Un accidente de avión interrumpe las vacaciones de un médico

¿Hay un médico en casa?

Dr. Todd Dorfman; Sarah Yahr Tucker

Conflictos de interés

5 de diciembre de 2022

Las emergencias ocurren en cualquier momento y lugar y a veces los médicos se encuentran en situaciones en las que son los únicos que pueden ayudar.

¿Hay un médico en casa? es una nueva serie de Medscape Noticias Médicas que cuenta estas historias.

Dr. Todd Dorfman

Cuando el avión se estrelló yo estaba dormido. Había llegado la noche anterior con mi esposa y mis tres hijos a una casa en el lago Kezar, en la frontera entre Maine y Nueva Hampshire, Estados Unidos. Pasaríamos una semana allí con los cuatro hermanos de mi mujer y sus familias. Me despertó la gente gritando mi nombre. Salté de la cama y bajé corriendo. Mis hijos habían estado observando un hidroavión que daba vueltas y se deslizaba por el lago. Se había estrellado en el agua y se había volcado. Mi cuñado mayor y yo nos subimos a su lancha de esquí y nos dirigimos al lugar de los hechos.

Lo único que podíamos ver eran los flotadores del avión. El resto estaba bajo el agua. Una mujer ya había salido a la superficie, gritando. Me sumergí.

Encuentro al marido de la mujer y a su hijo de 3 años luchando por liberarse del avión a través del parabrisas destrozado. Consiguen llegar a la superficie. El piloto está muerto, atravesado en el pecho por el puntal del ala izquierda.

El gran problema: una niña, que más tarde sabría que se llamaba Lauren, quedó atrapada. El agua está turbia, pero puedo verla, una niña de 5 o 6 años con cabello largo, atada boca abajo e inconsciente.

La madre y yo nos sumergimos una y otra vez, tirando y rasgando la puerta. No conseguimos abrirla. Finalmente consigo abrirla lo suficiente para meter la mano, pero no puedo desabrochar el cinturón de seguridad. En mi mente debato si debería intentar entrar por el parabrisas delantero. Me canso mucho, veo que hay combustible en el agua y no quiero ahogarme en el avión. Así que salgo a la superficie y grito: "¿Alguien tiene un cuchillo?".

Mi cuñado sale disparado hacia la orilla en la barca gritando: "¡Consigue un cuchillo!". Mi sobrina sube al bote con uno. Estoy de pie en el flotador y mi sobrina está en la parte delantera de la embarcación y me llama: "¡Tío Todd! ¡Tío Todd!" y lanza el cuchillo. Pasa por encima de mi cabeza. Ni siquiera puedo saltar por él, es tan alto.

Tengo que conseguir el cuchillo. Así que me sumerjo en el agua para intentar encontrarlo. De alguna manera el cuchillo negro ha aterrizado en el ala blanca, a 1,2 o 1,5 metros bajo el agua. Pura suerte. Podría haberse hundido 30 metros en el lago. Tomo el cuchillo y se lo doy a la madre, Beth. Ella es capaz de cortar el cinturón de seguridad y ambos sacamos a Lauren a la superficie.

La acuesto en el flotador. No tiene pulso y sus pupilas están fijas y dilatadas. Su madre grita: "Está muerta ¿verdad?". Comienzo la reanimación cardiopulmonar. La piel y los ojos me arden por el combustible del avión en el agua. Logro que respire y su corazón se recupera rápidamente. Lauren empieza a vomitar y yo intento mantener sus vías respiratorias despejadas. Respira espontáneamente y tiene pulso, así que decido que es hora de llevarla a la orilla.

Subimos la lancha al muelle y Lauren tiene convulsiones anóxicas. Su cerebro ha estado sin oxígeno y ahora se está perfundiendo de nuevo. La llevamos a la orilla y la acostamos en el césped. Sigo dándole respiración boca a boca, pero se convulsiona a más no poder y no tengo forma de controlarlo. Beth llora y quiere sostener a su hija con suavidad mientras yo trabajo.

Alguien había llamado al 911 y finalmente aparece este tipo con una ambulancia y es como algo salido de la Segunda Guerra Mundial. Lo único que tiene es un tanque de oxígeno, pero la mascarilla es vieja y está rota. Es demasiado grande para Lauren, pero más o menos me queda a mí, así que aspiro oxígeno y soplo en la boca de la chica. Hago lo que puedo, pero no tengo una venoclisis para empezar. No tengo líquidos. No tengo nada.

Resulta que yo había hecho mi formación en medicina de urgencias en el Centro Médico de Maine, así que le digo a alguien que les llame y consiga un helicóptero de Life Flight. Tenemos que conducir a un lugar donde el helicóptero pueda aterrizar, así que llevamos la ambulancia al estacionamiento de la tienda más cercana, llamada Wicked Good Store. Eso es algo común en Maine. Todo es wicked good (muy bueno).

Todo el pueblo está allí en ese momento. El helicóptero llega. Las puertas de la ambulancia se abren y una mujer dice: "¿Todd?" Y yo digo, "¿Heather?".

Heather es una enfermera de vuelos de emergencia con la que me había capacitado hace muchos años. Hay una confianza inmediata. Ella tiene todo el equipo adecuado. Ponemos tubos de respiración y sueros. Evitamos que Lauren tenga convulsiones. La niña se estabiliza pronto.

Solo hay un asiento extra en el helicóptero, así que le digo a Beth que ella vaya. Despegan.

De pronto empiezo a dudar de mi decisión. Lauren había estado bajo el agua durante 15 minutos como mínimo. Sé cuánto tiempo es eso. ¿Hice lo correcto? ¿Resucité a una niña con muerte cerebral? No lo pensé en ese momento, pero si esa paciente hubiera acudido a mí en el Servicio de Urgencias no estoy seguro de lo que habría hecho.

Así que me voy a casa. Y no recibo ninguna llamada. La Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos y el alguacil llegan para tomarnos declaración. No tengo noticias de nadie.

Al día siguiente empiezo a llamar. Nadie me dice nada, así que finalmente me pongo en contacto con uno de los adjuntos de la unidad de cuidados intensivos pediátrica que me había capacitado. Dice que Lauren despertó y comento: "Tengo que ir a orinar". Y eso fue todo. Era 100% normal. No podía creerlo.

He aquí una teoría: En los niños hay algo llamado reflejo glótico. Creo que su reflejo glótico se activó en cuanto cayó al agua, lo que básicamente cerró sus vías respiratorias. Así que cuando se desmayó nunca se le metió demasiada agua en los pulmones y todavía tuvo suficiente aire para mantenerse viva. Más tarde recibí una llamada de su tío. Apenas podía pronunciar las palabras porque lo acometió el llanto. Dijo que Lauren estaba muy bien.

Tres días después fui a casa de Lauren con mi mujer y mis hijos. Le pedí que me leyera algo. La vi jugar en el gimnasio de la selva para observar la función motora. Todo tipo de cosas. Era totalmente normal.

Beth nos contó que la noche anterior al accidente su madre había regalado a las mujeres de su familia lo que llamaba "pulsera milagrosa", que se supone te da un milagro en tu vida. Beth dijo que tenía la pulsera en su muñeca el día del accidente y ahora ya no está. "Salvar la vida de Lauren fue mi milagro", dijo.

Es curioso: durante 20 años dirigí todos los servicios de emergencia, policía, bomberos y ambulancias, en Boulder, Colorado, donde vivo. Escribí todos los protocolos y nunca aconsejaría a ninguno de mis paramédicos que se sumergiera en el combustible de un avión para salvar a alguien. Eso era arriesgado. Pero en ese momento fue totalmente automático. Creo que me enseñó a no rendirme en ciertas situaciones, porque realmente nunca se sabe.

El Dr. Todd Dorfman es médico de urgencias en Boulder, Estados Unidos, y director médico de Cedalion Health.

¿Es usted un médico con una historia médica dramática fuera del ámbito clínico? A Medscape Noticias Médicas le encantaría considerar su historia para la serie ¿Hay un médico en casa? Sírvase enviar su información de contacto y un breve resumen de su historia a access@webmd.net.

Para más contenido suscríbase a nuestros boletines y siga a Medscape en Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

Comentario

3090D553-9492-4563-8681-AD288FA52ACE
Los comentarios están sujetos a moderación. Por favor, consulte los Términos de Uso del foro

procesando....