Una de las estrategias más importantes en la práctica clínica para la pérdida de peso radica en los cambios en el estilo de vida. La restricción calórica continua (déficit de 300 a 500 kcal entre la ingesta energética y el gasto metabólico) es uno de los métodos más usados para buscar la pérdida de peso.[1]
Los resultados de estudios que han evaluado esta estrategia han sido variados, pero generalmente se consideran modestos, en rangos que pueden ir de 4% a 10% de reducción del peso corporal inicial. Por otra parte, la restricción calórica continua puede ser compleja para algunos pacientes, tomando en cuenta la dificultad para mantenerse en este sistema.
Dada esta circunstancia, en los últimos años se ha popularizado el método de restricción alimentaria por tiempo o lo que se ha llamado restricción energética intermitente. Este consiste en la limitación de la ingesta por varias horas o incluso días. Los métodos más populares incluyen el ayuno por 14 o 16 horas (que abarca la noche) con alimentación a lo largo del día en un periodo de 8 a 10 horas, incluso se han evaluado periodos de ayunos de uno a dos días en el contexto de personas con trastornos metabólicos, como obesidad o diabetes.
La evidencia existente que compara los métodos de restricción calórica continua y el de restricción alimentaria por tiempo muestra resultados variados, lo que se puede explicar por diversos protocolos que se han usado para evaluar ambos métodos. Por este motivo no hay una recomendación estandarizada sobre preferir alguno sobre el otro para el manejo de las personas con sobrepeso u obesidad.
Por lo anterior, en fechas recientes se publicó un estudio clínico aleatorizado en The New England Journal of Medicine que comparó las diferencias en pérdida de peso entre pacientes sometidos a restricción calórica continua frente a restricción calórica continua y alimentaria por tiempo. En este trabajo, se incluyeron adultos con índice de masa corporal entre 28 y 45 kg/m2 que no tuvieran diabetes, enfermedad renal, daño hepático o antecedente de evento cardiovascular 12 meses antes del ingreso al estudio.
Se reclutaron 139 pacientes y todos recibieron terapia de restricción calórica continua (1.500 a 1.800 kcal en hombres y 1.200 a 1.500 kcal en mujeres) por 12 meses; 69 fueron aleatorizados a la restricción alimentaria por tiempo, que consistió en el consumo de sus calorías asignadas en un periodo de ocho horas al día (8:00 a 16:00 horas). El desenlace primario evaluado fue la diferencia de peso entre la medición basal y a los 12 meses. Como desenlaces secundarios se valoraron cambio de la circunferencia abdominal, grasa corporal, niveles de glucosa, lípidos y presión arterial.
Las características basales de los pacientes ingresados al estudio estuvieron bien equilibradas. La edad media fue de 32 años con un peso de 88 kg e índice de masa corporal de 31 kg/m2. No hubo diferencia en términos de los parámetros metabólicos y se estableció que los dos grupos tenían un periodo medio de ingesta de diez horas por día. De forma relevante, el porcentaje de adherencia fue de 84% y 83% en el grupo de restricción calórica y alimentaria por tiempo y el de restricción calórica, respectivamente.
En cuanto al desenlace primario, el grupo de intervención combinada redujo -8,0 kg (intervalo de confianza de 95% [IC 95%]: -9,6 a -6,4), mientras que el comparador disminuyó -6,3 kg (IC 95%: -7,8 a -4,7), una diferencia absoluta de -1,8 kg que no se consideró significativa (IC 95%: -4,0 a 0,4; p = 0,11). Asimismo, hubo reducciones similares entre los grupos en circunferencia abdominal, índice de masa corporal y grasa corporal. Por otro lado, tampoco hubo diferencias significativas en presión arterial, niveles de glucosa o valores del perfil de lípidos.
Con base en estos resultados los autores comentaron que en este estudio no parece existir un beneficio añadido de la restricción alimentaria por tiempo sobre la restricción calórica continua.
Punto clínico
Tomemos en consideración que este es un protocolo con un tiempo específico de ingesta (ocho horas) y que existen trabajos que refieren beneficios con tiempos distintos, por lo que no es posible generalizar estos resultados a otros trabajos. Asimismo, si observamos la diferencia en el tiempo basal de ingesta (diez horas de tiempo de ingesta) frente a la intervención (ocho horas de tiempo de ingesta).
La realidad es que son solo dos horas de diferencia, lo que podría ser un motivo por el que no se pudieron encontrar diferencias significativas entre los grupos al término del seguimiento. Tampoco se mostraron datos de gasto energético entre los grupos, por lo que no es posible establecer si ese factor pudo alterar los resultados finales.
Ciertamente el tamaño de muestra pequeño pudo haber influido en las magras diferencias. Por último, la población es muy importante, ya que los pacientes reclutados no presentaban otras comorbilidades y es justo en el grupo de personas con trastornos metabólicos (diabetes, dislipidemia, hipertensión) donde la estrategia de restricción por tiempo podría generar un mayor impacto.
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CRÉDITO
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Citar este artículo: Restricción calórica con o sin restricción de tiempo - Medscape - 10 de mayo de 2022.
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