El esprúe tropical es un síndrome de mala absorción caracterizado por esteatorrea que se cree está causado por una infección bacteriana o vírica del intestino delgado.[1,2] Suele presentarse con síntomas como anorexia, pérdida de peso, glositis, queilitis, anemia y otras deficiencias nutricionales, que no están presentes en el paciente de este caso.[1,2] Además, aunque este paciente provenía de México, es poco probable que la enfermedad se manifieste 5 años después.
La celiaquía puede manifestarse por dolor abdominal y diarrea.[3] Sin embargo, ante la falta de pruebas serológicas y de cualquier síntoma o signo extraintestinal, como erupción cutánea, anemia ferropénica, niveles elevados de aminotransferasas, osteopenia u osteoporosis relacionada con déficit de calcio o vitamina D o manifestaciones cutáneas o neurológicas, parece poco probable. La enfermedad intestinal inflamatoria (colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn) probablemente produciría otros signos o síntomas sugestivos de un proceso inflamatorio autoinmunitario, como marcadores inflamatorios positivos en sangre o heces. Por último, los antecedentes de la paciente, junto con una tomografía computarizada abdominal normal, no son indicativos de pancreatitis crónica. En consecuencia, el diagnóstico más probable es úlcera péptica por la causa más probable, infección por Helicobacter pylori.
Dispepsia es un término que se utiliza generalmente para englobar síntomas variables asociados a malestar o molestias de la parte alta del tubo digestivo. Se refiere predominantemente a dolor epigástrico, saciedad precoz, plenitud posprandial o ardor epigástrico, en ausencia de enfermedad estructural que explique estos síntomas.[4] En pacientes con dispepsia mayores de 60 años, se recomienda realizar una endoscopia para descartar un cáncer gástrico. En pacientes menores de 60 años, se recomienda ampliamente la realización de pruebas no invasivas de detección de H. pylori como primer paso.[4] Si las pruebas son positivas se inicia un tratamiento con antibiótico (estrategia de prueba y tratamiento). Si los resultados son negativos puede iniciarse un tratamiento con inhibidores de la bomba de protones. La principal advertencia es que la serología no es una prueba adecuada. En este contexto clínico, se requieren pruebas de heces o aliento. Además, si se presentan síntomas de alarma, como anemia, pérdida de peso, disfagia o vómito, puede estar justificada una endoscopia digestiva alta con biopsias.[4]
Helicobacter pylori se describió por primera vez en 1983, en asociación con la gastritis crónica.[5] Se trata de una bacteria gramnegativa, microaerófila, flagelada y con forma de espiral que suele encontrarse en el estómago y el duodeno.[6] Este microorganismo tiene una actividad ureásica muy elevada. La ureasa hidroliza la urea luminal gástrica en amoniaco básico y dióxido de carbono, que neutraliza el ácido gástrico local.[6] Además el dióxido de carbono es convertido en bicarbonato por una enzima denominada anhidrasa alfa-carbónica, que neutraliza aún más el ácido gástrico.[7] Todos estos mecanismos ayudan a H. pylori a subsistir en el entorno ácido del estómago. Además, la forma espiral, los flagelos y las enzimas mucolíticas de la bacteria facilitan su adhesión y penetración en la capa de moco viscoso gástrico, donde el entorno de pH más neutro permite un mejor crecimiento bacteriano.[6] Lamentablemente, debido a su actividad, H. pylori provoca lesiones celulares e inflamación.
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Citar este artículo: Diarrea, uso de inhibidores de la bomba de protones y dolor en un trabajador de restaurante de México - Medscape - 27 de enero de 2023.
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