Sin lugar a dudas la artritis reumatoide sigue siendo una patología con relativamente alta frecuencia en nuestra población (más de 1% de la población mundial), por lo que en congresos internacionales como el de la European Alliance of Associations for Rheumatology (EULAR) de 2022, la información que se presenta suele ser muy basta, lo que implica rescatar los datos más relevantes.
Como bien sabemos, con frecuencia la artritis reumatoide (a veces hasta en 20% a 30% de los casos) suele acompañarse de afección pulmonar intersticial, que si progresa, en muchas ocasiones puede llegar a ser incluso fatal. Se presentó un estudio en donde se propone una calculadora de riesgo de presentar afección pulmonar en sujetos con artritis reumatoide en fase preclínica (a nivel pulmonar). Presentar una edad mayor al momento del diagnóstico de la enfermedad, pertenecer al sexo masculino y tener altos índices de actividad (DAS-28), junto con la mutación de MUC5B (evidentemente el factor de riesgo más importante en la actualidad), logra identificar con precisión pacientes en riesgo de padecer neumopatía intersticial, por lo que deberán estar vigilados de manera más estrecha a nivel pulmonar.
Por otro lado, en fechas recientes se han descrito nuevos autoanticuerpos en artritis reumatoide, ya no solamente usando los dos más frecuentes (factor reumatoide y anticuerpos antipéptido cíclico citrulinado), sino agregando dos más: anticuerpos anti-CarP y anticuerpos antiproteínas acetiladas. Se observa que agregar estos dos autoanticuerpos logra correlacionar un poco mejor con la agresividad de la artritis reumatoide (progresión radiográfica), sin embargo, también se observa cómo claramente los anticuerpos antipéptido cíclico citrulinado son los que tienen mejor rendimiento y predicen mejor este daño, incluso sin necesidad de solicitar otros adicionales, motivo por el cual de momento no parece tener una gran ventaja solicitar perfil de autoanticuerpos más extendidos en sujetos con artritis reumatoide, sobre todo en relación a progresión de la enfermedad.
Un aspecto muy importante en artritis reumatoide (así como en muchas patologías autoinmunes sistémicas) es cómo valorar la remisión de la actividad en esta patología, porque existen decenas de definiciones y actualmente es complicado tener claro cuál es la que deberíamos utilizar en la práctica clínica diaria y si alguna predice mejor que otra.
Se presentó un estudio que demostró claramente el "peso" que da para alcanzar la remisión en artritis reumatoide (independientemente de la escala que se use), la valoración del estado por parte del paciente, mientras menos "peso" se dé a la valoración del paciente del estado de su artritis reumatoide los índices de remisión correlacionan mejor.
Esto abre la puerta a pensar si este grupo de pacientes que clínicamente (y paraclínicamente) se encuentran en adecuado control, pero que se califican como muy activos de la enfermedad, más bien requieran una reeducación sobre esta y los síntomas que se deban atribuir directamente a ella y no solo síntomas generales; con lo anterior lograríamos tener índices de remisión más homogéneos y probablemente más objetivos. Se requieren más estudios a gran escala y multinacionales para responder esta interrogante.
En relación a poblaciones especiales no tan frecuentemente estudiadas, en este caso mujeres con artritis reumatoide comparando presencia de menopausia prematura (menos de 45 años frente a más de 45) estaba o no en relación con la actividad de la enfermedad; este estudio asiático demostró que la menopausia en pacientes menores de 45 años es un dato claro de mal pronóstico para la enfermedad, ya que serán mujeres con mayores índices de actividad de la artritis reumatoide y peor calidad de vida, por lo que se debe tener en cuenta a este grupo.
Por otro lado, sabemos que en artritis reumatoide hay dos comorbilidades que requieren vigilancia especial: una de ellas es el riesgo cardiovascular, que desde hace muchos años sabemos se encuentra elevado de manera muy importante en personas con la patología (sobre todo eventos de infarto agudo de miocardio o enfermedad cardiovascular), la otra, estudiada más recientemente (sobre todo desde el advenimiento de los inhibidores de JAK para el tratamiento de artritis reumatoide), es el riesgo tromboembólico.
Se presentó la información sobre tofacitinib y artritis reumatoide (comparado con anti-factor de necrosis tumoral), en relación a este riesgo. Se observa que en pacientes con los siguientes factores de riesgo, tal vez no los inhibidores de JAK (en este caso en particular, tofacitinib), una terapia tan atractiva por este aumento en trombosis: ser hombre, mayor de 65 años, uso de glucocorticoesteroides, historia de eventos tromboembólicos previos, uso de anticonceptivos orales, uso de inhibidor de bomba de protones, obesidad, hipertensión y el uso de antidepresivos. Los dos con las razones de riesgo más elevados fueron historia previa de trombosis (HR: 7) y el uso de anticonceptivos hormonales (HR: 3,5).
Con lo anterior nos percatamos de que a pesar de que la artritis reumatoide es una patología muy estudiada desde hace decenas de años, diariamente tenemos información relevante, la cual debemos conocer de la manera más dirigida posible para evitar riesgos (como el caso de los eventos trombóticos) o para catalogar de mejor manera a un paciente con artritis reumatoide (como el caso de la enfermedad pulmonar intersticial o el uso o no de nuevo autoanticuerpos para predecir desenlaces). Estaremos atentos a nueva información al respecto en los siguientes congresos internacionales.
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Citar este artículo: Artritis reumatoide, aspectos clínicos relevantes - Medscape - 15 de jun de 2022.
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