En todo el mundo se toman cada año 60.000 millones de comprimidos de ácido acetilsalicílico; es probablemente el analgésico más común de todos los tiempos, pero el fármaco también se utiliza para otras enfermedades. ¿Cómo surgió?[1]
Sauce: El uso antiguo cae en el olvido
Hipócrates (440-377 a. C.) ya prescribía la corteza y las hojas del sauce (Salix), ricas en ácido salicílico para aliviar la fiebre y el dolor. Así lo describen también Pedianos Dioscórides (c. 40-90 d. C.), Plinio el Viejo (23/24-79 d. C.) y Galeno (129-199 d. C.). Después, su uso médico cayó en el olvido durante siglos.

Figura 1. Ilustración de Salix alba del libro Flora von Deutschland, Österreich und der Schweiz (1985) escrito por Otto Wilhelm Thomé. Fuente: Wikimedia Commons
No fue hasta el pastor inglés Edward Stone (1702-1768) que se redescubrió su efecto. Tras sus estudios en Oxford, participó activamente en varias congregaciones. En 1763, en una carta a la Royal Society, describió el uso de la corteza seca del sauce plateado (Salix alba) contra la fiebre y el dolor.[2]
Esta innovadora publicación iba a allanar el camino para el descubrimiento de la estructura química y la acción del ácido acetilsalicílico , así como de otros antinflamatorios no esteroideos.
Un autoexperimento accidental
Stone describió que sufría un dolor recurrente y que por error ingirió la corteza del sauce, del que notó su sabor extremadamente amargo. Creía que la forma, el color y otras propiedades de una planta medicinal indicaban su posible utilidad. Las hojas con forma de hígado de la hepática (Hepatica acutiloba), por ejemplo, ayudan en las enfermedades hepáticas.
Stone señalaba, además, que las soluciones no estaban lejos de la causa y concluía que los sauces, que prosperan principalmente en suelos húmedos o mojados, podían ayudar contra los dolores que se producen en estas zonas. Recogió una libra de corteza de sauce y la secó en un horno de panadería durante tres meses. A continuación, pulverizó la corteza seca hasta convertirla en un polvo fino.
Primero él mismo se trató con ella y, para su deleite, el dolor pronto desapareció. Durante los cinco años siguientes, probó el polvo en unas 50 personas, todas las cuales se beneficiaron. Más tarde le añadió cinchona peruana, también llamada corteza de jesuita; esta contiene quinina. Es de suponer que muchos de los atendidos padecían malaria. Su dolor desaparecía completamente con el tratamiento.
El mecanismo de acción permaneció desconocido durante mucho tiempo. No fue hasta que John Vane y Priscilla Piper demostraron, entre 1969 y 1971, que el ácido acetilsalicílico y los fármacos relacionados inhibían la ciclooxigenasa (COX), que suprime la formación de prostaglandinas proinflamatorias.
La producción en el laboratorio de Bayer
Existe la creencia de que el químico Felix Hoffmann (1868-1946) desarrolló ácido acetilsalicílico (Aspirina) en la empresa Bayer para ayudar a su padre, que padecía reumatismo. Esta suposición se basa en una nota anecdótica al pie de página de una enciclopedia publicada en Alemania en 1834. En 1895, el jefe de investigación química de Bayer, Arthur Eichengrün (1867-1949), le encargó a Hoffmann la tarea de desarrollar un ácido salicílico "mejor".

Figura 2. Réplica de un cartel de farmacia que promocionaba los productos de Bayer (1924). Fuente: Wikimedia Commons
Hoffmann investigó varios derivados del ácido salicílico, no solo su éster acetilado. El ácido acetilsalicílico tiene menos efectos secundarios que otros salicilatos; sin embargo, el desarrollo fue interrumpido a instancias del colega de Hoffmann, Heinrich Dreser (1860-1924). Dreser necesitaba contar con la capacidad de investigación para la nueva "droga maravillosa" de Bayer: la heroína.
No obstante, Eichengrün no quiso abandonar los trabajos sobre el ácido acetilsalicílico y los continuó. Bajo su dirección, Hoffmann sintetizó en 1897 el ácido acetilsalicílico puro, que Bayer patentó en 1899 con el nombre de Aspirina. El nombre de la marca hace referencia al grupo acetilo ("A"), al ácido espírico ("spir") que procede de la reina de los prados (entonces Spiraea ulmaira, hoy Filipendula ulmaira) y que es químicamente idéntico al ácido salicílico, y al sufijo entonces común ("in") para los productos químicos.
¿Se ocultó al verdadero descubridor?
Eichengrün probó ácido acetilsalicílico en sí mismo y no encontró efectos secundarios. Pasó el medicamento al Dr. Felix Goldmann, representante de Bayer en Berlín, que lo envió a varias clínicas importantes para que lo probaran. La respuesta fue muy prometedora. Un dentista utilizó el ácido acetilsalicílico para la fiebre y el dolor de muelas fuerte, que se aliviaba en gran medida. Tras la confirmación de otros pacientes, Goldmann lo informó a la dirección de Bayer.

Figura 3. Arthur Eichengrün, alrededor de 1900. Fuente: Wikimedia Commons
Posteriormente, Eichengrün se convirtió en el primer jefe de investigación farmacológica de Bayer. Desarrolló el complejo de plata-proteína Protargol, que siguió siendo la primera opción para tratar la gonorrea hasta la década de 1940. En 1908, dejó Bayer y fundó su propia empresa. Allí desarrolló materiales basados en el acetato de celulosa como un agente para el revelado de fotografías y plásticos para gafas de piloto y máscaras de gas.
En 1933, los nacionalsocialistas obligaron a Eichengrün, que era judío, a abandonar su propia empresa. Encarcelado en el campo de concentración de Theresienstadt, Eichengrün escribió ya en 1944 que había intentado desarrollar un analgésico a base de salicilatos que no produjera las molestias gastrointestinales que provocaba el ácido salicílico sódico.
Oficialmente el descubrimiento de ácido acetilsalicílico se atribuyó a Hoffmann. Por razones obvias, Eichengrün no pudo tomar medidas al respecto durante el régimen nazi. Después de la Segunda Guerra Mundial, Eichengrün escribió que Hoffmann solo había podido producir ácido acetilsalicílico gracias a su orientación, sin comprender el potencial clínico que tenía.[3] El hecho de que Eichengrün estuviera a cargo de la investigación también queda claro en su correspondencia con Carl Duisberg, director general de Bayer e IG Farben. Sin embargo, no se le menciona en los escritos históricos de Bayer.
Las observaciones de Edward Stone en el siglo XVIII fueron importantes para la creación de ácido acetilsalicílico. El papel de Hoffmann en la síntesis del ácido acetilsalicílico también fue sin duda importante; sin embargo, fue Eichengrün quien estimuló y dirigió la investigación y, sobre todo, inició su uso clínico.
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CRÉDITO
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Figura 1, 2, 3: Dominio público. Wikimedia Commons
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Citar este artículo: Los descubridores del ácido acetilsalicílico - Medscape - 13 de dic de 2022.
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