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La interrupción de la atención médica a pacientes con enfermedades reumáticas en un hospital destinado durante un lapso a la atención exclusiva de la COVID-19 tuvo impacto sobre la mayoría de las dimensiones de la calidad de vida de los pacientes, según una nueva investigación publicada en Plos One.[1]
Los factores psicoemocionales (sentirse confundido, aburrido, deprimido o ansioso), sociodemográficos (mayor edad, menor nivel de educación, mayor impacto negativo de la COVID-19, no tener trabajo, interrupción de la atención médica) y biomédicos (mayor puntuación de la prueba que mide gravedad de la enfermedad y uso de corticoesteroides) se relacionaron con una disminución de la calidad de vida.
El objetivo de la investigación fue evaluar el impacto de la interrupción de la atención ambulatoria vinculada con la COVID-19 en pacientes con enfermedades reumáticas en las dimensiones de calidad de vida física, psicológica, de relaciones sociales y ambiente y explorar los factores asociados con la calidad de vida luego de un seguimiento de seis meses.
En el seguimiento a seis meses del reinicio de las consultas ambulatorias, los factores sociodemográficos, emocionales y biomédicos volvieron a tener un impacto adicional en quienes habían visto interrumpida su atención, pero el predictor más consistente de la calidad de vida al cabo de ese lapso consistió en valorar cómo estaban en el momento de retornar a consulta médica.
El estudio fue prospectivo y desarrollado en dos fases entre pacientes con enfermedades reumáticas del Departamento de Inmunología y Reumatología del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ) en la Ciudad de México, México. En marzo de 2020 el hospital fue destinado a la atención de la COVID-19 y se interrumpieron las consultas presenciales, hasta que estas fueron reabiertas parcial o totalmente en junio de 2020.
En una primera fase se administró una encuesta a 670 pacientes (44,2% con lupus eritematoso sistémico y 34,1% con artritis reumatoide) cuando volvieron a la atención clínica ambulatoria, entre el 24 de junio y el 31 de agosto de 2020. Un trabajo previo de investigación sobre ese mismo grupo de pacientes determinó que 344 de ellos (51,3%) había visto interrumpida su consulta médica debido a la COVID-19.[2]
La segunda fase fue la aplicación de 3 evaluaciones sobre un grupo de 276 pacientes, de los cuales 247 completaron el seguimiento a seis meses. Las evaluaciones fueron el Cuestionario de la Organización Mundial de la Salud sobre Calidad de Vida (WHOQOL-BREF), el RAPID 3 (que mide la gravedad/actividad de las enfermedades), el DASS-21 y el IES-R, para comorbilidad psicológica y trauma, respectivamente.
El WHOQOL-BREF incluye 4 dimensiones (física, psicológica, social y ambiental). De los 247 pacientes, 145 refirieron haber visto interrumpida su atención médica cuando estuvo cerrado el hospital.

Dra. Virginia Pascual Ramos
La Dra. Virginia Pascual Ramos, del Departamento de Inmunología y Reumatología del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán de México, Ph. D. en bioética y autora de correspondencia del estudio, indicó a Medscape en español: "La pandemia tuvo un impacto tremendo y muchos pacientes, los más vulnerables, fueron los más afectados. Si una enfermedad crónica está bien controlada se puede ir al médico cada seis meses, pero a veces eso no alcanza".
Añadió que estos pacientes, los más necesitados de seguimiento, se quedaron sin atención, preocupados y atemorizados por la pandemia. Y sobre estos fue que más se afectó la calidad de vida. Por tanto, cómo estaban al retomar la consulta luego de la interrupción obligada predijo de alguna manera qué calidad de vida tendrían a los seis meses.

Dra. Rosana Quintana
"Los efectos de la pandemia de COVID-19 han sido inmensurables. La reestructuración del sistema de salud limitó la atención de las patologías crónicas para adaptarse a la atención de pacientes con la enfermedad. Además se vio obstaculizada la accesibilidad a ciertos fármacos y la incorporación de otras formas de atención, como la telemedicina, pusieron de manifiesto la inequidad y desigualdad en el acceso a nivel mundial. La infección por SARS-CoV-2 es una sindemia, concepto que nace de la aplicación de la antropología a la salud para abordar el proceso como un fenómeno social", comentó a Medscape en español la Dra. Rosana Quintana, M. Sc., Ph. D., especialista en clínica médica y reumatología, integrante del Grupo Latinoamericano de Estudio de Enfermedades Reumáticas en Pueblos Originarios (GLADERPO) y docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) en Argentina.
La dimensión olvidada: la calidad de vida
Los pacientes con enfermedades reumáticas tienen una calidad de vida deteriorada. Pese a esto, los clínicos no toman demasiado en cuenta la calidad de vida como indicador y focalizan los tratamientos en aspectos biomédicos.[3,4]

Dra. Carolina Isnardi/Fuente: Fabrizio Gamba
"En este estudio se evaluó una amplia cantidad de aspectos relacionados con la calidad de vida de los pacientes, incluyendo la interacción social, salud física, emocional, mental, capacidad laboral, etcétera. Incluso han incluido información acerca del impacto de la pandemia sobre la economía familiar", indicó a Medscape en español la Dra. Carolina Isnardi, coordinadora del Registro Nacional de los Pacientes con Enfermedades Reumáticas y COVID-19 (SAR-COVID) y del Registro Nacional de Vacunación para SARS-CoV-2 en pacientes con enfermedades reumáticas e inmunomediadas de la Sociedad Argentina de Reumatología (SAR-CoVAC).
La Dra. Isnardi añadió que además del compromiso físico, en enfermedades reumáticas es importante evaluar el impacto sobre diferentes esferas psicosociales, incluyendo capacidad y desempeño laboral, síntomas depresivos o de ansiedad, trastornos del sueño, estrés, fatiga, capacidad de relacionarse con el otro, calidad de vida sexual, etcétera.
En los últimos años han cobrado importancia las medidas de desenlace desde la perspectiva del paciente (MDPP), que son los cuestionarios completados por los propios pacientes, que también se utilizan para medir la costo-efectividad y los años de vida ganados por los tratamientos, agregó la especialista.
Limitaciones y proyección
Entre las limitaciones de la investigación los autores señalaron que usaron el DASS-21 para evaluar comorbilidad emocional sin confirmar con entrevistas psiquiátricas; además la prevalencia de depresión y ansiedad pudo variar debido a la definición específica de "caso". La interrupción de la atención médica fue autonotificada y no corroborada. La escala RAPID-3, que solo está validada para artritris reumatoide, se usó para varias enfermedades. Podrían haberse incluido otras variables, como ejercicio y nutrición o vacunación contra la COVID-19.
"En la muestra se incluyeron pacientes que asistían a los consultorios luego de la reapertura. Esto puede llevar a un subregistro de aquellos con mayores temores o dificultades en contexto de pandemia o de los que fallecieron" agregó la Dra. Isnardi.
Los investigadores expresaron la necesidad de un trabajo con visión multidisciplinaria. "Si seguimos viendo solamente la parte médica nos estamos perdiendo mucho de lo que podemos dar a los pacientes. El paciente debe ser visto de manera integral: importa si ha perdido el trabajo, si tiene acceso a fármacos o cuál es su nivel de educación. Los médicos muchas veces solo vemos cuántas articulaciones están comprometidas. Salgamos de esta visión biomédica y observemos los determinantes sociales de la salud, porque de lo contrario entenderemos muy poco de desenlaces tan complejos como calidad de vida", concluyó la Dra. Pascual.
La Dra. Quintana, la Dra. Pascual y la Dra. Isnardi han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.
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CRÉDITO
Imagen principal: Dreamstime
Figura 1: Rosana Quintana
Figura 2: Virginia Pascual Ramos
Figura 3: Fabrizio Gamba
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Citar este artículo: La calidad de vida física, psicológica y social de pacientes con enfermedades reumáticas se vio muy afectada por la pandemia - Medscape - 23 de feb de 2022.
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