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Hola, soy la Dra. Zaira Medina López y el día de hoy les hablaré sobre el uso y abuso del electroencefalograma en la práctica clínica.
Para comenzar, recordemos que el electroencefalograma es una herramienta útil en la evaluación de la función electrofisiológica del cerebro, la relevancia de este estudio se basa en la adecuada interpretación de la grabación, las señales detectadas y grabadas por el electroencefalograma se generan por corrientes dinámicas extracelulares producidas por el flujo iónico transmembrana, estas corrientes son iniciadas en las dendritas apicales de las neuronas piramidales localizadas en las capas IV y V de la corteza cerebral. Para grabar las señales del electroencefalograma (como sucede en las descargas epileptiformes interictales), al menos 10 cm2 de corteza deben ser activados. El electroencefalograma es fundamental en el estudio de pacientes con epilepsia y su utilidad clínica en estos casos está bien establecida.[1]
Es importante recordar que el montaje es un grupo de derivaciones o canales y el orden tiene la finalidad de mostrar la actividad en todo el cráneo, comparar la actividad en ambos hemisferios y localizar la actividad en una región específica, si es posible. La interpretación del trazo electroencefalográfico tiene confiabilidad interobservador moderada, lo cual puede ocasionar errores en su interpretación.
Cuando hay actividad epileptiforme, la frecuencia, la duración y la distribución espacial de las descargas epileptiformes interictales tienen impacto clínico en el diagnóstico y tienen utilidad en el tratamiento. En otro escenario clínico, en la Unidad de Cuidados Intensivos, el electroencefalograma puede identificar crisis epilépticas no convulsivas en pacientes con estado mental alterado.[2]
Otras de las indicaciones del electroencefalograma incluyen traumatismo craneoencefálico, infección del sistema nervioso central, parasomnias y trastornos del sueño, encefalopatía y demencia progresiva, alteración del estado mental y coma. Cuando se reporta una "anormalidad no epileptiforme", esto puede referirse a enlentecimiento difuso en encefalopatía o bien, enlentecimiento focal relacionado con una lesión estructural por involucro a los tractos de sustancia blanca y el pronóstico se relaciona dependiendo la causa del enlentecimiento. Este enlentecimiento puede ser inespecífico e intermitente o continuo, cuando es difuso se relaciona con causas tóxico-metabólicas o sistémicas pero también pueden deberse a causas multifocales estructurales, neurodegenerativas, postraumáticas o incluso estado posictal. El grado de enlentecimiento en la actividad de fondo refleja la gravedad de la encefalopatía, dependiendo del cuadro clínico que presente el enfermo.
Dentro de los padecimientos con poca utilidad clínica del electroencefalograma incluimos cefalea, dolor, trastornos conductuales crónicos, vértigo, mareo e inestabilidad postural y la realización de un electroencefalograma en pacientes que están libres de crisis.[3]
Algunos estudios sugieren que alrededor de 50% de las solicitudes de electroencefalograma son inapropiadas, como reflejo del uso del médico no especialista en los casos incluso en los cuales hay “poca o nula evidencia” para sospechar epilepsia. En este contexto, podemos mencionar que el electroencefalograma no está indicado de rutina para pacientes con pérdida del estado de alerta si el cuadro clínico claramente no es sugestivo de epilepsia. Algunos clínicos consideran que el electroencefalograma puede confirmar o excluir el diagnóstico de epilepsia y esto no es así. En adultos con epilepsia, un electroencefalograma de rutina mostrará actividad epileptiforme sólo en 30% a 40% de los pacientes y por otro lado, puede haber anormalidades inespecíficas electroencefalográficas en 2,5% de los adultos jóvenes sanos, incluso este porcentaje puede ser mayor en personas con comorbilidades como migraña o crisis no epilépticas.
Por lo tanto, en caso de un episodio de síncope, la presencia de actividad epileptiforme o alguna variante normal con pocos datos clínicos que sugieran epilepsia, podría dar lugar a un error en el diagnóstico, trayendo consecuencias psicológicas y terapéuticas para el paciente como la ingesta de antiepiléptico de forma innecesaria.
En otro contexto, la presencia de un electroencefalograma normal solicitado por una indicación clínica "correcta", es decir, en un paciente con datos clínicos compatibles con epilepsia, no afecta el tratamiento. La semiología de las crisis epilépticas es la "columna vertebral" de una correcta categorización de las crisis epilépticas, ya sean focales o no para dilucidar cómo son generadas anatómicamente en el cerebro. La probabilidad de que un electroencefalograma detecte descargas epileptiformes interictales depende de la presencia de diversos factores: la lesión, la localización, el estado de despierto, la distribución interictal de las descargas epileptiformes y la evolución clínica del paciente. Los factores que influyen la capacidad de grabar estas descargas interictales en un electroencefalograma de rutina incluyen: la edad del paciente, localización, sueño, uso de electrodos especiales, si el registro se realiza 24 horas después de una crisis, síndromes específicos, uso de antiepilépticos y el número de los electrodos empleados durante el estudio.
Por lo tanto, podríamos concluir que el electroencefalograma es una herramienta con información muy valiosa en el contexto clínico apropiado y cuando es interpretado por el personal adecuadamente entrenado.
Muchas gracias por su atención, soy la Dra. Zaira Medina López grabando para Medscape en español.
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Citar este artículo: Uso y abuso del electroencefalograma en la práctica clínica - Medscape - 6 de jul de 2022.
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