En mi última entrada del blog abordé uno de los múltiples esfuerzos que se lleva a cabo la Unidad de Investigación de la Fundación Piel Sana de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), liderada por el Dr. Ignacio García Doval, para estimar la prevalencia de los diagnósticos realizados en las consultas ambulatorias generales de dermatología. Para la elaboración de la presente entrada recibí la inspiración de este compañero, dermatólogo, epidemiólogo e investigador al que admiro, que me refirió que tiene la impresión de que otros profesionales sanitarios no dermatólogos en ocasiones tienen dificultades en el diagnóstico clínico de las lesiones cutáneas de la viruela símica.
Aunque podría volver a mencionar la Guía de ayuda al diagnóstico diferencial de las lesiones cutáneas de la viruela símica, elaborada de forma ágil y generosa por diferentes médicos especialistas en el contexto de la colaboración de diferentes sociedades en el seno de la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas y publicada antes del verano de 2022, ha habido desarrollos y observaciones posteriores muy útiles para mejorar la identificación de lesiones sospechosas de viruela símica.[1]
En esta ocasión haré referencia al estudio multicéntrico, de corte transversal con información prospectiva de datos, sobre las características clínicas de la viruela símica en España, que vio la luz en agosto de 2022 y cuya publicación definitiva acaba de hacerse en el número de noviembre de British Journal of Dermatology.[2]
En dicho trabajo se incluyeron 185 pacientes con diagnóstico de viruela símica. Describía cómo la mayoría de los casos comienza con pápulas (no pústulas) homogéneas, únicas o múltiples, cutáneas o mucosas, localizadas fundamentalmente en la zona de probable inoculación. Posteriormente, en algunos pacientes aparecen pequeñas pústulas generalizadas, con lesiones más heterogéneas y en todos los casos con síntomas sistémicos.
Los signos menos comunes incluyen úlceras mucosas (por ejemplo, lesiones faríngeas y síntomas de proctitis) y panadizos. En cuanto al mecanismo de transmisión, en los casos descritos se vio que probablemente se daba con más frecuencia en el contexto de contacto estrecho durante las relaciones sexuales. También se observó que 76% de los pacientes presentaba otras enfermedades venéreas en el momento del diagnóstico de viruela símica.
Recordemos que en 1970 el virus se detectó por primera vez en la República Democrática del Congo; en 1997 hubo un brote en dicho país (con algunos casos esporádicos en África central y occidental), en 2003 se produjo otro en Estados Unidos (con reservorio animal local) y el último que se dio fue en Nigeria en 2017 (donde desde entonces y hasta la fecha ha habido más de 500 casos declarados).[3] El brote de viruela símica de 2022, atendiendo a lo publicado, presenta hallazgos clínicos y epidemiología diferentes de los anteriores, que sugieren en gran medida la transmisión por contacto y la iniciación de las lesiones en el punto de inoculación del virus.[2]
Para finalizar, cabe destacar lo siguiente:
El atlas de lesiones dermatológicas incluido como suplemento del artículo referenciado es particularmente interesante de revisar.[2]
Las lesiones iniciales en la probable zona de inoculación eran homogéneas y papulares (seudopústulas). En otras palabras, ¡no son de contenido líquido! Y es justamente este hecho lo que facilita el diagnóstico de viruela símica, al limitar los diagnósticos diferenciales. Aunque parezca llamativo, no es extraño: otros Poxvirus, como el de Molluscum contagiosum o el Orf virus también provocan lesiones sólidas de apariencia líquida.
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CRÉDITO
Imagen principal: UKHSA
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Citar este artículo: Claves para el diagnóstico clínico de las lesiones dermatológicas de viruela símica - Medscape - 9 de nov de 2022.
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