Un médico salva a una familia que se ahogaba en un río peligroso

¿Hay un médico en casa?

Dr. Daniel Cassavar; Sarah Yahr Tucker

Conflictos de interés

23 de enero de 2023

Las emergencias ocurren en cualquier lugar, en cualquier momento y, a veces, los médicos se encuentran en situaciones en las que son los únicos que pueden ayudar.

"¿Hay un médico en casa?" es una nueva serie de Medscape que cuenta estas historias.

Vivo en el río Maumee en Ohio, Estados Unidos, a unos 45 metros del agua. Salí temprano y volví a casa para almorzar con mi esposa. Después, me fui a mi granero, al otro lado de la carretera principal, para distraerme. Era un buen día, así que mi esposa había abierto algunas ventanas cuando de repente, escuchó gritos desde el río… No sonaban a gritos de diversión.

Dr. Daniel Cassavar

Corrió hasta la orilla del río y vio a un padre y tres niños luchando contra la corriente. Me llamó gritando: "¡Se están ahogando! ¡Se están ahogando!". Salté a mi camioneta y conduje hasta el río por nuestro camino de entrada a través del patio.

Mi esposa ya estaba llamando al 911 en ese momento y pude verlos a unos de 70 o 90 metros. El padre tenía a dos de los niños aferrados a su cuello. Desaparecían bajo el agua y subían, y desaparecían de nuevo. El otro chico estaba flotando cerca, boca abajo, inmóvil.

Me quité los zapatos y la bata y comencé a caminar hacia el agua. Mi esposa me gritó: "¡No vayas a entrar ahí!". Respondí: "No voy a quedarme viendo. Eso no va a pasar".

Ya no soy tan joven, pero fui nadador en el bachillerato y hasta el día de hoy hago ejercicio todo el tiempo. Sentí que tenía que intentar algo. Entonces, me metí al agua a pesar de los gritos de mi esposa y nadé hacia ellos.

Lo que pasa cuando te metes en esas aguas profundas es que entras en pánico. No puedes escuchar a nadie debido a los rápidos y tu instinto es nadar de regreso, hacia donde entraste, que es contra la corriente. A menos que seas un nadador muy bueno, solo estás perdiendo el tiempo, nadando en el mismo lugar.

Pero ellos no estaban tratando de ir a ninguna parte. El papá solo estaba tratando de mantenerse a flote y mantener a los niños con vida. Estaba en unos 3 metros de agua. Lo que no vieron o simplemente no sabían: a unos 20 metros río arriba de esas aguas profundas hay una pequeña isla.

Cuando llegué a ellos, le grité al papá que se moviera hacia la isla: "¡Retrocede! ¡Ve hacia atrás!". Le di la vuelta al chico que no se movía. Era el mayor de los tres, tenía unos 10 u 11 años. Cuando lo puse boca arriba, estaba azul y no respiraba. Puse mis dedos en su cuello y no sentí pulso.

Entonces, estoy flotando en el agua, sosteniéndolo. Le puse un brazo en la espalda y comencé a hacerle compresiones en el pecho. Probablemente hice entre una docena y 15 compresiones, nada. Pensé, tengo que darle un poco de aire a este chico. Le di dos respiraciones profundas y luego comencé a hacer compresiones nuevamente. Sé que los entrenamientos de soporte vital cardiovascular avanzado (SVCA/ACLS) y de reanimación cardiopulmonar (RCP) dirían que ya no hacemos eso, pero no podía simplemente quedarme allí y rendirme. Poco después, tosió una gran cantidad de agua y comenzó a respirar.

El papá y los otros dos niños habían llegado a la isla. Comencé a moverme hacia él con el niño. Pasaron unos minutos antes de que recuperara la conciencia. Por supuesto, él no estaba al tanto de lo que había sucedido y  empezó a gritar, porque estaba ahí con un hombre extraño sosteniéndolo. Pero estaba respirando, eso es todo lo que me importaba.

Cuando llegamos a la isla, vi que mi vecino río abajo había sacado su canoa. Es un señor jubilado que vive a mi lado, un hombre en muy buena forma física. Comenzó a remar tan fuerte como pudo hacia nosotros, contra la corriente. Le mostré un pulgar hacia arriba, en señal de "Ya estamos a salvo. Resistimos". Subimos a los niños y al papá en la canoa y regresamos contra la corriente hasta el estacionamiento donde entraron.

Todo esto tomó probablemente 10 o 15 minutos, y para entonces ya estaban ahí los paramédicos. Un helicóptero de Life Flight había llegado a mi granero donde hay espacio para aterrizar, también estaba ahí una ambulancia. El chico que reviví fue trasladado en el helicóptero al hospital. Los demás fueron en la ambulancia.

Conozco a todos los médicos del Departamento de Urgencias, así que hablé con alguien más tarde que, con el permiso de la familia, me dijo que todos estaban bien. Le estaban haciendo radiografías a los pulmones del chico. Luego escuché que el padre y dos niños fueron dados de alta esa noche. El otro niño al que le realicé la reanimación se quedó en observación durante la noche y fue dado de alta a la mañana siguiente.

Cuatro o cinco días después me contactó su pediatra con autorización de la familia. Me envió una nota muy bonita a través de Epic, había visto a los chicos y fuera de la tensión emocional del evento, todos estaban sanos y salvos.

La familia vive en el área y los niños van a la escuela a unos 3 kilómetros de mi casa, así que al siguiente fin de semana vinieron. Era el Día del Padre, lo cual fue genial, me trajeron algunas flores y dulces y una tarjeta que los niños habían dibujado para agradecerme.

Me enteré de que el papá había llevado a los niños al sitio de pesca. Estaban jugando en el área de agua que les llegaba a las rodillas. Uno de los niños se alejó un poco y no se dio cuenta de que había una bajada. Entró y, por supuesto, el padre fue tras él, y los otros dos lo siguieron.

Les dije a los padres: "Miren, este tipo de cosas suceden por una razón. Las personas como su hijo se salvan y continúan en este mundo porque tienen cosas especiales que hacer. No veo la hora de saber en qué clase de hombre se convierte".

Dos o tres meses después, era la temporada de americano y recibí un mensaje del padre que decía que su hijo jugaría el sábado en la escuela y me preguntó si podría ir. Me escabullí y fui a ver, pero no los saludé, no quería reactivar el trauma por el que pasaron.

Soy muy afortunado de hacer ejercicio todos los días y de saber hacer reanimación cardiopulmonar y nadar. Y gracias a Dios el chico estaba flotando cuando llegué a él o nunca lo hubiera encontrado. Al río Maumee se le conoce como el "Maumee fangoso". No puedes ver nada debajo del agua.

Dependiendo de la época del año, el río puede estar casi seco o desbordarse hasta el estacionamiento con una corriente fuerte. Si hubiera sido así, no habría considerado entrar. Y en primer lugar ellos tampoco hubieran estado allí, habrían estado medio kilómetro río abajo.

Me arriesgué. Podría haberme acercado y que el papá y los otros dos niños saltaran encima de mí. Entonces todos habríamos estado en problemas. Pero como le dije a mi esposa, no podía quedarme allí a ver. Simplemente no soy esa persona.

Creo que también era por ser padre y por tener nietos ahora. Fuera o no médico, sentí que estaba en una forma razonablemente buena y que tenía que ayudar. Este padre se estaba esforzando, pero tres niños pequeños son demasiados. No puedes hacerlo solo. No lo iban a lograr.

Voy al hospital y salvo vidas como parte de mi trabajo y al regresar a casa ni hablo de eso, pero esto fue una cosa completamente diferente. Poder salvar la vida de alguien cuando se encuentra en esta situación es muy gratificante, es un sentimiento tremendo. Hay una razón por la que ese joven está aquí hoy y estaré esperando grandes cosas de él.

El Dr. Daniel Cassavar es cardiólogo de ProMedica en Perrysburg, Ohio, Estados Unidos.

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