Coinfección SARS-CoV-2/virus de inmunodeficiencia humana: evolución de los pacientes es similar a la de la población general, datos latinoamericanos

Matías A. Loewy

5 de enero de 2023

BUENOS AIRES, ARG. En personas que viven con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y contraen la infección por SARS-CoV-2, la presentación, la evolución y el desenlace de la COVID-19 no difiere mayormente de los resultados que se verifican en la población general, según los datos finales de un estudio observacional prospectivo multicéntrico realizado en Argentina sobre 1.201 participantes y que representa "la primera casuística para Latinoamérica de esta sindemia".[1]

El estudio, que recibió el premio al mejor trabajo presentado en el XXII Congreso de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI 2022), celebrado en esta ciudad del 15 al 17 de septiembre, también identificó la vacuna y el recuento elevado de linfocitos CD4 como factores protectores de la hospitalización, mientras que las comorbilidades constituyeron un factor negativo en la evolución, independientemente de la edad o el estado inmunitario.

Dra. María Fernanda Rombini

"La conclusión es que los pacientes se tienen que vacunar contra COVID-19… y que todos nos enfermamos igual que todos", dijo a Medscape en español la autora principal del estudio, Dra. María Fernanda Rombini, infectóloga de Helios Salud, en Buenos Aires, Argentina.

Hasta el momento del estudio, existía controversia acerca de si las personas que viven con el virus de inmunodeficiencia humana presentan peor evolución clínica o mayor mortalidad respecto a la población general y si los factores de riesgo tradicionales aplican también en el contexto del deterioro de la inmunidad asociado al virus de la inmunodeficiencia humana.

Para dilucidarlo, la Dra. Rombini y 13 colaboradores de Helios Salud y otras instituciones del área metropolitana de Buenos Aires y de las provincias de Neuquén y Santa Fe registraron y analizaron entre septiembre de 2020 y junio de 2022 las características clínicas y epidemiológicas de 1.201 personas (65,4%: sexo masculino; mediana de edad: 45 años) con infecciones por virus de inmunodeficiencia humana y SARS-CoV-2. El primero de ellos en el país lo atendió la Dra. Rombini en marzo de 2020, procedente del exterior.  

En el estudio, 80% de los participantes conocía su infección por virus de inmunodeficiencia humana desde 5 o más años antes del diagnóstico de COVID-19 y solo 16 pacientes (1,3%) se enteraron en el contexto de la atención posterior a la prueba positiva para SARS-CoV-2. Casi 93% del total estaba bajo tratamiento antirretroviral y 83,1% tenía carga viral indetectable. Se presentaron comorbilidades en 28,5%, siendo obesidad (40,6%), hipertensión arterial (31,1%), tabaquismo (21,5%) y diabetes (16,8%) las más frecuentes.

Cuando se analizó la clínica y evolución de esa cohorte de pacientes, se observó que la mayoría de los casos de COVID-19 fueron sintomáticos (95,7%), con fiebre, mialgias, tos y odinofagia como las manifestaciones predominantes. "Más de 80% tuvo enfermedad leve o moderada", dijo la Dra. Rombini.

De los 1.147 participantes en los que se dispuso de la información, 205 (17,8%) requirieron hospitalización y 33 (2,7%) admisión a la unidad de cuidados intensivos. Alrededor de 10% del total de la muestra recibió oxigenoterapia y en una proporción similar distintos tratamientos, incluyendo corticoides, plasma de convalecientes y azitromicina. La mortalidad global fue de 1,6% (n = 16), lo que según la Dra. Rombini podría atribuirse a que la población de la cohorte era joven y tratada con antirretrovirales.

"Considerando el perfil de signos y síntomas, requerimiento de unidad de cuidados intensivos y mortalidad, nuestra cohorte de personas que viven con el virus de inmunodeficiencia humana no presenta diferencias con la población general del país", concluyeron los investigadores.

Factores protectores y de riesgo de hospitalización

En un primer análisis multivariado que excluyó el estado de vacunación como variable, los investigadores hallaron que los factores que aumentaron significativamente el riesgo de hospitalización fueron la edad mayor de 60 años (odds ratio [OR]: 1,62; intervalo de confianza de 95% [IC 95%]: 1,08 a 2,66; p: 0,031) y la presencia de comorbilidades (OR: 1,75; IC 95%: 1,22 a 2,46; p: 0,004). En cambio, tuvieron un efecto protector el sexo femenino (OR: 0,59; IC 95%: 0,38 a 0,76; p: 0,006) y recuento de linfocitos T CD4 > 500/mm3 (OR: 0,29; IC 95%: 0,13 a 0,71; p = 0,006).

Sin embargo, en un segundo análisis que incluye la vacunación, la cuestión etaria y el sexo dejan de tener tanto peso y solo las comorbilidades se asocian a un aumento del riesgo de hospitalización (OR: 1,75; IC 95%: 1,19 a 2,94; p = 0,049), mientras que haber recibido al menos una dosis de la vacuna disminuyó el riesgo a la mitad (OR: 0,51; IC 95%: 0,32 a 0,98; p = 0,041). "Nuestra investigación aporta evidencia favorable a considerar a la vacunación como un pilar central para reducir la morbilidad y mortalidad de COVID-19 en esta población", señalaron los autores. El recuento de linfocitos T CD4 >500/mm3 siguió mostrando un marcado efecto protector (OR: 0,29; IC 95%: 0,11 a 0,68; p = 0,007).

"Nuestros pacientes fueron respondedores a la vacunación porque estaban bien. Y una ventaja es que Argentina inició antes la vacunación en esa población respecto de otros países", aclaró la Dra. Rombini, quien también trabaja en el Sanatorio de la Trinidad Palermo e integra el Centro de Estudios para la Prevención y Control de Enfermedades Transmisibles de la Universidad ISALUD, ambos en Buenos Aires

Para los investigadores, las implicancias de estos hallazgos son claras: para prevenir una evolución negativa de COVID-19 en personas que viven con el virus de inmunodeficiencia humana, además de completar el esquema primario de vacunación más los refuerzos, es vital un buen control de las comorbilidades, independientemente de la edad, y mantener una adecuada inmunidad celular.

"Si bien la carga viral y recibir terapia antirretroviral no se constituyeron como factores determinantes de hospitalización en ninguno de los modelos de esta cohorte, es de fundamental importancia garantizar, en contexto de pandemia, el acceso de las personas que viven con el virus de inmunodeficiencia humana al tratamiento, pilar fundamental para el lograr control virológico y evitar el deterioro inmunológico en esta población", destacaron.

Según la Dra. Rombini, un aspecto importante en términos de la prevención, detección y manejo de las comorbilidades es que los pacientes con virus de inmunodeficiencia adquirida tienen una sobrevida cercana o igual a la del resto de la población, pero presentan un envejecimiento prematuro celular. "Pueden presentar multimorbilidades juntas antes [de lo que sería esperable para la edad]. Por ejemplo, tener diabetes, hipertensión arterial y obesidad a los 50 años en lugar de los 60 años", señaló. La exposición al tratamiento antirretroviral también podría contribuir al fenómeno, aunque es vital para mantener la carga viral indetectable. Por otra parte, un flamante estudio de cohorte retrospectivo confirmó que la carga de comorbilidad está más fuertemente asociada a la hospitalización en adultos de mayor edad respecto de los más jóvenes.

"Hay que hacer un seguimiento estricto de todo eso. Y recomendar con más énfasis los mismos hábitos saludables que se recomiendan para toda la población:  comer sano, no fumar, reducir la ingesta de alcohol y hacer actividad física", resumió la Dra. Rombini.

La Dra. Rombini ha declarado no tener ningún conflictos de interés económico pertinente.

Siga a Matías A. Loewy de Medscape en español en Twitter @MLoewy.

Para más contenido suscríbase a nuestros boletines y siga a Medscape en Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

Comentario

3090D553-9492-4563-8681-AD288FA52ACE
Los comentarios están sujetos a moderación. Por favor, consulte los Términos de Uso del foro

procesando....