La salud mental de los deportistas de alto rendimiento: ¿cómo darse cuenta de que necesitan tratamiento?

Matías A. Loewy

13 de mayo de 2022

MAR DEL PLATA. ARG. El "nerviosismo" o ansiedad que precede a las competencias deportivas es un fenómeno esperado y bien conocido que puede afectar el desempeño de atletas de alto rendimiento en las pistas o en el campo de juego, tanto en deportes individuales como de equipo. Sin embargo, los especialistas deberían estar atentos a las señales de trastornos mentales más profundas que repercuten en otras esferas de la persona y podrían requerir de tratamiento psicoterapéutico o psicofarmacológico específico, advirtieron panelistas en sesión del XXXV Congreso Argentino de Psiquiatría de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA 2022), que tuvo lugar en esta ciudad balnearia entre el 27 y el 30 de abril.[1]

Dra. Ivanna Meloni Cafarelli

La Dra. Ivanna Meloni Cafarelli, psiquiatra del Hospital Pirovano de Buenos Aires y miembro del capítulo de Trastornos de Ansiedad de APSA, quien suele trabajar con deportistas, comentó: "Suele decirse que los atletas de alto rendimiento son poco propensos a desarrollar depresión, porque el propio ejercicio libera endorfinas y neurotransmisores, como serotonina, que inhiben las sensaciones de tristeza. Por otro lado, se sabe que la actividad física repercute de manera positiva en pacientes con trastornos de ansiedad. Pero todo el mundo tiene derecho a pasar por un mal momento, por una crisis. Y lo hemos visto hasta en deportistas que rompieron récords olímpicos".

La Dra. Meloni indicó a Medscape en español que hay profesionales de la salud mental fuera del ámbito deportivo que llegan a decir: "¿Cómo Messi o deportistas de ese nivel se van a deprimir, con todas las endorfinas que liberan y el nivel socioeconómico que tienen?".

"Pero no es tan sencillo. No es tan fácil. Al momento de pasar por un proceso de ansiedad o de depresión influyen más factores que la cuestión química. Y nunca hay que descartar los antecedentes heredofamiliares. Una patología psiquiátrica que tenga componente genético importante, como esquizofrenia, bipolaridad, trastornos obsesivo-compulsivos o adicciones, siempre hay que tenerla en cuenta cuando uno ve síntomas sospechosos en el deportista. Son luces rojas que hay que considerar, no para poner un rótulo o diagnóstico, sino para estar más atentos a la evolución de esos síntomas", respondió la Dra. Meloni.

Preparar la mente tanto como el cuerpo

A partir de la primera década de ese siglo, los avances de las neurociencias y de la psicología deportiva han reforzado la idea de que se necesita preparar la mente del atleta tanto como el cuerpo para potenciar su rendimiento, sostuvo la especialista.

Por ejemplo, existen distintas intervenciones, como la relajación muscular progresiva desarrollada por el Dr. Edmund Jacobson, la reestructuración cognitiva, la visualización y ciertas técnicas para centrarse en el proceso y no en el resultado de la competencia, que pueden ayudar al deportista a gestionar la ansiedad precompetitiva y mejorar sus resultados, señaló otra expositora, Lorena Casse, especialista en psicología del deporte que trabaja en un centro de salud mental en Buenos Aires, quien aseguró que también existen estrategias para mantener la confianza y la concentración en la competencia, desde la respiración diafragmático y el uso del humor hasta el empleo de imágenes mentales o palabras "activadoras" o el control de pensamientos de distracción.[2]

"El entrenamiento mental sigue los mismos pasos que el entrenamiento físico, desde la pretemporada hasta llegar a los picos de rendimiento", afirmó. Sin embargo, los deportistas no son máquinas. Se les exige que sean los mejores, a lo que se suma la presión derivada de una situación en la que el deporte pasa a ser el sustento propio y el de la familia o cuando son los capitanes de un equipo y se sienten más responsables por su desempeño. A menudo los atletas se sienten compelidos a ocultar todo aquello que puede ser visto como flaqueza o debilidad. "Quieren demostrar que pueden frente a viento y marea", sintetizó la Dra. Meloni.

"Los atletas suelen ser víctimas de una estricta dicotomía: tratan de permanecer impecables en el campo de juego o en la arena mientras intentan mantener su vulnerabilidad como seres humanos en el resto de sus vidas", manifestó a Medscape en español Leanna M.W. Lui, de la Unidad de Psicofarmacología de los Trastornos del Ánimo de Toronto Western Hospital, Toronto, Canadá.

Dra. Claudia Reardon

Más allá de que la salud mental de los atletas de alto rendimiento ha sido objeto de conversación reciente a partir de los casos y testimonios de la gimnasta Simone Biles, el nadador Michael Phelps y la tenista Naomi Osaka, "el estigma continúa siendo una barrera altamente prevalente y más aún en el mundo de los deportes de élite. Existe la sensación de que buscar tratamientos para problemas de salud mental es incompatible con ser un atleta duro y competitivo", señaló a Medscape en español la Dra. Claudia Reardon, profesora del Departamento de Psiquiatría de University of Wisconsin School of Medicine and Public Health, en Madison, Estados Unidos, quien no participó de las sesiones.

La proporción de atletas con problemas de la salud mental es prácticamente la misma a la de la población en general, por lo cual se requiere hacer tamizajes y detecciones tempranas para identificar de forma rápida los síntomas y desarrollar intervenciones tempranas que eviten el desarrollo de una enfermedad mental, explicó a Medscape en español el Dr. José J. Mendoza Velázquez, académico del Departamento de Salud Mental de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Ciudad de México.

¿En qué momento puede estar justificado el tratamiento psicoterapéutico o psicofarmacológico oportuno? La Dra. Meloni sugirió prestar atención a síntomas que sean persistentes durante un periodo aproximado de seis meses, como "alteraciones al momento de dormir, irritabilidad, desmotivación, pensamientos negativos o incluso catastróficos, sentimientos de tristeza con agresividad o ganas de llorar, desesperanza o incapacidad de disfrutar".

La especialista también sugirió explorar antecedentes personales o familiares de trastorno por déficit de atención/hiperactividad en todos aquellos deportistas que presenten problemas de ansiedad o concentración.

¿Hay alguna pregunta que los médicos de atención primaria no debería dejar de hacer a sus pacientes deportistas, aunque consulten por cuestiones ajenas a la salud mental? "Sí. Cualquier miembro del equipo de atención médica del atleta debe tener a la salud mental en su radar e interrogar explícitamente al respecto. Algunas preguntas individuales podrían incluir: ‘¿Cómo está tu nivel de estrés últimamente? o ¿te has sentido más triste o preocupado de lo que le gustaría últimamente?’", dijo la Dra. Reardon a Medscape en español.

Consideraciones para el tratamiento farmacológico

Aunque la psicoterapia suele ser considerada de primera línea para síntomas leves a moderados de padecimientos mentales, en casos más graves está indicado el tratamiento farmacológico, lo que plantea desafíos adicionales. "Los atletas son más reticentes al tema de las medicaciones, por el miedo al dopaje o el estigma de que sin fármacos no puede afrontar la presión que insume ser un deportista de alto rendimiento", destacó la Dra. Meloni.

Respecto al dopaje, la especialista recordó que la World Anti-Doping Agency (WADA) plantea exenciones para la prohibición del uso de psicofármacos cuando son necesarios para tratar una enfermedad aguda o crónica, cuando es muy poco probable que produzcan una mejoría adicional del rendimiento deportivo y cuando no existan alternativas razonables para reemplazarlos.

En una guía de consenso de 2019 del Comité Olímpico Internacional sobre salud mental en los atletas de élite, la Dra. Reardon y 26 colaboradores de 14 países propusieron contemplar cuatro consideraciones clave a la hora de prescribir fármacos en esta población.[3]

  1. Impacto negativo potencial sobre el desempeño deportivo.

  2. Potencial mejora del desempeño mediada por un efecto sobre la enfermedad que el fármaco está diseñado para tratar.

  3. Potencial efecto ergogénico o de mejoría del la desempeño sin relación con una acción sobre la enfermedad que se busca tratar.

  4. Potenciales riesgos de seguridad.

"Los riesgos de seguridad son primordiales con ciertos fármacos psiquiátricos, ya que los atletas de élite comúnmente hacen ejercicio a una intensidad mucho mayor que la población general. Por ejemplo, los fármacos cuyos niveles sanguíneos deben estar estrictamente regulados, como el litio, pueden ser difíciles de manejar en atletas de élite cuyos niveles podrían estar influenciados por el estado de hidratación", señala el documento.

Pero eso no significa que el umbral para empezar tratamientos psicofarmacológicos en deportistas de alto rendimiento tenga que estar más alto que para el resto de la población, opinó la Dra. Reardon.

"Los atletas no deberían tener que soportar más sufrimiento que nadie. Pero eso no significa que nuestra elección de fármacos a veces sea diferente de lo que sería para los no atletas", aclaró.

Las Dras. Meloni y Reardon y la psicóloga Casse han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

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