COMENTARIO

La Asociación Mexicana de Médicos en Formación está formando a los líderes mexicanos en salud del futuro

El blog de la estudiante de medicina

Rocío Guadalupe González González

Conflictos de interés

25 de enero de 2023

 

Los emprendedores sociales no se conformarán con solo dar un pez o enseñar a pescar, sino que no descansarán hasta revolucionar la industria de la pesca.

En 1994 un grupo de estudiantes de medicina en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) fundó la Asociación Mexicana de Médicos en Formación, A. C. (AMMEF), organización sin fines de lucro que con más de 6.000 miembros y casi 30 años de trayectoria se proyecta como la asociación de profesionales de la salud en formación más grande del país y la segunda más grande de Latinoamérica.

Si tuviera que resumir en pocas palabras lo que significa ser parte de este proyecto, solo podría decir que desde mi etapa formativa me ayudó a descubrir todas las caras que tiene la ciencia médica.

En México al estudiante se le ha dicho que solo tiene el poder de tomar acción sobre su realidad cuando alcanza el alto estándar de conocimientos, experiencias y habilidades para proyectarse como alguien digno de liderar esfuerzos sobre intereses colectivos. Cuatro años después de haber pisado por primera vez una Asamblea Nacional de la AMMEF puedo decir sin la menor duda, que confío y creo más que nunca en el poder que tienen las juventudes en medicina para aprovechar su iniciativa, su avidez por el conocimiento y su pasión por el altruismo para lograr cambios positivos en los sistemas bajo los que funciona la educación y la profesión médica.

Mi experiencia incluye un sinnúmero de oportunidades, aprendizajes e intercambios de ideas y perspectivas con estudiantes que desde diferentes realidades se encuentran formando una nueva visión de la medicina en México.

Quizá la más importante de ellas ha sido el proceso de empoderamiento de las comunidades estudiantiles, que en todo contexto han sido silenciadas bajo la idea de que no es válido opinar desde posiciones ajenas a la autoridad y las altas jerarquías de nuestros sistemas formativos. En organizaciones como esta la voz es reclamada por las juventudes y usada no solo para hablar en favor de sus propios intereses, sino para evidenciar las necesidades en salud de otras comunidades vulnerables: niños, adultos mayores, comunidades LGBTIQ+, migrantes y refugiados, personas de bajos recursos, etcétera.

Es así como desde los niveles formativos médicos más tempranos nos hemos involucrado con proyectos de prevención y educación en salud, reforzando nuestros propios conocimientos y generando un impacto social positivo en nuestros espacios de aprendizaje.

Uno de los mayores regalos es la posibilidad de acceder a nuevas plataformas en temas de educación médica: ¿cómo funcionan los sistemas de educación médica? ¿Cómo y por qué la acreditación importa? ¿De qué manera nos involucramos como estudiantes para construir un mejor sistema para nosotros y nuestros compañeros?

Quizá la pieza clave radica en promover el aprendizaje de todo aquello de lo que poco se habla en nuestras escuelas, abriendo espacios para la investigación, la docencia, la integración de la salud pública y su relación con las políticas públicas en salud; de esa manera resulta fácil entender que la medicina no solo se hace en hospitales, clínicas y consultorios, sino a diario, en la calle, las escuelas y los espacios legislativos, así como a través de toma de decisiones y de generación de ciencia.

La creación de estrechos lazos entre médicos en formación de distintos niveles académicos, desde el primer semestre de carrera hasta médicos residentes, llega para romper el paradigma de la mordaz competitividad de las facultades de medicina donde comúnmente se nos educa para visualizar a nuestros compañeros como una competencia directa que debemos sobrepasar todo el tiempo. Crear una comunidad de estudiantes de medicina que hoy sabe que el médico en formación de al lado no es su competencia, sino un potencial punto de apoyo para aprender lo que no sabe, para recibir soporte cuando sus recursos se agotan y para crear equipos multidisciplinarios en favor de quienes serán nuestros pacientes en el futuro.

Organizaciones como la AMMEF me mostraron que hoy caminamos juntos, no solo como estudiantes, sino a través de una red de apoyo de docentes, directivos, tomadores de decisiones, profesionistas y estudiantes de otras áreas. Que hay un lugar para todos los médicos en formación, sea cual sea su vocación y el área desde la que decidan formarse para aportar a la construcción de mejores sistemas de salud. Asimismo, y quizá sea el mayor aprendizaje de esta experiencia, hoy sé que no importa que nuestras voces aún se vean pequeñas dentro de un sistema que parece inmenso y que nos sitúa al final de la cadena como si se tratara de una ley natural.

Hoy sabemos que tenemos mucho que decir, mucho que hacer y sobre todo, mucho que construir. Lo que hoy está en manos de alguien más mañana estará en las nuestras y tenemos la responsabilidad de convertirnos en la mejor versión que nuestro gremio ha tenido para hacer las cosas bien.

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