Sustancias tóxicas persistentes asociadas al daño hepático

Megan Brooks

Conflictos de interés

12 de mayo de 2022

La exposición a sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS), una clase de sustancias químicas sintéticas ampliamente utilizadas denominadas sustancias tóxicas persistentes, puede provocar daño hepático y puede ser culpable de las crecientes tasas de enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD), informaron los autores de una revisión exhaustiva de la evidencia.[1]

Encontraron evidencia "consistente" de hepatotoxicidad por sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas a partir de estudios con roedores. Además, se encontró que la exposición a estas estaba asociada con marcadores de la función hepática en estudios observacionales en personas.

La revisión, publicada en versión electrónica en Environmental Health Perspectives, podría ser el primer análisis sistemático de la exposición a sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas y el daño hepático.[1]

Posible contribuyente a la creciente epidemia de enfermedad del hígado graso no alcohólico

En su análisis, los autores incluyeron 85 estudios con roedores y 24 estudios epidemiológicos, que involucraron principalmente a personas de Estados Unidos y se centraron en gran medida en cuatro sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas "heredadas": ácido perfluorooctanoico (PFOA), ácido perfluorooctanosulfónico (PFOS), ácido perfluorononanoico (PFNA), y ácido perfluorohexano sulfónico (PFHxS).

Los metanálisis de estudios en humanos encontraron que los niveles más altos de alanina aminotransferasa (ALT) se asociaron significativamente con la exposición a tres de los químicos más antiguos: ácido perfluorooctanoico, ácido perfluorooctanosulfónico y ácido perfluorononanoico.

Las asociaciones "positivas" y "convincentes" entre la exposición a estos químicos sintéticos y los niveles más altos de alanina aminotransferasa sugieren que la exposición puede contribuir a la creciente epidemia de enfermedad del hígado graso no alcohólico, escribieron los investigadores.

La exposición a una de las sustancias químicas, ácido perfluorooctanoico, también se asoció con niveles más altos de aspartato aminotransferasa (AST) y gamma-glutamil transferasa en las personas.

En roedores, la exposición a estos químicos sintéticos resultó consistentemente en niveles más altos de alanina aminotransferasa y esteatosis.

"El mecanismo aún no se comprende bien, pero hay algunas teorías propuestas", comentó con Medscape Noticias Médicas la primera autora, Elizabeth Costello, maestra en salud pública, estudiante de doctorado del Departamento de Ciencias de la Población y la Salud Pública de la University of Southern California Keck School of Medicine, en Los Ángeles, Estados Unidos.

"Los sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas tienen una estructura química similar a los ácidos grasos, por lo que es posible que activen algunos de los mismos receptores o interfieran con el metabolismo de las grasas. Esto podría provocar inflamación o acumulación de grasa en el hígado", explicó Costello.

Las personas están muy expuestas

Los sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas son ubicuas en el medio ambiente. Se han detectado en la sangre de la mayoría de las personas y se han relacionado con una variedad de problemas de salud. Las posibles fuentes de exposición a estas sustancias van desde utensilios de cocina antiadherentes, envoltorios de alimentos y telas impermeables hasta cosméticos e incluso agua potable.

"Estamos expuestos a sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas de muchas maneras: a través del agua, los alimentos y los productos que usamos. Puede ser muy difícil para las personas controlar su propia exposición", comentó Costello.

"En este punto, es importante buscar formas de eliminarlas del medio ambiente y eliminarlas gradualmente de nuestros productos, y considerar cuidadosamente la seguridad de cualquier químico de reemplazo", amplió.

Aunque la mayor parte de la investigación hasta la fecha se ha limitado a las cuatro sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas más antiguas (ácido perfluorooctanoico, ácido perfluorooctanosulfónico, ácido perfluorononanoico y ácido perfluorohexano sulfónico), existen miles de productos químicos de este tipo.

"No sabemos mucho sobre los efectos de la exposición a múltiples sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas al mismo tiempo o cómo las de reemplazo más nuevas podrían impactar en la enfermedad hepática u otras afecciones de salud", dijo Costello.

Cuando se le solicitó su opinión a la Dra. Lisa B. VanWagner, de la Facultad de Medicina Feinberg de la Northwestern University, en Chicago, Estados Unidos, expresó que este análisis es "muy interesante", pero que también "me deja pensando cómo podríamos hacer algo, ya que, según mis lecturas, parece que estos productos químicos son ubicuos y se usan regularmente en el medio ambiente".

La Dra. VanWagner, que no participó en el estudio, dijo que la principal limitación es la pequeña cantidad de estudios en humanos y la gran heterogeneidad entre los estudios, "lo que significa que es difícil llegar a una conclusión firme sobre si lo que se ha observado en los estudios con animales puede aplicarse verdaderamente a los humanos”.

"En general, este estudio proporciona una importante prueba de concepto para el trabajo futuro, para observar más específicamente la exposición a sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, y se necesitan marcadores más específicos de la enfermedad del hígado graso y el daño hepático, como la biopsia de hígado, en humanos", añadió la Dra. VanWagner.

"Si se acumulan datos que muestren que estos químicos de hecho contribuyen al hígado graso y empeoran la inflamación o el daño hepático como resultado de la exposición, entonces las intervenciones de salud pública para eliminar o reducir el uso de estos químicos podrían tener efectos de gran alcance en la salud pública", concluyó la Dra. VanWagner.

Se necesita más investigación

Los autores de una opinión invitada, publicada con el estudio, indicaron que subraya la "necesidad urgente de realizar más investigación y de iniciar acciones de salud pública inmediatas y razonables".[2]

"Este trabajo coloca firmemente la exposición a sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas en la lista de contaminantes persistentes, como los bifenilos policlorados, que causan hepatotoxicidad y cuyo mecanismo está relacionado con la esteatosis", escribió Alan Ducatman, de la West Virginia University School of Public Health, en Morgantown, y Suzanne Fenton, del National Institute of Environmental Health Sciences, Research Triangle Park, Carolina del Norte, ambos en Estados Unidos.

Agregaron que otras preguntas importantes planteadas por esta revisión incluyen si las personas con sobrepeso u obesidad y las que tienen diabetes son más susceptibles a la hepatotoxicidad por sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas, cuáles de las sustancias de "reemplazo" o emergentes pueden causar daño hepático y si las dosis altas causan diferentes tipos de toxicidad hepática que las dosis bajas.

"GenX, un reemplazo [químico] actual para ácido perfluorooctanoico, ha mostrado una hepatotoxicidad significativa en varios estudios experimentales recientes, lo que sugiere que puede no ser un reemplazo seguro", señalaron.

"Un desafío importante será decidir cuáles de las múltiples vías metabólicas alteradas por sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas son más importantes y predictivas para la inducción de daño hepático y la progresión de la enfermedad hepática, de modo que las sustancias emergentes puedan ser analizadas para hepatotoxicidad antes de ingresar al mercado", concluyeron Ducatman y Fenton.

El National Institute of Environmental Health Science, parte de los National Institutes of Health y el US Department of Agriculture National Institute of Food and Agriculture proporcionaron apoyo para esta investigación. Costello, la Dra. VanWagner, Ducatman y Fenton declararon no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

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