Actualizaciones y perspectivas futuras en el tratamiento de la enfermedad de Parkinson

Carlos Sierra

Conflictos de interés

19 de diciembre de 2022

Investigadores del Centro Integral de Neurociencias AC (CINAC) del Hospital Universitario HM Puerta del Sur, Madrid, el Centro de Investigación Biomédica en Red sobre Enfermedades Neurodegenerativas (CIBERNED) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) y de la Northwestern University en Chicago, Estados Unidos, resumen las últimas dos décadas de avances y líneas de investigación de la enfermedad de Parkinson en The Lancet Neurology.[1]

Avances en la investigación genética

Desde el descubrimiento de mutaciones en los genes alfa sinucleína (SNCA) y parkin (PRKN), varios genes se han ido relacionando durante los últimos años con la enfermedad de Parkinson. Sin embargo, posteriores investigaciones solo han sido capaces de asociar convincentemente con la enfermedad los genes LRRK2, VPS35, PINK1, DJ1 y GBA1.

Los datos genéticos muestran que los mecanismos de la enfermedad convergen en las vías comunes que implican disfunciones lisosómicas, mitocondriales, sinápticas y endosomales. Eso sí, ninguno de ellos puede explicar por sí mismos la aparición de la enfermedad.

Avances en técnicas de neuroimagen

La neuroimagen ha tenido un crecimiento extraordinario en los últimos 20 años, con avances tanto en imagen estructural como funcional.

Las técnicas de imagen por resonancia magnética han encontrado biomarcadores para neurodegeneración muy prometedores como el hierro, la neuromelanina y el agua residual, aunque son necesarios más estudios para poder establecerlos como tales.

Otra vía de avance muy relevante es el desarrollo de nuevos radiomarcadores por tomografía de emisión de positrones (PET). Como la determinación de terminales dopaminérgicos in vivo para la evaluación de la progresión de la denervación en el cuerpo estriado, o la degeneración temprana de los terminales axonales, entre otras. O el estudio de los sistemas colinérgicos y serotoninérgicos para caracterizar anomalías prodrómicas, o tomografía de emisión de positrones con fluorodesoxiglucosa (PET FDG) para monitorizar cambios en el metabolismo de la glucosa.

Sin embargo, las mayores expectativas están puestas en el uso de radiomarcadores por tomografía de emisión de positrones para la alfa sinucleína.

Biomarcadores en sangre y plasma

Los biomarcadores en plasma son otra área de investigación muy activa, aunque con pocos resultados validados hasta la fecha.

Los 2 biomarcadores más prometedores son los neurofilamentos de cadena ligera y la alfa sinucleína. Los neurofilamentos de cadena ligera se encuentran en mayor cantidad en la sangre y el líquido cefalorraquídeo de personas con la enfermedad de Parkinson, aunque su sensibilidad y especificidad para su uso diagnóstico son todavía bajas.

Por su parte, la alfa sinucleína se ha investigado como biomarcador diagnóstico y pronóstico en varios fluidos corporales y tejidos, aunque los resultados más consistentes han sido obtenidos en el líquido cefalorraquídeo.

Nuevos fármacos y nuevas vías de administración

El fármaco que mejor funciona en la actualidad para mitigar el impacto de la enfermedad de Parkinson es: levodopa. Por ello, se están desarrollando sistemas que permitan una administración continua de levodopa. Su aprobación para la práctica clínica diaria facilitaría el tratamiento temprano de la enfermedad al tiempo que reduciría el riesgo de complicaciones motoras.

Respecto al desarrollo de nuevos fármacos, el resultado durante los últimos 20 años es decepcionante. Es cierto que han surgido nuevos medicamentos, pero ninguno ha supuesto un cambio sustancial en la progresión de la enfermedad, en particular en romper la relación envejecimiento-neurodegeneración.

Por ello, los enfoques más relevantes son respecto a la forma de administración de dichos fármacos. Entre ellas, sobresalen:

  1. El trasplante de células dopaminérgicas fetales estriadas, aunque a pesar de su prometedor inicio, los estudios más recientes no mostraron mejoría significativa frente a placebo.

  2. El uso de ultrasonidos focalizados de baja intensidad para abrir de manera local la barrera hematoencefálica y facilitar así una llegada más eficaz del fármaco o sustancia administrada a la región de interés. Es una técnica muy prometedora, aunque de momento hay pocos resultados de su uso en humanos.

  3. Una serie de nuevas estrategias que de momento están en un estado muy inicial, entre las que destacan:  la administración de neurotrofinas con el objetivo de conseguir una acción restauradora dopaminérgica, aunque de momento solo se ha probado en animales; la administración directa de GDNF (factor neurotrófico derivado de la línea de células gliales) vía ventricular al putamen de pacientes con enfermedad de Parkinson, que, si bien no ha obtenido hasta ahora resultados clínicos positivos, sí que ha mostrado una mejora en la actividad dopaminérgica en el núcleo estriado.

Este contenido fue originalmente publicado en Univadis, parte de la Red Profesional de Medscape.

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