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La anosmia (pérdida del olfato) y no la gravedad de la enfermedad, predice el deterioro cognitivo persistente un año después de la infección por SARS-CoV-2, según sugieren los resultados preliminares de una nueva investigación.[1]
Los hallazgos brindan información importante sobre el impacto cognitivo a largo plazo de la COVID-19, dijo a Medscape Noticias Médicas la investigadora del estudio, Gabriela Gonzalez Alemán, Ph. D., profesora de la Pontificia Universidad Católica Argentina, en Buenos Aires, Argentina.
Cuanta más información se pueda recopilar sobre los factores que aumentan los riesgos de este impacto cognitivo, "mejor podremos rastrearlo y comenzar a desarrollar métodos para prevenirlo", observó.
Los hallazgos se presentaron en la Alzheimer's Association International Conference (AAIC) de 2022.
Problemas de memoria y atención
El SARS-CoV-2 ha infectado a más de 570 millones de personas en todo el mundo. Las infecciones relacionadas pueden tener secuelas a largo plazo, incluidos síntomas neuropsiquiátricos, comentó Gonzalez-Alemán.
En los adultos mayores, las secuelas de la COVID-19 pueden parecerse a la enfermedad de Alzheimer temprana, y las dos afecciones pueden compartir factores de riesgo y biomarcadores sanguíneos.

Gabriela Gonzalez Alemán, Ph. D.
El nuevo estudio destacó los resultados a un año de un gran estudio de cohorte prospectivo en Argentina. Los investigadores utilizaron medidas para evaluar las consecuencias a largo plazo de la COVID-19 en adultos mayores recomendadas por el Alzheimer's Association Consortium on Chronic Neuropsychiatric Sequelae of SARS-CoV-2 infection (CNS SC2).
La armonización de definiciones y metodologías para estudiar el impacto de la COVID-19 en el cerebro permite a los miembros del consorcio comparar los resultados del estudio, explicó Gonzalez Alemán.
Los investigadores utilizaron el registro sanitario de la provincia de Jujuy, situada en el extremo noroeste de Argentina. El registro incluye todos los datos de pruebas de SARS-CoV-2 de toda la región.
Los investigadores invitaron aleatoriamente a adultos de edades iguales o mayores a 60 años del registro a participar en el estudio. El análisis actual incluyó a 766 adultos de 55 a 95 años (edad promedio: 66,9 años; 57% mujeres) con un promedio de 10,4 años de educación. El sistema educativo en Argentina incluye 12 años de escuela antes de la universidad.
Los investigadores estratificaron a los participantes según el estado de las pruebas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR). Del total, 88,4% estaba infectado con SARS-CoV-2 y 11,6% era control (sujetos sin SARS-CoV-2).
La evaluación neurocognitiva de los participantes incluyó cuatro dominios cognitivos: memoria, atención, lenguaje y función ejecutiva, y una prueba olfativa que determinó el grado de disfunción olfativa. El deterioro cognitivo se definió como puntajes Z por debajo de -2.
Los investigadores dividieron a los participantes en grupos según su rendimiento cognitivo. Estos incluyeron cognición normal, deterioro de solo la memoria (dominio único: 11,7%), deterioro de la atención y la función ejecutiva sin deterioro de la memoria (dos dominios: 8,3%) y deterioro de múltiples dominios (11,6%).
"Nuestros participantes mostraron un predominio del deterioro de la memoria como se vería en la enfermedad de Alzheimer", anotó Gonzalez Alemán. "Y un grupo grande mostró una combinación de problemas de memoria y atención".
Alrededor de 40% de la muestra del estudio, pero ningún control, tenía disfunción olfativa.
"Todos los sujetos que tenían un deterioro cognitivo grave también tenían anosmia [pérdida del olfato]", puntualizó Gonzalez Alemán. "Establecimos una asociación entre la disfunción olfativa y el rendimiento y deterioro cognitivo".
El análisis mostró que la gravedad de la anosmia, pero no el estado clínico, predijo significativamente el deterioro cognitivo. "Entonces, la anosmia podría ser un buen predictor de deterioro cognitivo después de la infección por SARS-CoV-2", observó Gonzalez Alemán.
Para las personas mayores de 60 años el deterioro cognitivo puede ser persistente, al igual que la disfunción olfativa, añadió.
Los resultados a un año de una encuesta telefónica mostraron que aproximadamente 71,8% de los participantes había recibido tres dosis de vacunas y 24,9%, dos dosis. De los que recibieron tres dosis, 12,5% se reinfectó y de aquellos con dos dosis, 23,3% se reinfectó.
El seguimiento más largo a la fecha
Al comentar sobre la investigación para Medscape Noticias Médicas, Heather Snyder, Ph. D., vicepresidenta de relaciones médicas y científicas de la Alzheimer's Association, señaló que el estudio es "el seguimiento más largo que hemos visto" que analiza la asociación entre la pérdida persistente del olfato y cambios cognitivos después de una infección por SARS-CoV-2.
El estudio incluyó un tamaño de muestra "bastante grande" y fue "único" en el sentido de que se realizó en una parte del país con pruebas centralizadas, indicó Snyder.
El grupo argentino se encuentra entre los más avanzados de los conectados al CNS SC2, apuntó Snyder.
Los miembros de este consorcio de la Alzheimer's Association, agregó Snyder, comparten regularmente actualizaciones de estudios en curso que se encuentran en diferentes etapas y analizan varios impactos neuropsiquiátricos del SARS-CoV-2. Es importante reunir a estos grupos para determinar cuáles son esos impactos "porque ningún grupo podría hacer esto por sí solo", señaló.
"Vimos bastante pronto que algunas personas tenían cambios en el cerebro o cambios en la cognición y pérdida del sentido del olfato o del gusto, lo que indica que hay una conexión con el cerebro". Sin embargo, agregó, "todavía hay mucho que no sabemos" sobre esta conexión.
El estudio fue financiado por la Alzheimer's Association y FULTRA.
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CRÉDITO
Imagen principal: EyeEM/Getty Images
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Citar este artículo: La anosmia por COVID-19 gana a la gravedad de la enfermedad como predictor de deterioro cognitivo a largo plazo - Medscape - 10 de agosto de 2022.
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