Aunque mi parodia de la reconocida frase de Hamlet haría que el afamado creador y escritor inglés escapara de su tumba para hacerme pagar por ello, puedo asegurar que en cuanto supiera la polémica a tratar desharía sus pasos de nuevo para escabullirse de tanta mujer "histérica" (entre las que me incluyo), que no haríamos más que rememorar a la pobre Ofelia, afectada de locura en su obra y que en la época seguro le habían causado problemas en el útero.
Y siempre la mujer y siempre el útero…
Y a pesar de la luna de sangre del fin de semana, nada hacía presagiar la vorágine mediática que la propuesta de un "permiso o baja laboral por dismenorrea menstrual" planteada por el Ministerio de Igualdad de España en el borrador de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo y que ya será aprobada, iba a generar y al mismo tiempo enfrentar a toda la opinión pública, no solo a la española.
El término dismenorrea hace referencia a una menstruación dolorosa, caracterizada por cólicos en la zona pélvica durante la menstruación o antes de esta, siendo la causa más frecuente de dolor pélvico y la primera causa de morbilidad ginecológica. Clásicamente dividida en primaria, abarcando los primeros años de menstruación y secundaria a partir de los 25 a los 30 años, cuyo origen puede deberse con más probabilidad a una patología orgánica subyacente.
En cuanto a su magnitud, Wikipedia (la fuente popular de medicina general más solicitada) lo resume en:
Grado 0: menstruación no dolorosa donde la actividad diaria no se encuentra afectada.
Grado 1: menstruación dolorosa, pero rara vez inhibe la actividad normal; los analgésicos casi no son requeridos, el dolor es leve.
Grado 2: actividad diaria afectada, los analgésicos son requeridos y dan suficiente alivio para poder realizar actividades diarias, el dolor es moderado.
Grado 3: actividad diaria claramente inhibida, pobre efecto de los analgésicos, insomnio, dolor de pechos, acné, síntomas vegetativos (cefalea, fatiga, náusea y diarrea), taquicardia, sofocos, mareos, dolor en la parte baja de la espalda, pesadez en las piernas, somnolencia, irritabilidad, depresión, sensibilidad emocional y llanto, hinchazón, dolor de vientre grave. Expulsión de coágulos de sangre o moldes endometriales.
Grado 4: mismos síntomas del grado 3 a los que se suman alucinaciones, náusea y vómito.
¿Por qué algo que parece tan sencillo causa tanta polémica? Porque al igual que el dolor es algo subjetivo, difícil de medir; algunas mujeres presentan dismenorrea y otras no, varias tienen dolor solo en algunos ciclos, porque los mitos y tabúes que aún están presentes en todos los países y culturas impiden el conocimiento y la información, porque existen intereses económicos y sociales que en conjunto ponen de manifiesto la carencia de medidas de salud menstrual adecuadas.
La dificultad para medir el dolor de forma objetiva independientemente de las escalas disponibles para ello hace que la confianza en nuestra paciente sea clave para graduar la intensidad del trastorno menstrual y otorgar el permiso laboral. Subjetividad que según los detractores de la propuesta daría la oportunidad de cometer un abuso del beneficio, con los costos económicos que el absentismo laboral ocasionaría.
Los mitos o tabúes sociales que han llevado a la desinformación que desde niñas nos ha perseguido en casa con la familia, en nuestra formación, con los amigos, en nuestros trabajos y que nos han llevado a ocultar no solo la menstruación, sino los efectos dañinos que muchas hemos vivido desde la primera aparición de esta y que ha generado una desigualdad de oportunidades y derechos.
Y esto lo sigo viendo en la consulta diaria. Cuando las madres me traen a las niñas porque tienen dismenorrea y me comentan: "Ella me dice que le duele, pero no debe ser para tanto, porque a mí no me ha dolido nunca", extrapolan su experiencia negando la sintomatología de sus hijas y cuando les indicas tratamiento analgésico u hormonal adecuado después de una exploración exhaustiva, dicen que no se lo darán porque creen que es demasiado fuerte para sus hijas, condicionadas además por los mitos sobre dichos tratamientos.
Porque un ministerio elabora un borrador sin contar con la opinión de las asociaciones de pacientes afectadas ni con la colaboración explícita de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, por tanto, ¿ha sido solo una medida populista?
Porque dicha sociedad aún inmersa en la polémica que la violencia obstétrica ha generado los últimos años ha demorado su posicionamiento con respecto al tema.
Porque los sectores feministas afirman que no aceptarán propuestas como estas, que estigmaticen a la mujer, pero yo digo: "¿Acaso privarlas de sus derechos no es un estigma peor?".
Y las asociaciones de pacientes afectadas por endometriosis o cáncer de ovario se oponen, en tanto que la medida podría ser una excusa para posponer todavía más la consulta con los especialistas y demorar un diagnóstico que puede costar la vida o al menos disminuir su calidad.
Y porque en algunas zonas todavía en un reto que las niñas tengan agua, jabón y lugares adecuados para lavarse, garantizando su intimidad y seguridad, productos para almacenar y desechar el fluido menstrual y mucho menos asistencia socio-sanitaria que las valore para brindar un tratamiento adecuado en caso de dismenorrea o infecciones derivadas de la falta de higiene. Sin adentrarnos en los escabrosos índices de abuso y embarazo en este sector de la población.
Si tenemos en cuenta que a lo largo de su vida una mujer puede estar de tres a ocho años menstruando, aquellas que lo hacen con un dolor extenuante e incapacitante deben ser tenidas en cuenta, escuchadas, diagnosticadas y tratadas de forma adecuada. No por empatía, sino como parte fundamental de sus derechos humanos.
Esto no debe convertirse en una lucha de poderes o privilegios de ciertos sectores, sino en una oportunidad de colaborar de forma conjunta para el desarrollo de una propuesta en salud menstrual que permita el abastecimiento de productos sanitarios necesarios a los sectores más desfavorecidos, la identificación oportuna de los casos de dismenorrea incapacitante, ya sea primaria o secundaria, el diagnóstico precoz de la causa subyacente y el tratamiento más adecuado en cada caso.
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Citar este artículo: Menstruar o no menstruar, ¿de verdad esa es la cuestión? - Medscape - 17 de mayo de 2022.
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