La salud mental de la población pediátrica con autismo empeoró en la pandemia

Kate Johnson

Conflictos de interés

25 de mayo de 2022

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Más de la mitad de la población infantojuvenil con autismo experimentó deterioro en la salud mental relacionado con la pandemia entre mayo y diciembre de 2020, según un gran estudio de cohortes canadiense.[1]

El estudio, basado en encuestas con padres de 230 niños y jóvenes con autismo, mostró que 61% (141) de esta población tenía deterioro de la salud mental y 14% (37) accedió a servicios de salud mental aguda. Los investigadores identificaron una variedad de factores de riesgo para ambos desenlaces.

"Encontramos que algunos factores inherentes al niño predijeron una peor salud mental durante la pandemia: específicamente, preocupaciones preexistentes relacionadas con la ansiedad y la depresión", dijo a Medscape Noticias Médicas la autora principal, Dra. Evdokia Anagnostou, neuróloga infantil y profesora de pediatría de la University of Toronto, en Ontario, Canadá. "Sin embargo, también encontramos que los factores familiares y comunitarios afectan la salud mental de los niños autistas y son buenos objetivos para la intervención".

Los hallazgos se publicaron en versión electrónica el 5 de mayo en Pediatrics & Child Health.

Rutinas interrumpidas

Las observaciones han indicado que el cierre de las escuelas y la cuarentena durante el primer año de la pandemia afectó la salud mental de la población infantojuvenil, que han tenido un mayor estrés y exhibió más comportamientos de internalización y externalización.

La población infantojuvenil con condiciones de salud mental preexistente o trastornos del neurodesarrollo han sido particularmente vulnerables a las afectaciones de la salud mental en estas circunstancias. Los cambios en la rutina y el acceso interrumpido a los servicios educativos y de salud han aumentado el estrés entre la población infantojuvenil con autismo y sus padres. Se sabe también que un mayor estrés y problemas de salud mental entre los padres son factores de riesgo para las dificultades de salud mental entre los niños.

Los investigadores trataron de identificar subgrupos de niños con autismo que corren mayor riesgo de resultados de salud mental deficientes durante la pandemia. Utilizaron datos de encuestas de una gran colaboración canadiense que involucró a dos cohortes referidas clínicamente y una cohorte comunitaria en Ontario.

Además de informar su propio estado de salud mental mediante el Cuestionario sobre la salud del paciente (PHQ), los padres también informaron cambios en las siguientes seis medidas de salud mental de sus hijos durante la cuarentena: depresión, ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo, irritabilidad, falta de atención e hiperactividad. Las primeras tres medidas se consideraron síntomas de internalización y las últimas tres, síntomas de externalización.

El estrés y la privación material relacionados con COVID-19 se evaluaron en preguntas adaptadas del CoRonavIruS Health Impact Survey - Adapted for Autism and Related Neurodevelopmental Conditions (CRISIS-AFAR). Los investigadores también examinaron el acceso a los servicios académicos y de salud durante el confinamiento.

Pérdida de servicios

La edad promedio de la población infantojuvenil fue de 10,89 años y 76% era de sexo masculino. El coeficiente intelectual medio de la población fue de 89,08. El promedio de los hogares con ingresos de 100.000 dólares canadienses o más fue de 36,6%.

Los predictores del deterioro de la salud mental de un niño incluyeron una mayor gravedad de sus síntomas de internalización previos a la pandemia, la depresión y la ansiedad actuales de los padres y el estrés relacionado con COVID-19, incluida la privación material.

La disminución de la salud mental se asoció con la pérdida de servicios académicos y médicos. "Un total de 61,3% de los niños que no recibieron servicios académicos antes de la pandemia y 70,0% de los que perdieron estos servicios durante la pandemia mostraron un deterioro de la salud mental", anotaron los investigadores. Además, 70,1% de los niños que perdieron el acceso a su médico estaban en el grupo con deterioro de la salud mental.

Entre la población infantojuvenil que accedió a los servicios de salud mental, los predictores de necesidad de estos servicios fueron la mayor edad, menor ingreso familiar, mayor privación material y pérdida de acceso a los servicios académicos. Los investigadores observaron una tendencia a que las niñas tuvieran más probabilidades de acceder a los servicios. Sin embargo, cuando los investigadores corrigieron los datos para realizar comparaciones múltiples, estas asociaciones no persistieron.

"Dado que estos síntomas aumentan con la edad en general y son más frecuentes en las niñas que en los niños, no sorprende que encontremos efectos de la edad y el sexo", indicó la Dra. Anagnostou, quien también es subdirectora del Holland Bloorview Research Institute, en Toronto, Canadá. "Esto sugiere que los médicos deben ser particularmente astutos y anticipar las necesidades de apoyo adicional para este grupo de niños", observó, y agregó que apoyar la salud mental de los padres puede ser igual de importante. "Y, por último, en nuestras funciones de defensa, asegurar el apoyo financiero, considerar apoyar a los grupos marginados y mantener abiertas las escuelas contribuirá en gran medida a proteger la salud mental de los niños".

La Dra. Anagnostou dijo que otro trabajo reciente de su grupo ha demostrado que, si bien la mayoría de los niños sufrieron contratiempos de salud mental durante la pandemia, la población infantojuvenil con autismo se vio particularmente afectada.[2] "En general, fuera de la pandemia, los niños con autismo tienen tasas más altas de problemas de salud mental que la población general", comentó. Recomendó que los médicos "anticipen que los niños con síntomas de ansiedad o depresión preexistentes pueden ser particularmente vulnerables" en confinamientos futuros.

Distribución desigual del riesgo

Al comentar sobre los hallazgos para Medscape Noticias Médicas, la Dra. Melanie Dirks, Ph. D., profesora de psicología en la McGill University en Montreal, Canadá, y experta en el desarrollo social y emocional de niños y jóvenes, dijo que "la moraleja de este estudio es que es consistente con un creciente cuerpo de trabajo que documenta que los riesgos de la pandemia para la salud mental y el bienestar de los niños no se distribuyeron uniformemente entre la población. Las familias con menos recursos corren un mayor riesgo y debemos determinar cómo podemos apoyarlas mejor, así como asegurar la continuidad de los servicios".

El estudio fue financiado por Canadian Institutes for Health Research; Centre for Brain and Mental Health; Hospital for Sick Children; Leong Centre for Healthy Children, SickKids; Miner's Lamp Innovation Fund in Prevention and Early Detection of Severe Mental Illness en la University of Toronto; Ontario Brain Institute; y el Ministerio de Salud de Ontario, Canadá. La Dra. Anagnostou se ha desempeñado como consultora de Roche y Quadrant Therapeutics. Ha recibido apoyo en especie de AMO pharma y CRA, subvenciones de Roche, regalías de APPI y Springer y honorarios editoriales de Wiley. También posee una patente para el dispositivo Anxiety Meter. La Dra. Dirks ha declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

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