COMENTARIO

Alteraciones psicosociales y en la salud mental como un factor de riesgo en artritis reumatoide

Dr. F. Javier Merayo Chalico

Conflictos de interés

21 de marzo de 2022

Los desenlaces clínicos de pacientes con artritis reumatoide han tenido una mejora constante con la aparición de nuevas opciones y estrategias terapéuticas. Sin embargo, muchos pacientes que alcanzan una mejora clínica persisten con sintomatología que impide que puedan tener una vida "normal". Algunos reportan persistencia de síntomas físicos, como fatiga o dolor, a pesar de no presentar evidencia de enfermedad activa. Si bien este tipo de desenlaces se ha reconocido como predictor de la remisión de la enfermedad el rol de los desenlaces reportados por pacientes en la esfera psicosocial no se ha esclarecido de la misma manera.[1]

La evidencia en el ámbito de la salud mental se ha enfocado en la relación bidireccional de los trastornos psiquiátricos y la artritis. Los pacientes con artritis reumatoide tienen una mayor prevalencia de trastornos psiquiátricos, particularmente trastornos afectivos y del estado de ánimo.[2]Un ejemplo de esto es la alta prevalencia de depresión, con algunos reportes de hasta 48% en este grupo de pacientes. La alta prevalencia de comorbilidades psiquiátricas cobra mayor relevancia si se considera su efecto negativo en la progresión de la enfermedad. La presencia de depresión se ha asociado con una menor tasa de remisión y con una disminución en la mejora de la actividad de la enfermedad en pacientes con artritis reumatoide.[3]

Es posible que la depresión sea una consecuencia directa de la actividad de la enfermedad, que el dolor y la rigidez causen directamente un impacto negativo en la funcionalidad y en el estado de ánimo del paciente. Consecuentemente, esta disminución en el estado de ánimo puede resultar en un menor autocuidado del paciente, resultando en un círculo de retroalimentación positiva que perpetúa la actividad de la enfermedad y los síntomas depresivos.

Aunque la depresión ha sido uno de los aspectos psicosociales más estudiados, otros factores psicosociales más sutiles pueden afectar el curso de la enfermedad.

La manera en que los pacientes perciben y afrontan su enfermedad puede tener efectos importantes en cómo experimentan su sintomatología. Si tienen una percepción negativa de su enfermedad, sobre sus posibles consecuencias y sobre qué tanto pueden incidir en su control, tienden a tener peor funcionamiento físico, mayor dolor y más depresión.[4] Aspectos como bajo nivel educativo y rasgo de personalidad neurótica se han asociado con mayor riesgo de desarrollar ansiedad o depresión y, por tanto, también podrían influir negativamente en el curso de la artritis reumatoide.[5]

Recientemente un grupo de investigadores realizó un análisis post hoc del ensayo Care-AR con el fin de explorar de manera más exhaustiva la relación entre factores de salud mental, bienestar psicosocial y actividad de la enfermedad.[6] En el ensayo original se compararon distintos fármacos anti reumatoideos en artritis reumatoide temprana.

Se reclutaron 379 pacientes con diagnóstico de artritis reumatoide con menos de un año de evolución y sin uso previo de fármacos modificadores de la enfermedad. Se recolectaron variables sobre la actividad de la artritis reumatoide, comorbilidades psiquiátricas, además de varios desenlaces reportados por pacientes, que incluyen dimensiones físicas y mentales, así como una evaluación de estrategias de afrontamiento.

Los autores compararon a los pacientes que alcanzaron remisión sostenida, según el puntaje de actividad de la enfermedad en 28 articulaciones con proteína C reactiva (DAS28-CRP) contra aquellos que no lo hicieron y construyeron modelos de regresión para predecir la probabilidad de remisión según diferentes variables y desenlaces reportados por pacientes. Además de esto se buscaron perfiles psicosociales específicos en los pacientes que alcanzaron la remisión, utilizando un análisis de perfiles latentes. Este análisis encontró diferentes variables asociadas con una carga psicosocial de la enfermedad alta o baja.

Treinta y tres por ciento (124/379) de los pacientes alcanzó remisión de la enfermedad y solo 12% (46/379) alcanzó remisión sostenida. Los autores definieron 2 fenotipos distintos en pacientes que alcanzaron la remisión, aquellos con alta carga psicosocial de la enfermedad y aquellos con menor carga psicosocial. Los pacientes con baja carga representaron 80% de los pacientes que alcanzaron la remisión.

Este grupo también presentó mayor tiempo libre de recaída, en comparación con el grupo con una alta carga psicosocial (HR: 0,51; IC 95%: 0,35 a 0,73), por lo que se puede concluir que el bienestar psicosocial basal y sostenido a través del tiempo también predijo una menor actividad de la enfermedad.

Los autores reportaron también que los pacientes con mayor actividad basal de la artritis reumatoide tenían una mejora en el bienestar psicosocial más destacable después de recibir tratamiento. Este resultado se puede explicar por el mayor efecto benéfico del tratamiento en aquellos con mayor carga de la enfermedad y sugiere que las etapas tempranas previas al tratamiento no son un momento totalmente adecuado para determinar el perfil de los pacientes.

Este estudio sugiere que a pesar de un tratamiento adecuado, el bienestar psicosocial bajo y la percepción negativa de la enfermedad disminuyen la probabilidad de alcanzar y mantener la remisión de la artritis reumatoide. Los autores destacan la relación compleja y bidireccional entre la salud mental y la respuesta al tratamiento en artritis reumatoide temprana.

Es evidente que alcanzar la remisión de la enfermedad es una meta que debe guiar nuestra práctica, sin embargo, no debería ser el único desenlace importante para el reumatólogo, de la misma manera que no es el único desenlace importante para el paciente. Un paciente que no cuenta con herramientas para lidiar de una manera eficaz con su enfermedad puede presentar mayor sintomatología y tiene un mayor riesgo de presentar recurrencias.

Aunque el tratamiento antirreumatoide puede tener un efecto positivo en estos factores psicosociales, no parece ser suficiente para mejorar la salud global de los pacientes. Esto subraya la importancia de promover un enfoque multidisciplinario, en el cual se trata de maximizar la salud global del paciente con distintas estrategias sinérgicas que resultan en mejora de los desenlaces evaluados por el médico y reportados por el paciente.

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