COMENTARIO

Los médicos tienen el deber de tratar al enemigo

Dra. Daniela Ovadia

Conflictos de interés

21 de marzo de 2022

¿Pueden los médicos apoyar el boicot de los suministros de salud, incluidos los fármacos y los tratamientos que salvan vidas, a los ciudadanos rusos? ¿Deberían hacerlo? Recientemente este tema se planteó en chats y redes sociales, especialmente en Europa.

La guerra es parte de nuestra vida diaria ahora. Todos estamos comprometidos a ayudar a los refugiados ucranianos brindando atención médica básica, abriendo nuestros hogares para recibirlos, recolectando bienes y fármacos para enviarlos a las fronteras de Ucrania, donde ahora se aglomeran miles de refugiados. Todos reconocemos que hay víctimas y agresores.

Pero cuando tengo que responder preguntas tan desafiantes me alegro de haber elegido estudiar y enseñar ética y bioética. Las guías y las declaraciones éticas funcionan bien como un "exoesqueleto moral" que me ayuda a tener en cuenta los valores más altos de la medicina, incluso cuando esos valores establecen umbrales morales muy desafiantes y a veces chocan con lo que siento.

Los Convenios de Ginebra (cuatro tratados firmados en 1949, al final de la Segunda Guerra Mundial y tres protocolos adicionales firmados en 1977) establecen estándares legales internacionales para el trato humanitario en tiempos de guerra, incluida la asistencia sanitaria. Aseguran protección a los heridos, enfermos y a los civiles en y alrededor de una zona de guerra.

Por supuesto, su objetivo principal es proteger a quienes son atacados por la crueldad del agresor y hay muchas pruebas de que la campaña militar rusa está violando las normas de los Convenios de Ginebra al atacar hospitales y centros de salud. Pero, ¿esto permite que la comunidad médica internacional corte los lazos con el sistema de salud ruso, impidiendo que las compañías farmacéuticas y la industria de la salud envíen sus productos al país agresor? En mi opinión, la respuesta es no. Los Convenios de Ginebra establecen que las reglas de protección se aplican a los civiles en cualquier país involucrado en una guerra e incluso a los soldados en necesidad, una vez que son heridos o abandonan el campo de batalla.

Aun si queremos confiar solo en las teorías bioéticas clásicas de beneficencia y no maleficencia de las acciones médicas, podríamos tener problemas si contribuimos al colapso del sistema de salud ruso con el objetivo de presionar al gobierno para que detenga la guerra. Rusia es un país muy grande que ya se ve afectado por las enormes desigualdades en salud. El boicot económico ya está provocando una escasez de suministros que salvan vidas, como fármacos para quimioterapia y tecnologías de diagnóstico, como describió un periodista ruso en Univadis Italia.

Podemos predecir fácilmente que el número de muertes evitables crecerá rápidamente. Ya vimos un aumento significativo en la tasa de mortalidad en los países desarrollados occidentales durante la pandemia, cuando se vio afectado el acceso a las medidas preventivas y los tratamientos. Esperaríamos que las sanciones tuvieran un impacto similar y probablemente los legisladores esperan que empuje a los ciudadanos rusos a rebelarse contra el criminal de guerra que gobierna el país. Pero los formuladores de políticas tienen funciones y marcos éticos diferentes a los de los médicos y trabajadores de la salud, según la bioética moderna.

Los intereses de los seres humanos deben anteponerse a los de la ciencia o la sociedad

El Convenio sobre Derechos Humanos y Biomedicina (mejor conocido como Convenio de Oviedo), firmado por el Consejo de Europa en 1997, es el primer texto internacional jurídicamente vinculante diseñado para preservar la dignidad humana, los derechos y las libertades a través de una serie de principios y prohibiciones contra el mal uso de los avances médicos. El punto de partida del convenio es que los intereses de los seres humanos deben anteponerse a los intereses de la ciencia o la sociedad.

Se fundamenta en la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en especial en los artículos del 22 al 27 que establecen los derechos económicos, sociales y culturales de las personas, incluida la salud. Se refieren en particular a la atención que se brinda a las personas en etapa de maternidad o niñez.

El Convenio de Oviedo establece una serie de principios y prohibiciones en materia de bioética, investigación médica, consentimiento, derechos a la vida privada y a la información, etc. Pero en primer lugar establece el principio de que toda persona tiene derecho a ser tratada, en caso de enfermedad y que es deber de todo médico tratar a cualquiera que lo necesite, sin preguntar y sin emitir juicios morales. Este es un principio importante y seminal de la bioética moderna, consagrado también en otros documentos, como la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial, adoptada por primera vez por la 18.ª Asamblea General de la asociación en junio de 1964 y modificada muchas veces (la última en 2013).

Tanto el Convenio de Oviedo como la Declaración de Helsinki están diseñados principalmente para proteger a los seres humanos en la investigación médica. Este también es un problema que la comunidad médica y las compañías farmacéuticas tendrán que enfrentar si realmente quieren detener cualquier colaboración con la comunidad científica rusa, porque la bioética moderna establece que quien inicia un ensayo clínico tiene el deber de llevarlo a término, y también tiene el deber de continuar brindando el tratamiento adecuado a los pacientes reclutados aún en caso de interrupción del ensayo, independientemente de las razones subyacentes.

Esta no es la primera vez que las sanciones impactan en la salud de un país. Durante la década de los 80, el boicot científico a Sudáfrica impactó también en la salud de los ciudadanos sudafricanos, incluso cuando los fármacos y los suministros médicos no estaban incluidos en la prohibición comercial. Partidarios internos de las sanciones, como la National Medical and Dental Association (NMDA), uno de los principales organismos médicos contra el apartheid, discutieron formas de apoyar las sanciones económicas y, al mismo tiempo, proteger a los más vulnerables de la carga que resultó de estas políticas.[1]

El "enemigo como paciente" y lo que podemos aprender, desde un punto de vista ético, de la experiencia de los médicos involucrados en el tratamiento de sus enemigos, fue objeto de un estudio reciente muy interesante de Rubinstein y Bentwich.[2] Es un análisis cuantitativo de los prejuicios o sesgos implícitos en los médicos israelíes que tratan tanto a soldados sirios heridos como a terroristas civiles palestinos.

Los resultados muestran que los médicos israelíes están más predispuestos hacia los civiles palestinos, pero el comentario más interesante en mi opinión es el que los autores agregaron al resumen: "La deficiencia de empatía hacia ciertos tipos de enemigos socava el principio de beneficencia, posiblemente influyendo así en el cumplimiento del compromiso de tratar a los pacientes. Reconocer y abordar las posibles deficiencias emocionales y éticas que implican los encuentros con los llamados pacientes-enemigos es importante para la comunidad médica mundial, ya que tales encuentros son cada vez más una parte integral de las realidades políticas actuales que enfrentan los países desarrollados y en desarrollo".

En conclusión, ¿la comunidad médica no puede apoyar alguna sanción o boicot? Creo que podemos encontrar una buena respuesta en una declaración sobre el estatus moral del boicot científico publicado en Nature en 2003 por un grupo de científicos.[3] Según los autores, que incluyen a Colin Blackmore y Richard Dawkins, un boicot científico debe cumplir condiciones precisas, incluido un juicio explícito y ampliamente compartido de que vale la pena abandonar el principio de universalidad de la ciencia por una ganancia particular y sustancial.

Necesitamos estar seguros de que el boicot realmente ayudará a cambiar el "comportamiento inaceptable de un régimen porque no es simplemente un gesto político". Por último, pero no menos importante, el boicot debe ser "parte de un programa de medidas acordado internacionalmente que expresan el horror colectivo contra un régimen y son necesarias para evitar algún desastre previsible", a fin de evitar cualquier decisión impulsada por represalias en lugar del beneficio.

En el caso de la prohibición comercial rusa, esas medidas deben tomarse en apoyo de Ucrania, en primer lugar, pero también de los civiles rusos, quizás a través de programas respaldados internacionalmente para garantizar al menos los suministros que salvan vidas.

"En cualquier casa que entre, lo haré para bien de los enfermos, apartándome de toda injusticia voluntaria y de toda corrupción, y principalmente de toda relación vergonzosa con mujeres y muchachos, ya sean libres o esclavos".

—Juramento Hipocrático

Para más contenido siga a Medscape en Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

Comentario

3090D553-9492-4563-8681-AD288FA52ACE
Los comentarios están sujetos a moderación. Por favor, consulte los Términos de Uso del foro

procesando....