COMENTARIO

Del modelo biomédico al modelo biopsicosocial

El blog de la doctora dolor

Dra. María López-Collada Estrada

Conflictos de interés

16 de agosto de 2022

Si todo el planeta ha evolucionado tanto en los últimos años, ¿qué nos hizo pensar que la manera de evaluar y de tratar a nuestros pacientes podía seguir siendo siempre la misma? En la época en la que todo está a un clic de distancia y en la que el médico más respetado es Dr. Google, los médicos debemos reinventarnos y eso implica aceptar que el cómodo modelo biomédico, en donde la cosas se hacían como decíamos y punto, va quedando en el pasado.

El modelo biomédico era ese modelo un tanto simplista y reduccionista que asumía que cualquier enfermedad o dolor eran causados por una desviación biológica de la norma, la cual era 100% mesurable y cuyo único tratamiento eficaz era modificando esta desviación con cirugías, antiinflamatorios, antibióticos, etcétera.

Aunque no podemos negar que este abordaje sigue teniendo cierto éxito en patologías agudas donde los resultados tienden a ser muy predecibles, por ejemplo, en una apendicitis, donde la mayoría de las veces el problema se resuelve con una apendicectomía; este modelo deja mucho que desear en dolor crónico y en prácticamente cualquier patología que vaya más allá del escenario anterior. Además, aún en patologías agudas hay un componente psicosocial que muy pocas veces abordamos.

Pronto se cumplirán 40 años de que se comenzó a hablar de un modelo biopsicosocial, considerando a la enfermedad como una "interacción dinámica y recíproca entre variables biológicas, psicológicas y socioculturales". Sin embargo, percibo que nos ha costado mucho trabajo esta migración de un modelo al otro. Nos gustaba mucho la idea de que todo fuera biológico y comprobable.

¡Claro! Era mucho más sencillo así. Ahora debemos adentrarnos en zonas que no creíamos de nuestra competencia, como el estado emocional del paciente. Por ejemplo, en mi área, la medicina del dolor; si evaluamos un dolor desde una perspectiva biomédica la intensidad del dolor de nuestros pacientes debería ir siempre en una relación proporcional a la gravedad de la lesión. Sin embargo, sabemos que esto no siempre es así, porque en la intensidad del dolor entran muchísimos factores, no únicamente el grado del daño tisular.

Por otro lado, la época en la que podíamos darnos el lujo de escribir una receta, darla sin explicar para qué servía cada uno de los fármacos y esperar a que el paciente se apegara al tratamiento sin cuestionamientos, definitivamente quedó atrás. Si el paciente no se siente con la confianza de preguntar, las probabilidades son que esa receta jamás será surtida y que invariablemente el Dr. Google se encargará de hacernos quedar mal si antes no construimos una sólida relación médico-paciente.

Y es que en un mundo que ha cambiado a pasos agigantados en las últimas décadas, ¿por qué creímos que la manera de ejercer la medicina no cambiaría? Nos guste la idea o no, el mundo necesita médicos que abran espacios para el diálogo sin que esto los haga sentir atacados. Simplemente recordemos la última vez que fuimos pacientes. ¿Nos hubiéramos sentido cómodos con un médico que emite una receta a modo de dictamen? ¿O preferiríamos una cara amable que tomara en cuenta nuestras necesidades como pacientes?

¿Ustedes cómo integran el modelo biopsicosocial en su área específica de la medicina? ¡Los leo!

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