Como padre procuro tener un papel activo en la educación de mis hijos, que entre otras áreas, incluye la afectiva/sexual. Muchas personas de mi generación y de otras próximas repiten que en líneas generales su formación en este aspecto fue mejorable o inexistente. Este último calificativo probablemente no sea real, pues cuando un adulto calla u omite información ante una pregunta, algunos defienden que ya ejerce un efecto educativo: lo hace dando a entender que la pregunta no debe formularse o es incorrecta y puede contribuir a perpetuar el carácter tabú de algunas facetas del afecto y la sexualidad humanas.
Habitualmente pensamos que recibiremos preguntas y dudas hacia la adolescencia. No obstante, nuestros hijos pueden formularlas desde la infancia, lo que posiblemente nos permita iniciar con esta parte de su educación con contenido y lenguaje adaptados. En cualquier caso, es cierto que la adolescencia es especialmente vulnerable a los riesgos de una mala educación sexual. Prueba de ello es que en España cada año se producen miles de embarazos no deseados en adolescentes (antes de los 19 años, define la Organización Mundial de la Salud [OMS]) e infecciones venéreas (cuya incidencia está en claro aumento).
A continuación siete consejos para abordar la educación sexual lo mejor posible:
Aproveche la suerte de ser cuestionado por su hijo(a). Es una oportunidad de romper barreras, entenderlo mejor y dialogar.
Escuche de forma activa para conocer el trasfondo de la pregunta.
Hablar de sexualidad implica mucho más que enseñar a poner correctamente un preservativo. Puede hablar de la anatomía y fisiología del aparato genital, de menstruación, reproducción humana, relaciones de pareja, afecto, confianza y sexualidad más allá del coito vaginal o anal.
Aborde los riesgos de una sexualidad no segura, sin fomentar el miedo.
Responda las preguntas sin inventar historias, sin faltar a la verdad. Y recuerde: hacer caso omiso a una pregunta también puede (mal)educar.
Pregunte si queda alguna duda. No fomente la culpa, no ridiculice.
Es probable que no sepa o no quiera responder todas las dudas y preguntas que se presenten. No pasa nada. Puede abordarlo constructivamente, con sinceridad ("busquemos la respuesta juntos") y fomentando la educación emocional ("reconozco que como adulto siento un poco de vergüenza al hablar de esto contigo").
Nadie nace aprendido y todo se puede abordar de múltiples maneras, respetando las diferentes sensibilidades y formas de pensar. Nuestro papel como progenitores puede ser muy importante. La pornografía no debería ser la principal fuente de información sobre sexualidad para niños y adolescentes.[1,2] Aunque los centros educativos pueden contribuir a la educación afectivo/sexual de nuestros hijos, en ningún caso tendrían que ser la única fuente de (in)formación. Tenemos la suerte de vivir en un momento en el que hay múltiples recursos educativos presenciales y en versión electrónica que podemos aprovechar para mejorarla.
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CRÉDITO
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Citar este artículo: Siete claves para contribuir a una mejor educación sexual de nuestros hijos - Medscape - 18 de oct de 2022.
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