¿Deberían los adultos mayores someterse a cirugías invasivas?

Judith Graham/KHN 

Conflictos de interés

29 de noviembre de 2022

Uno de cada 7 adultos mayores fallece dentro del año después de someterse a una cirugía mayor, según un estudio que arroja luz sobre los riesgos que enfrentan las personas mayores cuando tienen procedimientos invasivos.[1]

Los pacientes mayores con probable demencia (33% muere dentro del año) y fragilidad (28%), así como aquellos que se someten a cirugías de emergencia (22%), son los más vulnerables.

La edad avanzada también aumenta el riesgo: los pacientes de 90 años o mayores tienen seis veces más probabilidades de morir que los de 65 a 69.

El estudio, de investigadores de la Yale School of Medicine, en New Haven, Estados Unidos, publicado en JAMA Surgery, aborda una importante brecha: aunque en Estados Unidos los pacientes de 65 años y más representan casi 40% de todas las cirugías, faltan datos nacionales detallados sobre los resultados de estos procedimientos.[2]

"Como campo hemos sido realmente negligentes al no comprender los resultados quirúrgicos a largo plazo para los adultos mayores", comentó la Dra. Zara Cooper, profesora de cirugía en la Harvard Medical School y directora del Center for Geriatric Surgery at Brigham and Women’s Hospital, en Boston, Estados Unidos.

La información sobre cuántas personas mayores mueren, desarrollan discapacidades, no pueden vivir de forma independiente o tienen una calidad de vida significativamente peor después de una cirugía mayor es crítica.

"Lo que los pacientes mayores quieren saber es cómo será su vida. Pero no hemos podido responder antes con datos de calidad", destacó la Dra. Cooper.

En el nuevo estudio, el Dr. Thomas Gill y sus colaboradores de Yale examinaron datos de reclamos de Medicare Tradicional y de encuestas del Estudio Nacional de Tendencias de Salud y Envejecimiento que abarcan de 2011 a 2017.

Se contabilizaron como cirugías mayores los procedimientos invasivos que se realizan en quirófanos con pacientes bajo anestesia general. Los ejemplos incluyen cirugías para reemplazar caderas rotas, mejorar el flujo sanguíneo en el corazón, extirpar cáncer de colon, extirpar vesículas biliares y reparar válvulas cardiacas y hernias, entre muchas más.

Los adultos mayores tienden a experimentar más problemas después de la cirugía si tienen afecciones crónicas, como enfermedades cardiacas o renales, si ya están débiles o tienen dificultad para moverse, si su capacidad para cuidar de sí mismos está comprometida y si tienen problemas cognitivos, apuntó el Dr. Gill, profesor de medicina, epidemiología y medicina de investigación en Yale.

Hace dos años el equipo del Dr. Gill realizó una investigación que mostró que uno de cada tres adultos mayores no había vuelto a su nivel básico de funcionamiento a los seis meses de una cirugía mayor. Los más propensos a recuperarse fueron los que se sometieron a cirugías electivas para las que podían prepararse con anticipación.

En otro estudio, publicado el año pasado en Annals of Surgery, su equipo encontró que se realiza un millón de cirugías mayores en personas de 65 años o más cada año, incluido un número significativo cerca del final de la vida.[3]

"Esto abre todo tipo de preguntas, como saber si las cirugías se hicieron por una buena razón, cómo se define la cirugía adecuada y si se consideraron las metas del paciente", añadió el Dr. Clifford Ko, profesor de cirugía en la UCLA School of Medicine y director de la División de Investigación y Atención Óptima del Paciente en el American College of Surgeons.

Como ejemplo de este tipo de toma de decisiones, el Dr. Ko describió a un paciente que a los 93 años se enteró que tenía cáncer de colon en etapa temprana además de una enfermedad preexistente de hígado, corazón y pulmones. Después de una discusión en profundidad y de que se le explicara que el riesgo de malos resultados era alto, el paciente decidió no realizar un tratamiento invasivo.

Pero la mayoría de los pacientes elige la cirugía. La Dra. Marcia Russell, cirujana del Veterans Affairs Greater Los Angeles Healthcare System, describió a un paciente de 90 años que recientemente se enteró de que tenía cáncer de colon durante una hospitalización prolongada por una neumonía.

"Hablamos con él sobre la cirugía y su meta era vivir el mayor tiempo posible", indicó la Dra. Russell. Para prepararlo en casa para la futura cirugía le recomendó que hiciera fisioterapia y comiera más alimentos ricos en proteínas para fortalecerse.

"Es posible que necesite de seis a ocho semanas para prepararse para la cirugía, pero está motivado para mejorar", agregó.

Las decisiones que toman las personas mayores acerca de someterse a una cirugía mayor tienen amplias implicaciones sociales.

"A medida que crece la población de más de 65 años, cubrir la cirugía será un desafío fiscal para Medicare", señaló el Dr. Robert Becher, profesor asistente de cirugía en Yale y colaborador de investigación del Dr. Gill.

Un poco más de la mitad del gasto de Medicare se deriva a la atención quirúrgica para pacientes hospitalizados y ambulatorios, según un análisis de 2020.[4]

"Además casi todas las subespecialidades quirúrgicas experimentarán escasez de profesionales en los próximos años", agregó el Dr. Becher, destacando que en 2033 habrá casi 30.000 cirujanos menos de los necesarios para satisfacer la demanda esperada.

Estas tendencias hacen que los esfuerzos por mejorar los resultados quirúrgicos para los adultos mayores sean aún más críticos. Sin embargo, el progreso ha sido lento. El American College of Surgeons lanzó un importante programa de mejora de la calidad en julio de 2019 ocho meses antes de la pandemia de COVID-19.

Requiere que los hospitales cumplan con 30 estándares para lograr una experiencia reconocida en cirugía geriátrica. Hasta ahora están participando menos de 100 de los miles de hospitales elegibles.

Uno de los sistemas más avanzados del país, el Center for Geriatric Surgery at Brigham and Women’s Hospital ilustra lo que es posible. Allí se examina a los adultos mayores candidatos y a los que se consideran frágiles se les somete a una evaluación geriátrica exhaustiva y se reúnen con una enfermera que ayudará a coordinar la atención después del alta.

También se evalúa a los mayores tres veces al día en busca de delirium (un cambio agudo en el estado mental que a menudo afecta a los pacientes mayores hospitalizados) y se usan analgésicos no narcóticos. "El objetivo es minimizar los daños de la hospitalización", señaló la Dra. Cooper, quien dirige el esfuerzo.

La especialista comentó sobre una paciente a quien describió como una "mujer sociable de poco más de 80 años que todavía usaba pantalones ajustados e iba a cócteles". Esta mujer llegó a la sala de emergencias con diverticulitis aguda y delirium. Se llamó a un geriatra antes de la cirugía para ayudarla a controlar sus fármacos y su ciclo de sueño y vigilia y para recomendar intervenciones no farmacéuticas.

Con la ayuda de los miembros de la familia que la atendieron "ella está muy bien, Es el tipo de resultado que trabajamos muy duro para lograr", concluyó.

KHN (Kaiser Health News) es la redacción de KFF (Kaiser Family Foundation), que produce periodismo en profundidad sobre temas de salud. Junto con Análisis de Políticas y Encuestas, KHN es uno de los tres principales programas de KFF. KFF es una organización sin fines de lucro que brinda información sobre temas de salud a la nación.

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