Hay mayor riesgo de convulsiones después de COVID-19 que de influenza

Batya Swift Yasgur

Conflictos de interés

24 de noviembre de 2022

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Las personas que han tenido COVID-19 tienen más probabilidades de desarrollar convulsiones o epilepsia después de infectarse que sus pares que han tenido influenza, sugiere una nueva investigación.[1]

En un análisis de más de 300.000 personas, aquellas con COVID-19 tenían 66% más de probabilidades que quienes tenían influenza de desarrollar epilepsia o convulsiones durante los seis meses posteriores a la infección.

El riesgo fue mayor para los niños y para los que no habían sido hospitalizados por COVID-19, informaron los investigadores.

"Si bien el riesgo general de desarrollar convulsiones o epilepsia era bajo (menos de 1% de todas las personas con COVID-19), dada la gran cantidad de personas infectadas con COVID-19, esto podría resultar en un aumento en la cantidad de personas con convulsiones y epilepsia", señaló en un comunicado de prensa el Dr. Arjune Sen, Ph. D., profesor asociado y director del Oxford Epilepsy Research Group, University of Oxford, en Reino Unido.

Los hallazgos se publicaron en versión electrónica el 16 de noviembre en Neurology.

Literatura "confusa"

La literatura sobre las convulsiones posteriores a COVID-19 "ha sido algo confusa", comunicó el Dr. Sen a Medscape Noticias Médicas.

"Hubo, especialmente al principio de la pandemia, informes de casos pequeños o series de casos pequeños que sugerían la presencia de convulsiones después de COVID-19, pero en la clínica no estábamos notando un aumento dramático de convulsiones entre las personas infectadas", dijo.

Por lo tanto, los investigadores se propusieron "definir si realmente había o no una asociación entre COVID-19, la epilepsia y las convulsiones", anotó el Dr. Sen.

Recurrieron a una red de expedientes de salud electrónicos (EHR) que abarcaba a 81 millones de personas y compararon a los pacientes que habían tenido COVID-19 con los que habían tenido influenza. En cada cohorte, los investigadores analizaron la incidencia y los hazard ratio (HR) de las convulsiones y la epilepsia. Se estratificaron los datos por edad y por si el paciente había sido hospitalizado durante la infección aguda.

También "exploraron los hazard ratio variables en el tiempo para evaluar patrones temporales de convulsiones o diagnóstico de epilepsia", informaron los investigadores.

A partir de 890.934 expedientes, conformaron dos cohortes (n = 152.754 cada una) que eran "muy parecidas" en cuanto a características demográficas y comorbilidades, tanto psiquiátricas como médicas. Las covariables incluyeron edad, sexo, raza, etnia, comorbilidades y factores de estilo de vida.

El desenlace primario fue la incidencia a los seis meses del criterio de valoración compuesto de epilepsia o convulsiones, mientras que los desenlaces secundarios incluyeron convulsiones y epilepsia por separado.

Los análisis secundarios dividieron al grupo general en participantes pediátricos (≤16 años) frente a adultos (>16 años) y aquellos que fueron hospitalizados por COVID-19 frente a aquellos que no fueron hospitalizados.

Esté alerta incluso a las convulsiones leves

Los resultados mostraron un aumento en la incidencia del criterio de valoración compuesto de convulsiones o epilepsia en la cohorte de COVID-19 frente a la influenza. Cuando las convulsiones y la epilepsia se evaluaron por separado, también hubo un mayor riesgo para cada resultado.

Desenlace

Incidencia acumulada de 6 meses (COVID-19 frente a influenza)

Hazard ratio (IC 95%)

Valor p

Compuesto

0,94% frente a 0,60%

1,55 (1,40 a 1,72)

< 0,0001

Convulsiones

0,81% frente a 0,52%

1,55 (1,39 a 1.74)

< 0,0001

Epilepsia

0,30% frente a 0,17%

1,87 (1,54 a 2,28)

< 0,0001

Cuando los investigadores estratificaron su análisis por edad, encontraron un mayor riesgo para el criterio de valoración compuesto tanto en niños como en adultos, pero el aumento en el riesgo fue mayor en los niños.

Grupo de edad

Incidencia acumulada de 6 meses (COVID-19 frente a influenza)

Hazard ratio (IC 95%)

Valor p

Niños

1,34% frente a 0,69%

1,85 (1,54 a 2,22)

< 0,0001

Adultos

0,84% frente a 0,54%

1,56 (1,37 a 1,77)

< 0,0001

 

El riesgo de epilepsia después de COVID-19 fue "moderado significativamente por la edad y más marcado en los niños que en los adultos", en comparación con la influenza (coeficiente de moderación: 0,68; intervalo de confianza [IC] de 95%: 0,23 a 1,13; p = 0,0031), señalaron los investigadores.

El riesgo para el criterio de valoración compuesto también fue mayor después de COVID-19, en comparación con la influenza, entre los que no habían sido hospitalizados frente a los que sí lo habían sido.

Hospitalización

Incidencia acumulada de 6 meses (COVID-19 frente a influenza)

Hazard ratio (IC 95%)

Valor p

0,72% frente a 0,48%

1,44 (1,27 a 1,63)

< 0,0001

No

2,90% frente a 2,40%

1,14 (0,95 a 1,38)

< 0,16

El estado de hospitalización no fue un moderador significativo (coeficiente de moderación: 0,12; IC 95%: -0,10 a 0,35; p = 0,28) para el criterio de valoración compuesto.

Por otro lado, el estado de hospitalización fue un moderador significativo de la asociación entre COVID-19 y epilepsia, con una asociación "más marcada" entre los pacientes no hospitalizados (coeficiente de moderación: 0,52; IC 95%: 0,11 a 0,93; p = 0,012).

Un análisis post hoc mostró que el tiempo máximo para el hazard ratio (HR) del criterio de valoración compuesto entre COVID e influenza fue de 23 días posteriores a la infección, con 21 días en adultos y 50 días en niños. Sin embargo, a los 50 días posteriores a la infección, los niños tenían casi tres veces más probabilidades de tener el criterio de valoración compuesto después de COVID-19 que de influenza.

También hubo diferencias importantes entre las personas hospitalizadas y las no hospitalizadas, pues el hazard ratio para el criterio de valoración compuesto alcanzó un máximo de 9 frente a 41 días, respectivamente. En ese momento, los participantes no hospitalizados tenían más del doble de probabilidades de tener convulsiones o un diagnóstico de epilepsia después de COVID-19 que después de la influenza.

"Descubrimos que la tasa general de convulsiones después de COVID-19 es baja, lo que coincidiría con lo que hemos estado viendo en la clínica; pero, aunque baja, sigue siendo significativamente más alta que después de la influenza", agregó el Dr. Sen.

Sugirió que los médicos "deben ser conscientes de que esto puede suceder y que puede manifestarse como convulsiones más leves en las que no pierden el conocimiento ni tienen síntomas inusuales las personas".

Los hallazgos también "resaltan el mayor riesgo en los niños", dijo el Dr. Sen. Señaló que los niños deben vacunarse "porque, aunque la infección por COVID-19 sea relativamente leve, puede haber secuelas no deseadas".

Prevención continua, mayor atención

En un comentario para Medscape Noticias Médicas, el Dr. Wyatt Bensken, Ph. D., profesor asistente adjunto de ciencias de la salud cuantitativas y poblacionales de la Facultad de Medicina de la Case Western Reserve University en Cleveland, Estados Unidos, dijo que "evaluar el alcance y la gravedad de las consecuencias de COVID-19 es fundamental para informar los esfuerzos para mitigar los efectos duraderos y continuar abogando por medidas preventivas".

El Dr. Bensken, coautor de un editorial adjunto, no participó en el estudio.[2]

Saber que las personas que han tenido COVID-19 corren el riesgo a largo plazo de desarrollar convulsiones "debería motivar la prevención continua de la infección, así como una mayor atención a los síntomas y enfermedades neurológicos duraderos", anotó.

"Es importante destacar que también debemos reconocer que el riesgo de infección por COVID-19 se ha distribuido de manera desigual en la población", dijo el Dr. Bensken.

"Estudios como estos, que resaltan las consecuencias neurológicas de la infección por COVID-19, robustecen los esfuerzos por enfrentar las circunstancias que impulsan estas desigualdades", añadió.

El estudio fue financiado por el National Institute for Health and Care Research Oxford Health Biomedical Research Centre. Los investigadores han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente. El Dr. Bensken es miembro del consejo editorial de la revista Neurology y ha recibido financiación para investigación del National Institute on Minority Health and Health de National Institutes of Health. Los conflictos de interés del otro editorialista se enumeran en el artículo original.

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