Frente a la multiplicación de los casos de viruela símica algunos países, como Francia, aceleran la campaña de vacunación con la disposición de 42.000 dosis en las que participaran para su aplicación los estudiantes de medicina. Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificó el 23 de julio este brote como una emergencia de salud pública de importancia internacional, ¿están a la altura de las circunstancias los medios desplegados?[1] En esta entrevista se presenta la situación de Francia.

Dr. Benjamin Davido
Para el Dr. Benjamin Davido, infectólogo del Assistance publique - Hôpitaux de Paris Raymond-Poincaré (AP-HP), en Garches, Francia, los riesgos asociados a esta enfermedad están demasiado subestimados y las medidas que se han tomado no son las apropiadas, puesto que se dispone de las herramientas necesarias para controlar la epidemia. Según el especialista, es necesario permanecer en alerta contra estos casos de viruela símica, que parecen distintos a los que se suelen observar de manera esporádica en los focos habituales en el centro y el oeste de África.
¿Qué piensa acerca de la campaña de vacunación contra la viruela símica que se está llevando a cabo actualmente en Francia?
Creo que no es lo suficientemente ambiciosa y me sorprende la falta de un objetivo concreto y preciso. Le restamos importancia a las repercusiones de esta enfermedad y nos mantenemos expectantes. Nos parece que el incendio no es lo suficientemente importante y visible como para apaciguarlo con fuerza; debimos haber reaccionado y combatido con decisión desde el inicio. En Francia, al igual que en otros países afectados por esta epidemia, nos encontramos desgraciadamente todavía en una fase de observación e intentamos tranquilizarnos diciendo que habría que tener mala suerte para que se convirtiese en una pandemia. La situación es inédita: la enfermedad es conocida desde hace tiempo, la población objetivo esta identificada y, sobre todo, hay una vacuna disponible. Disponemos de todas las herramientas y de la experiencia adquirida con la COVID-19; sin embargo, y pese a todo esto, hemos preferido esperar y enfocarlo progresivamente. Está claro que se han subestimado los posibles futuros riesgos tras una campaña de vacunación fallida.
Para usted, ¿cuáles son exactamente estos riesgos? ¿Es necesario preocuparse desde ya por la evolución de la epidemia?
La situación es, efectivamente, inquietante. Personalmente, estoy convencido de que esta enfermedad se va a convertir en la sífilis del siglo XXI. Aunque el riesgo sea bajo, no es imposible que estemos ante el origen de una nueva pandemia. Por el momento, se limita a la población de riesgo, mayoritariamente hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres y que tienen múltiples parejas sexuales, una población que en Francia se estima de unos 300.000 individuos. No obstante, no hay que subestimar el riesgo que entraña para los heterosexuales, y recordemos que la enfermedad puede trasmitirse igualmente por contacto y por microgotas respiratorias en el ámbito doméstico. Recientemente, se han dado casos de mujeres y niños infectados. Si esta viruela se convierte en una enfermedad "del entorno", además de ser una infección sexualmente trasmisible, la epidemia puede propagarse en el conjunto de la población. Los científicos están preocupados por una transmisión a los animales con la multiplicación de los casos. La enfermedad se convertiría en endémica, como en África, donde los roedores son los principales depósitos del virus.
¿Qué se sabe acerca de la dinámica de esta epidemia? ¿Cuáles son los pasos por seguir para mejorar de una manera eficaz esta situación?
En los países africanos afectados, aunque también en los Estados Unidos en 2003, debido a una sucesión de casos de viruela símica, se ha podido constatar que la epidemia puede ser controlada una vez que los casos están delimitados. Si la vacuna contra la viruela alcanza los objetivos propuestos, puede esperarse evitar nuevas olas epidémicas, pero para ello hace falta dotarse de los medios necesarios. La ampliación de la vacunación a las partes más vulnerables de la población a inicios de julio ha sido una buena decisión. Hemos comprobado que la vacunación en anillo centrada en los casos de contacto no funciona con la viruela símica. El problema actual es que esta vacunación está restringida casi exclusivamente al sector hospitalario. Estamos cometiendo los mismos errores que al inicio de la pandemia de la COVID-19. La infraestructura puesta a disposición para esta vacunación es insuficiente, sería necesario hacer partícipes a los médicos, el personal de las ambulancias, los farmacéuticos... al igual que simplificar los trámites administrativos. Tras haber conocido la digitalización con la COVID-19, nos encontramos hoy de nuevo rellenando los documentos a mano para cada persona que es recibida en el centro de vacunación. ¡Incomprensible!
Usted subraya la falta de un objetivo concreto con esta campaña de vacunación. ¿Qué se debería perseguir?
Durante la vacunación contra la COVID-19, la campaña fijaba un número de personas que debían ser vacunadas en un lapso establecido. Este procedimiento exigía una cadencia y un resultado. El objetivo, aunque pareciera ambicioso a primera vista, se llevó a cabo. Actualmente, no hay ninguna cifra ni ninguna meta que se haya fijado para la vacunación contra la viruela símica. Idealmente, hubiera sido necesario finalizar la campaña de vacunación antes del regreso a clases en septiembre para limitar los contagios. Con todo, actualmente contamos con tan solo 10% de individuos de la población objetivo vacunados. Se prevé un periodo estival desfavorable, pero quisiera recordar que la vacunación contra la COVID-19 se reforzó el año pasado en pleno mes de agosto. Si la campaña de vacunación contra la viruela símica no recibe un empujón de aquí al final del verano, nos arriesgamos a que la transmisión del virus en el entorno del enfermo se vea facilitada mediante la amalgama de personas por la que se caracteriza la vuelta de las vacaciones. Me parece, además, esencial sensibilizar a los médicos generalistas y formarlos para ayudarlos a diagnosticar la enfermedad, con la finalidad de aislar y vacunar a los pacientes lo más rápido posible.
Se habla también de alargar el periodo de 28 días previsto entre las dos dosis, incluso de eliminarlo. ¿De esta manera podríamos esperar una mejora en la tasa de inmunización?
El Reino Unido ha decidido suministrar una sola dosis y recomienda una segunda dosis posexposición, aunque yo no estoy seguro de que esta sea la mejor estrategia. Aunque los datos de eficacia son limitados todavía, los resultados no son satisfactorios tras una sola dosis. Según los primeros datos de la Agence nationale de sécurité du médicament et des produits de santé (ANSM), la tasa de seroconversión tras una dosis va de 10% a 56% tras 28 días para los sujetos sanos, mientras que comprende entre 77% y 89% dos semanas después de la segunda dosis administrada 28 días más tarde. La segunda dosis sería necesaria, especialmente porque la memoria inmunitaria parece debilitarse dos años después de la primera inyección. Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de Estados Unidos propone un plazo de 35 días entre ambas dosis, lo cual creo que es razonable. Al atrasar de esta manera la segunda dosis, se facilita, por una parte, la administración de la primera dosis, ya que la segunda caía generalmente en época de vacaciones y, así, se ahorran esas preciadas dosis. Por otra, con un plazo más largo, existe un riesgo de "relajación" de los vacunados, quienes estarían tentados a librarse de la segunda dosis, juzgada como opcional, o simplemente podrían olvidarse de esta.
La primera vacunación contra la viruela fue obligatoria hasta 1979, cuando la enfermedad de la viruela fue erradicada, ¿las personas que ya se han vacunado contra la viruela están mejor protegidas contra la viruela símica?
La eficacia de esta vacuna contra la viruela símica presenta imperfecciones a muy largo plazo y, para ser claros, no conocemos realmente el nivel de protección de la vacuna de primera generación más allá de 20 años. Cabe recordar que 20% de las personas contagiadas de viruela símica habían sido vacunadas contra la viruela humana antes de que esta ya no fuese obligatoria. Podíamos esperar que esta vacuna protegiese al menos contra las variantes graves. Sin embargo, en nuestro servicio, observamos regularmente casos severos de viruela símica con grandes lesiones en pacientes de más de 45 años, quienes en teoría están vacunados contra la viruela.
En comparación, ¿podemos esperar estar mejor protegidos contra las formas graves tras la vacuna de tercera generación?
Todavía nos faltan datos y retrospectiva para evaluar el impacto de una vacuna de tercera generación en la vida real. Esta vacuna tiene un perfil de tolerancia mejor que los precedentes, pero, por el momento, no estamos seguros de que proteja de las formas graves de la viruela símica. Igualmente, nos hace falta entender mejor la enfermedad que da origen a la epidemia actual, que parece distinta a la que se observa en los focos habituales en el centro y el oeste de África. Las lesiones que se han observado son notablemente más discretas. La OMS ha afirmado una eficacia de 85% para esta vacuna contra la infección por la viruela símica; sin embargo, es necesario permanecer alerta, pues esta cifra está basada sobre lo que se ha observado en África. La situación epidémica actual no es la misma. En líneas generales, es mejor no confiar en los discursos demasiado optimistas acerca de esta nueva epidemia.
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Citar este artículo: Viruela símica: "Esta enfermedad se va a convertir en la sífilis del siglo XXI" - Medscape - 19 de agosto de 2022.
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