Nueva guía recomienda detectar el consumo de cannabis en todos los pacientes antes de una intervención quirúrgica

Jake Remaly

Conflictos de interés

16 de enero de 2023

Si una persona fuma, utiliza cigarrillos electrónicos o ingiere cannabis, su anestesiólogo debe saberlo antes de que se someta a una intervención quirúrgica, según la nueva guía médica.[1]

Conforme a las recomendaciones de la American Society of Regional Anesthesia and Pain Medicine (ASRA), debe preguntarse a todos los pacientes que se sometan a procedimientos quirúrgicos que requieran anestesia regional o general si utilizan la droga, con qué frecuencia y de qué forma.

Una de las razones: los pacientes que consumen cannabis con regularidad pueden experimentar dolor más intenso y náuseas después de la operación y pueden requerir más analgesia con opiáceos, afirmó el grupo.

Las recomendaciones de la sociedad, publicadas el 3 de enero en Regional Anesthesia and Pain Medicine, constituyen la primera guía estadounidense que considera el consumo de cannabis en relación con la cirugía, de acuerdo con el grupo.[1]

Posibles interacciones

El incremento del consumo de cannabis en los últimos años preocupa a los investigadores por su posible interacción con la anestesia y complicación del manejo del dolor. Sin embargo, según los autores de la nueva guía, pocos estudios han evaluado las interacciones entre cannabis y agentes anestésicos.

"Con el aumento del consumo de cannabis, tanto medicinal como recreativo, entre la población general, los anestesiólogos, los cirujanos y los médicos de atención perioperatoria deben conocer sus efectos en la fisiología, con el fin de proporcionar una atención segura", señala la guía.

"Antes de una intervención quirúrgica, los anestesiólogos deben preguntar a los pacientes si consumen cannabis, ya sea con fines medicinales o recreativos, y estar preparados para modificar el plan de anestesia o retrasar la intervención en determinadas situaciones", declaró en un comunicado de prensa sobre las recomendaciones el Dr. Samer Narouze, Ph. D., presidente de la American Society of Regional Anesthesia and Pain Medicine y autor principal de la guía.[2]

Si bien algunos pacientes pueden consumir cannabis para aliviar el dolor, las investigaciones demuestran que "los consumidores habituales pueden experimentar más dolor y náuseas después de la intervención quirúrgica, no menos, y quizá necesiten más medicamentos, incluidos los opiáceos, para controlar las molestias", señaló el Dr. Narouze, presidente del Center for Pain Medicine en el Western Reserve Hospital en Cuyahoga Falls, Estados Unidos.

Riesgos de vómitos e infarto de miocardio

Las nuevas recomendaciones fueron elaboradas por un comité de 13 expertos, entre ellos anestesiólogos, médicos especialistas en dolor crónico y un defensor del paciente. La Dra. Shalini Shah, vicepresidenta de anestesiología de la Facultad de Medicina de la University of California en Irvine, Estados Unidos, fue la autora principal del documento.

Cuatro de las 21 recomendaciones se clasificaron como de grado A, lo que significa que su aplicación aportaría beneficios sustanciales. Dichas recomendaciones consisten en examinar a todos los pacientes antes de la intervención quirúrgica; posponer la cirugía electiva en pacientes que presenten alteraciones del estado mental o de la capacidad de toma de decisiones en el momento de la intervención; advertir a los consumidores habituales y consuetudinarios sobre la posibilidad de que el consumo de cannabis afecte al control del dolor postoperatorio; y advertir a las pacientes embarazadas sobre los riesgos del consumo de cannabis para el feto.[3]

Los autores citaron estudios en apoyo de sus recomendaciones, entre ellos uno que demostraba que el consumo prolongado de cannabis se asociaba a un aumento de 20% de la presencia de náuseas y vómitos posoperatorios, una de las principales quejas de los pacientes sometidos a una operación.[4] Otras investigaciones han demostrado que el consumo de cannabis está vinculado a un mayor dolor y al uso de opiáceos tras una intervención quirúrgica.[5,6]

Otras recomendaciones son retrasar la cirugía electiva al menos dos horas después de que el paciente haya fumado cannabis, debido al mayor riesgo de infarto de miocardio, y considerar el ajuste de los parámetros de ventilación durante la operación en el caso de los fumadores habituales de cannabis. Las investigaciones han demostrado que fumar cannabis puede ser un desencadenante poco frecuente de infarto de miocardio y está asociado a la inflamación de las vías respiratorias y a síntomas respiratorios autonotificados.[7,8,9]

No obstante, los médicos no deberían realizar un cribado toxicológico universal, dada la falta de pruebas que respalden esta práctica, según la guía.

Los autores no tenían suficiente información para hacer recomendaciones sobre la reducción preoperatoria del consumo de cannabis o el ajuste posoperatorio de las prescripciones de opiáceos para los pacientes que consumen cannabis, reconocieron.

El Dr. Kenneth Finn, presidente de la American Board of Pain Medicine, acogió con satisfacción la publicación de la nueva guía. El Dr. Finn, que ejerce en Springs Rehabilitation, en Colorado Springs, Estados Unidos, ha editado un libro de texto sobre la cannabis en medicina y ha fundado la International Academy on the Science and Impact of Cannabis.

"La inmensa mayoría de los profesionales de la medicina no tienen ni idea de la cannabis ni de sus efectos en el cuerpo humano", afirmó el Dr. Finn.

Por un lado, puede interactuar con muchos otros medicamentos, incluida warfarina.

El coautor de la guía, Dr. Eugene R. Viscusi, profesor de anestesiología del Sidney Kimmel Medical College de la Thomas Jefferson University de Filadelfia, Estados Unidos, subrayó que, aunque la cannabis pueda percibirse como "natural", no debe considerarse de forma diferente a los medicamentos manufacturados.

La cannabis y los cannabinoides representan "una clase de compuestos muy potentes y farmacológicamente activos", enfatizó el Dr. Viscusi a Medscape Noticias Médicas. Mientras los investigadores siguen evaluando los posibles efectos beneficiosos de los compuestos derivados de la cannabis para la salud, los médicos también deben tener en cuenta los riesgos.

"Siguen publicándose estudios y, aunque siempre esperamos buenas noticias, como médicos tenemos que estar muy bien informados sobre los riesgos potenciales, especialmente en una situación de alto riesgo como la cirugía", señaló.

La Dra. Shah ha sido consultora de empresas que desarrollan dispositivos médicos y fármacos. El Dr. Finn es el editor del libro de texto Cannabis in Medicine: An Evidence-Based Approach (Springer), por el que recibe derechos de autor.

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