Cuando pensamos en las nuevas generaciones y el papel que desempeñan dentro de la sociedad actual, las referencias podrían ser amplias de acuerdo con la perspectiva de la persona cuestionada. ¿Qué viene a nuestra mente cuando consideramos esa generación que ya se asoma, casi lista para integrarse como parte activa de nuestras comunidades?
He visto muchas áreas profesionales ponderar el papel que tienen los jóvenes para revolucionar la manera en la que funcionan la industria, la tecnología, la comunicación, el marketing y hasta la política, enfocando las oportunidades de desarrollo formativo y profesional hacia la captación y el impulso de la visión de las juventudes para reinventarse a sí mismas. En resumen, la voz de los jóvenes se ha vuelto clave para orientar la manera en la que funciona el mundo, motivándolos a hacerse escuchar a través de todos los medios posibles para moldear el futuro del que desean ser parte.
Sin embargo, dando un salto hacia la medicina, desde sus ámbitos formativos, laborales, socioculturales y económicos, nos damos cuenta de que en pleno siglo XXI sigue configurándose como un área capitalizada desde la autoridad, la jerarquización y el realce de aquellos que solo por su trayectoria y experiencia "se han ganado" tener una voz válida para opinar dentro del gremio.
Es por ello que la participación de los jóvenes se ha visto relegada hacia la esperanza de algún día ser un profesional de la salud con suficiente relevancia y autoridad para poder expresar su punto de vista y ejercer cambios a los precarizados y antiquísimos sistemas que siguen rigiendo la educación y la práctica médica. ¿Qué esperamos de una medicina exclusivamente centrada en la experiencia del pasado, en vez de luchar por construir una medicina integral que permita nuevas proyecciones de quienes la ejercerán a futuro?
¿Cómo damos una visión fresca a una medicina que ha envejecido mal respecto del contexto que le rodea? La respuesta podría estar en la colaboración y la apertura al cambio, considerando que al gremio médico esta última nunca se le ha dado particularmente bien.
Como jóvenes y médicos en formación tenemos la responsabilidad de comenzar a romper paradigmas a nuestro alrededor, partiendo de reconocer que la jerarquía no es un condicionante del valor de nuestras opiniones y perspectivas. Nos han llamado "generación de cristal" al escuchar nuestras quejas a un sistema mal administrado y al exigir el respeto de nuestros derechos más básicos como seres humanos: salud física y mental, seguridad, integridad, dignidad, etcétera. A esta generación le ha tocado aprender a romperse y reconstruirse para preservarse en un contexto educativo que la violenta, la menosprecia y la trata como un recurso completamente prescindible.
La participación juvenil debe volverse parte de la canasta básica de nuestros sistemas educativos, laborales y de prestación de servicios de salud, empezando por reconocer que las juventudes no son un lastre con cuyas efervescencias se debe lidiar, sino una plataforma de oportunidades llena de expectativas por el futuro y pasión por lo que hace, que debe ser aprovechada y explotada como la mina de oro que representa para innovar y reinventar la manera en la que por décadas nos hemos marginado a funcionar como sistema.
Este es un llamado urgente a tomadores de decisiones y formadores de las nuevas generaciones de médicos para abrir sus horizontes y comprender que el hecho de que por años algo se realice de la misma manera no significa que sea la mejor manera de hacerlo. Los jóvenes nos encontramos ávidos por aprender y aportar, pero difícilmente nos motivaremos en un espacio donde nuestra labor se relega a ver, oír y callar; por tanto, necesitamos de la colaboración de quienes hoy lideran las diferentes estructuras institucionales para crear espacios de apertura e impulso a la visión joven.
Al final la mejor parte de ser joven e inexperto es que todavía cabe en nosotros la capacidad de preguntarnos cómo podríamos hacer las cosas cuando aún no las conocemos, misma que en muchas ocasiones termina por ser sustituida por la simple repetición de los procesos en los que se nos educa.
Como jóvenes nos toca reaprender a hablar, después de haber escuchado por un buen tiempo que no tenemos el derecho a cuestionar. Como líderes y autoridades necesitamos de su apoyo para revolucionar al sistema y la revolución siempre viene desde adentro.
Siga a la médica en formación Rocío Guadalupe González González en Instagram @_oyechio.
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Citar este artículo: Construyendo una medicina joven - Medscape - 31 de oct de 2022.
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