Haber tenido un gato de exterior en la infancia se asocia a un mayor riesgo de experiencias psicóticas en la adultez, pero solo en los hombres, según señala una nueva investigación.[1]
Los investigadores descubrieron que los niños varones que tuvieron gatos que salían al exterior presentaban un riesgo pequeño, pero significativamente mayor, de experiencias psicóticas en la edad adulta, en comparación con sus contrapartes que no tuvieron gato durante la infancia o que tuvieron uno de interior.
Se sospecha que el causante no es el gato en sí, sino la exposición a Toxoplasma gondii, un parásito común que portan los roedores y que a veces se halla en las heces de los gatos. El estudio se suma a la creciente evidencia que demuestra que la exposición a T. gondii puede ser un factor de riesgo para la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.

Dr. Vincent Paquin
"Son pequeños indicios, pero es interesante considerar que puede haber combinaciones de factores de riesgo en juego", compartió para Medscape Noticias Médicas el primer autor, Dr. Vincent Paquin, residente de psiquiatría en la McGill University en Montreal, Canadá.
"Y aunque la magnitud del riesgo es pequeña a nivel individua, los gatos y Toxoplasma gondii están tan presentes en nuestra sociedad que si sumamos todos estos pequeños efectos potenciales, se convierte en una cuestión de salud pública", añadió el investigador.
El estudio fue publicado en versión electrónica el 30 de enero en Journal of Psychiatric Research.[1]
Evidencia contradictoria
T. gondii infecta a cerca de 30% de la población humana y suele ser transmitido por los gatos. La mayoría de las infecciones son asintomáticas, pero T. gondii puede causar toxoplasmosis en los humanos, lo que se ha relacionado con un aumento del riesgo de esquizofrenia, intentos de suicidio y, más recientemente, con trastorno cognitivo leve.
Si bien algunos estudios muestran una asociación entre tener gatos y más riesgo de enfermedades mentales, los resultados de las investigaciones han sido contradictorios.
"La evidencia sobre la asociación entre tener un gato y la manifestación de la psicosis ha sido contradictoria, por lo que nuestro enfoque consistió en considerar si algunos factores específicos o combinaciones de factores podían explicar esta evidencia contradictoria", mencionó el Dr. Paquin.
Para el estudio, 2.206 individuos de 18 a 40 años completaron la Evaluación Comunitaria de Experiencias Psíquicas (CAPE-42) y un cuestionario para recabar información sobre tener gatos en cualquier momento entre el nacimiento y la edad de 13 años y si los gatos vivían exclusivamente en el interior (no cazadores) o si se les permitía salir al exterior (cazadores de roedores).
También se preguntó a los participantes sobre el número de veces que cambiaron de casa entre el nacimiento y los 15 años, la fecha y el lugar de nacimiento, el antecedente de traumatismo craneal en el curso de la vida y el antecedente de tabaquismo.
Tener un gato cazador de roedores se asoció a un mayor riesgo de psicosis en los participantes masculinos, en comparación con no tener un gato o tener uno no cazador. Cuando los investigadores añadieron los traumatismos craneoencefálicos y las mudanzas de casa a tener gatos cazadores de roedores, el riesgo de psicosis se elevó en hombres lo mismo que en mujeres.
Independientemente de tener gatos, la edad más joven, el haberse mudado más de tres veces de niño, el antecedente de traumatismo craneal y el hecho de ser fumador se relacionaron con un mayor riesgo de psicosis.

Suzanne King, Ph. D.
El estudio no fue diseñado para explorar posibles mecanismos biológicos que expliquen las diferencias de sexo en el riesgo de psicosis observadas en propietarios de gatos cazadores de roedores, pero "una posible explicación basada en la literatura de modelos animales es que los efectos neurobiológicos de la exposición parasitaria pueden ser mayores para el sexo masculino", declaró para Medscape Noticias Médicas la autora principal Suzanne King, Ph. D., profesora de psiquiatría en McGill University.
El nuevo estudio forma parte de un proyecto más amplio y de larga duración llamado EnviroGen, dirigido por King, en el que se examinan los factores de riesgo ambientales y genéticos de la esquizofrenia.
Necesidad de replicación
En un comentario para Medscape Noticias Médicas sobre los hallazgos, el Dr. E. Fuller Torrey, quien fue uno de los primeros investigadores en identificar un vínculo entre tener gatos, la infección por T gondii y la esquizofrenia, señaló que el estudio es "una adición interesante a los estudios sobre tener gatos en la infancia como factor de riesgo de psicosis".[2]
De los aproximadamente 10 estudios publicados sobre el tema, cerca de la mitad señalan una relación entre tener gatos y la aparición de psicosis a una edad posterior, declaró el Dr. Torrey, director asociado de investigación del Stanley Medical Research Institute en Maryland, Estados Unidos.
"El estudio canadiense es interesante en el sentido de que es el primer estudio en que se separa la exposición a los gatos que permanecen en el interior de los gatos a los que se les permite salir, y los resultados fueron positivos solo para los gatos de exterior", informó el Dr. Torrey.
El estudio tiene limitaciones, añadió, como su diseño retrospectivo y el hecho de que se utilizó un cuestionario de autoinforme para evaluar las experiencias psicóticas en la edad adulta.
James Kirkbride, Ph. D., profesor de epidemiología psiquiátrica y social de la University College London, en Reino Unido, quien también comentó los resultados, señaló las mismas limitaciones.
Kirkbride es el autor principal de un estudio realizado en 2017 que no mostró ningún vínculo entre tener gatos y enfermedades mentales graves, el cual incluyó a casi 5.000 personas nacidas en 1991 o 1992 y a las que se efectuó seguimiento hasta los 18 años.[3] En ese estudio no hubo relación entre la psicosis y tener gatos durante el embarazo o a los 4 o 10 años de edad.
"Los investigadores llevan mucho tiempo fascinados con la idea de que tener gatos pueda afectar a la salud mental. Este estudio puede llevarlos a una atareada búsqueda infructuosa", comentó Kirkbride.
"La evidencia de cualquier asociación se limita a determinados subgrupos sin una base teórica sólida de por qué puede ser así. La naturaleza retrospectiva y transversal del estudio también plantea la posibilidad de que los resultados se vean afectados por el sesgo de recuerdo diferencial, al igual que por cuestiones más generales como el azar y los factores de confusión no observados", añadió el investigador.
King señaló que el sesgo de recuerdo es una limitación que los investigadores resaltaron en su estudio, pero "teniendo en cuenta que las exposiciones son relativamente objetivas y reales, no creemos que el potencial de sesgo de recuerdo sea sustancial", puntualizó.
"No obstante, creemos firmemente que la replicación de nuestros resultados en cohortes prospectivas y representativas de la población será crucial para sacar conclusiones más firmes", concluyó.
El estudio fue financiado con becas a S.K., R.J. y N.S. de Fonds de recherche en sante du Quebec (FRQS). Los autores del estudio y Kirkbride manifestaron no tener ninguna relación económica pertinente.
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CRÉDITOS
Imagen principal: Dušan Zidar/Dreamstime
Figura 1: Vincent Paquin
Figura 2: Suzanne King
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Citar este artículo: Tener gato en la infancia se relaciona con el riesgo de psicosis en la adultez - Medscape - 11 de marzo de 2022.
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