ¿alguna vez te has roto una pierna?". A lo que respondí: "¿Has trabajado alguna vez en...?". Resulta que era el médico de urgencias que me atendió cuando me rompí la pierna en otra ocasión. Así que nos reímos de eso. Tampoco me di cuenta hasta varios años después de que había trabajado con él en el University Medical Center en Las Vegas, Estados Unidos.
A mí me enyesaron la pierna y más tarde me operó el cirujano de la Fuerza Aérea. Mi amigo y Virgil tuvieron que volver a pie y al día siguiente volvimos todos en automóvil a casa.
El tipo se recuperó bastante bien. Tenía algunos déficits, pero en general está bien. La Highway Patrol de California me mantuvo informado durante varios meses.
Cuando eres médico hospitalista, estás acostumbrado a mucho apoyo. No se me da muy bien poner venoclisis, porque nunca las pongo. Ahí fuera no podía decir: "Oiga, enfermera Smith, ¿podría ponerle una venoclisis y yo vendré a ponerle un catéter central dentro de un rato?". Tienes lo que tienes. Poner una venoclisis con un equipo nuevo con el que nunca había trabajado, sobre el terreno, fue un reto. Me sentí muy cómodo con el material para las vías respiratorias, aunque muchos de los equipos eran diferentes.
Tuve suerte porque soy médico militar y acababa de capacitarme en transporte aéreo de cuidados críticos (CCATT) y también tenía algo de capacitación en entornos austeros. Así que me sentía mucho más cómodo con la "aviación no estándar", como la llamamos en el ámbito militar, y con las evacuaciones médicas.
El algoritmo sigue siendo útil, no obstante. Todavía va a haber alguna versión de vías respiratorias, respiración, circulación. Pensé mucho en eso. No puedo dejar que este tipo se vuelva hipoxémico, porque es probable que tenga una lesión cerebral y eso sería un segundo impacto. Y debo asegurarme de que tenga un buen pulso radial y una buena presión arterial, porque no debo dejar que se ponga hipotenso. Piensas en esas cosas. Simplemente es más difícil ejecutarlas en la naturaleza.
La enseñanza que saqué de todo esto fue que las cosas más sencillas salvan vidas: mantener la presión, control de las vías respiratorias, oxigenar, tomar las decisiones adecuadas para moverse o no. No es ciencia espacial. Hay que mantener siempre los principios básicos.
Todos los médicos han ensayado lo que harían en una situación así. Es parte de lo que eres. Solo que, cuando ensayaba, no tenía una fractura en el tobillo.
El Dr. Jeremy Kilburn, teniente coronel de la Fuerza Aérea, está especializado en cuidados pulmonares y críticos y es profesor asociado de medicina en la Facultad de Medicina Kirk Kerkorian de la Universidad de Nevada, en Las Vegas, Estados Unidos. También es director de la Oficina de Medicina Militar de la facultad.
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CRÉDITO
Imagen principal: Dreamstime/Medscape Illustration
Figura 1: Kirk Kekorian School of Medicine
Figura 2: Dr. Jeremy Kilburn
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Citar este artículo: Un accidente de senderismo se convierte en una catástrofe de helicóptero - Medscape - 31 de enero de 2023.
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